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Las Vueltas de la Vida

Fecha: 24 de setiembre de 2019.

Lugar: San Francisco, EEUU.

Nicolle

Ya eran las diez de la noche y me encontraba con Pauli en su auto, ella llevaba un vestido rojo de tirantes brilloso que le terminaba en los tobillos y lo acompañaba con unos tacones carmesí mates del mismo tono. Yo era más simple, pero delicado, elegí un vestido blanco justo que terminaba en mis muslos y de una sola manga acampanada. Llevaba un blazer holgado del mismo tono negro que mi pelo, mis botas largas y mi cartera de mano.

En San Francisco nos conocían bastante por nuestros padres y ellos nos habían enseñado a dar una elegante y gran imagen desde muy chicas. Yo iba recostada mirando a la ventana en el asiento del acompañante, continuaba pensando en el caso. Había perdido todo récord y reputación gracias a mi actuación del final. Seguía molesta y triste, Pau me conocía por lo que intervino;

-Heeey, ya paso... solo un caso perdiste.

-No quiero hablar de eso-, dije secamente aunque ella no se lo merecía.

-Lo sé, yo tampoco... me aburre. Ya sé, abre la guantera y fíjate si hay unas botellitas de vodka saborizada.

Tentadora propuesta, pero tenía una mejor, -¿Y si no vamos a la cena?

-¿Tu quieres que tu madre me asesine?

-AAGH,- empecé a revisar la guantera, -no los soporto.

-Que pena porque ya llegamos... Pero tranqui, hoy estoy charlatana, quizás te conceda un poco de paz. Hablando de paz, me encanta ese vestido y lo cortito que es, imagínate que tu padre haya invitado a un empresario ricachón...- me comentó mientras hacía cara de pervertida.

Tenía que admitir que me había sacado una sonrisa, le dí una botellita y otra la abrí... -Evitar esta cena no podemos,- me lo tomé de un trago y me recorrió toda la garganta ardiendo a su paso, -así que vamos.

Salimos en camino al restaurante favorito de mamá, no ingresaba cualquiera y los precios eran altísimos. Había una fila larga, pero con Pau la evitamos y nos dejaron pasar. Todo dentro era de color rojo, de los dos pisos fuimos al de arriba, la zona VIP. En ella había salas negras más privadas limitadas con cortinas de tela fina, nos metimos al salón de siempre y ahí estaban.

Mi madre estaba en una cabecera de la mesa larga y mi padre en otra, había solo dos asientos más -adiós a la idea de un ricachón-. Mi madre, Penélope Murray se llamaba, una mujer exitosa y conocida que lo único que me había heredado fue la plata y sus ojos color turquesa únicos en la ciudad, el pelo ella lo tenía rubio como el oro. Llevaba un elegante vestido negro y sostenía unos bien portados 40 años.

Pau poseía ya toda la confianza con mi familia, apenas llegó saludó en general, -helloo family.

A mi madre le encantaba verla, es como la hija que nunca tuvo... Ah no, si tenía, pero no soy lo que esperaba seguramente. -Hola, pelirroja, las extrañé... siéntense.- Le hicimos caso.

No había mejor forma de empezar la cena que con las preguntas innecesarias que hacía mi padre, como siempre...-¿Cómo les fue hoy?- horrible, desastroso, quizás me suspendan o me despidan.

Pau vió mi cara y contestó ella, -bien, tuve que hablar con el juez en privado porque seguía sin tomar una decisión...

Mi padre no era tonto y conocía a Satán, -Aja... para hablar seguramente. ¿Y tú, corazón?

No sé por qué lo hice, pero mentí, -¡Perfecto!, va a pasar 10 años en prisión.

La cara de mi padre cambio completamente, estaba tenso, -que bien.

-¿Cómo se llama el culpable?- preguntó mi madre con sumo interés.

Odiaba hasta pronunciar su nombre, -Alec Howard, un joven sumamente creído e incompetente...

Noté enseguida que mi madre compartía una mirada de reproche hacia Charles, ¿qué ocurría con ese nombre? Si quería saber, pero prefería charlar lo menos posible esta noche.

***

Ya habíamos comido y esperábamos al postre, habré dicho como máximo cuatro palabras más. Me sentía cansada por lo que me levanté e informe a todos, -me voy, quiero dormir... Satán, ¿me llevas?

Pau me vio, estaba verdaderamente disfrutando la cena por lo que me irritó y voltee los ojos. -No te enojes, llévate mi auto,- me tendió las llaves, -tu madre seguro que me puede llevar luego a mi casa.

Mi mamá no dudó ni un segundo, -Por supuesto, cuídate cariño.

-Bye- dije y me fuí.

Nosotros vivíamos en un barrio privado y costoso alejado de la ciudad, estaba rodeado de campo cosa que me encantaba, pero quedaba a una hora de distancia y debía conducir por ruta. Lo único que quería era pegar mi cara a la almohada y morirme asfixiada si era posible.

No había nadie por las calles solo la oscuridad de la noche, no tenía con que distraerme y pensaba en mi lamentable jornada de trabajo. Mi celular se prendió gracias a una notificación de mail, por lo que pude ver era del juez y decía reporte de conducta. Ya estaba dudando si dar el auto contra un árbol, pero era de Paulina -si lo haces y te mueres, te desentierra y te mata de nuevo-. Luego me llegó otra notificación de Scarlett, informándome que las escoltas ya habían acudido y que estaba bien. Faltaban unos cinco minutos para llegar, pero unas luces de otro vehículo me encandilaron por detrás, intenté hacerle señas para que bajara la intensidad de la luz, pero nada. -Maldito me estás dejando ciega...

Ya no veía el camino y no podía continuar por lo que frené el auto y no con buenas intenciones. El otro auto también lo hizo detrás y abrí la puerta, cuando ya h**o menos distancia entre nosotros hablé con cero amabilidad, -podrías bajar un poquito las luces, ¿no te parece?

Un gran hombre de cabello negro venía directo hacia mí, -quizás, sí... Nicolle, ¿no?- estaba parado a una distancia la cual no le podía ver el rostro y entre mis ganas de dormir y mi mala visión no estába para intentar reconocerlo.

-¿¡Qué te importa!? Baja las fucking luces- me dí media vuelta para entrar al auto de nuevo, pero escuché sus rápidas pisadas acercarse, no me dió el tiempo de reaccionar cuando sentí un brazo agarrándome de la cintura y la otra mano tapándome la boca con un tipo de tela. Me sacudí los pocos segundos en los que pude estar consiente y lo escuché dirigirse a otro hombre, -que carácter de m****a, súbela, ya esta dormida-.

Luego de eso no supe nada más.

***

Fecha: 25 de setiembre de 2019.

Lugar: desconocido.

Desperté mareada y con dolor de cabeza, pero eso no fue lo que peor... Me encontraba en una cama enorme de acolchado blanco y delante de mí estaba el responsable de arruinarme mi trabajo, Alec Howard. Se hallaba a unos centímetros de la cama y solo llevaba puestos pantalones sueltos por lo que dejo ver su formado pecho y abdomen, su pelo marrón seguía desordenado y su mirada gris me recorría por completo. Daba esa vibra de rebeldía y juventud, concordaba con los 23 años que tenía. Gracias a la vista que me otorgaba se me dió por revisar en que condiciones estaba, por suerte, seguía teniendo el vestido puesto.

Él no hablaba, esperaba a que yo empezara, pero no le iba a dar el gusto, mucho menos me apetecía charlar con él.

Observé mi alrededor, estaba todo ordenado y límpio, a nuestra derecha estaban las únicas puertas y estábamos a la misma distancia, calculé el tiempo que me llevaría llegar y observé ese rostro que tanto odiaba. Seguramente ya había entendido que quería hacer, ya que me mostró una sonrisa de las suyas, observándolo con mayor detenimiento era una sonrisa que transmitía peligro y diversión al mismo tiempo... como la de un psicópata. Sin pensarlo dos veces bajé de la cama a toda velocidad.

¿Nunca tuvieron ese horrible presentimiento de que un monstruo te persigue por detrás y tienen que huir por su vida? Bueno, yo lo estaba viviendo y tanto la desesperación como el miedo recorrían mi cuerpo.

Golpeé la puerta sin detenerme y esta abrió, me recibió un pasillo amplio lleno de retratos, pero no pude avanzar mucho porque sus enormes brazos me sujetaron, no podía luchar contra tal fuerza. Rápidamente me llevó a la habitación de nuevo, mi cuerpo podía sentir su formado pecho en mi espalda y sus brazos que me sujetaban con fuerza al rededor de mi cadera prohibiéndome toda movilidad. Me soltó dentro y me alejé lo mayor posible -quede del otro lado de la habitación-, él solo se molestó en trancar la puerta y luego habló.

-Las vueltas de la vida abogada...- se arrimó a la mesita de luz que había al costado de la cama y abrió el cajón retirando unas esposas. Cerré los ojos, fue lo que hice como reacción automática, estaba encerrada sin salida con este chico que iba al gimnasio... yo era anti deporte por lo que mi fuerza era nula, ahora él tenía unas esposas por lo que mi cerebro iba aceptando mi destino. -Ahora te pondré las esposas tal cual como me las puso hoy.

Atravesó la cama y quede acorralada entre la pared y su cuerpo, de un movimiento rápido me jalo del brazo y me giró, mi rostro quedo apoyado con fuerza contra la pared y estaba totalmente expuesta por detrás. Me puso las esposas, no tan apretadas como esperaba y me susurró algo al oído con voz ronca, -bienvenida.

Me tiró a la cama y agarró una bandeja con comida que había en la otra mesita de luz, se sentó delante y me informo, -es 25 de setiembre, son las doce a. m. y debo darte de comer... así que colabora.

Me salió una pregunta boba, pero que la tuve que hacer para confirmar, -¿Por qué estoy aquí?

-¿No es obvio? Casi me metes preso, ¿tienes una mínima idea de quién soy?

-No te considero ni humano, te lo merecías.

Suspiró con cansancio y en su rostro percibí tristeza, -tú no sabes nada, todas las personas hacen siempre cosas malas, no hay angelitos en este mundo.

-Por supuesto que si, yo en mi vida hice nada que violara la ley.

Otro suspiro, ¿sus ojeras eran naturales o era por qué había pasado noches sin dormir? Me acercó la cuchara con un tipo de sopa a mi boca y llevé mi cabeza a otro extremo -ni pienses que voy a comer eso.

-Te lo advertí angelito-. Se levantó y yo intenté pararme, pero se puso a horcajadas encima de mis piernas dejándolas totalmente sin posibles movimientos. Mis manos estaban con esposas por lo que solo tenía el torso para moverme, pero estaba entre las almohadas y su cuerpo, era imposible. -Quítate de arriba mío, das asco.

No me hizo caso y arrimo más la cuchara, apreté mis labios con toda fuerza posible y moví mi cara desesperadamente, la sopa que había en la cuchara se derramó y mancho las blancas frazadas. Miramos la mancha y luego a nosotros, se había molestado y lo veía en sus ojos dilatados... Un repentino y fugaz movimiento hacia mí, había recibido una fuerte cachetada de su parte que me dejo ardiendo la mitad de la cara, -me las vas a pagar-. Accedí a que metiera la cuchara en mi boca, arrastre el contenido para adentro y luego comentó, -eso, te conviene hacer caso.

Como no pensaba tragar la sopa parahacer mi venganza, esperaba a que pusiera toda su atención en recargar sopa, cuando lo hizo le escupí en su rostro lo de mi boca haciendo que cerrara los ojos. Hizo una mueca de disgusto y estuvo en la misma posición como quince segundos con comida esparcida en toda su cara, estaba a siete centímetros de mi rostro y se me salió una risa que ni yo prevenía. -Lo siento, no quería reírme... bueno si, pero es que mira tu cara...- seguí riéndome.

Abrió los ojos para observarme mientras yo seguía tentada y pensé que me iba a pegar de nuevo, pero solo sentí sus ojos en mi rostro. Cuando termine de reírme lo observe, el ambiente se había vuelto incómodo de un segundob para otro, él estaba arriba mío y podía sentir todo su ser. El enojo había desaparecido de un segundo para el otro y mis risas habían aportado confianza y fluidez a la situación.

Su reacción al verme reír fue totalmente inesperada, me veía con... ¿Admiración?. Después de un rato en la misma posición sin movernos comenté, -agradecería que sacaras tu asqueroso cuerpo de arriba mío.

Solo ese comentario bastó para que se levantara y se fuera de la habitación, quedándome completamente sola. A la media hora la puerta se abrió de nuevo, entraron dos tipos vestidos de color negro, lo primero que hice fue observar si llevaban armas, pero solo vi un trapo blanco húmedo en la mano de uno de ellos. Al acercarse, uno me sujeto y empecé a gritar mientras intentaba zafar de su agarre, pero con rapidez el otro me tapo la boca y la nariz con el trapo... otra vez, no supe nada luego de segundos.

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