Inicio / Romántica / Liberada o Amada / El Laberinto de la Perdición
El Laberinto de la Perdición

Fecha: 27 de setiembre de 2019

Lugar: Casa Howard, patio.

Nicolle

Me levanté temprano al otro día, no esperé a que apareciera nadie y salí. Estaba recién saliendo el sol y en la casa solo se encontraba soledad. La combinación del blanco característica de la mansión y la prolijidad, daban miedo.

Cuando me acerque al ventanal de la sala del comedor, pude ver que pasando el laberinto había unas chozas de paja y varias personitas de color rojo. Tentada por la curiosidad, decidí ponerme un vestido suelto -blanco porque no había otros colores- y unos zapatos.

El aire seguía siendo fresco lo que hizo que me rodeara el cuerpo con los brazos. Para poder llegar a las chozas que quedaban del otro lado debía de pasar el laberinto que estaba hecho con arbustos. Llegue hasta la entrada del mismo y me sentí pequeña, los arbustos eran altísimos y daba claustrofobia hasta ver el corredor de la entrada, -si entras, no vuelves-.

Me armé de valor y respiré profundo, cuando di mi primer paso me exalté por un grito alejado femenino detrás de mí. Me di vuelta luego de saltar del susto y venía Emma con su hermoso pelo largo dorado volando en el aire...

-Nicolle, ¿qué crees que haces?- dijo preocupada y su cara era de total espanto.

-Quería pasar el laberinto...

-Lo usamos solo para eventos familiares. Además, si no lo conoces, seguramente te pierdas en la locura dentro.

Un poco decepcionada de no poder entrar, volví hacia ella y empezamos a caminar juntas a la casa. -Lo siento.

Ella contestó, ahora más calmada -No pasa nada, por suerte no te vieron mis hermanos...

No habría mucha diferencia, me hubiesen advertido porque no sabía, pero pregunté por las dudas -¿Qué me harían ellos?

-Alec seguramente te taparía los ojos y atada te metería en algún punto donde se te sea difícil salir y si no lo haces en menos de 24 horas, él iría por ti. Y Jason... Jason te castigaría, ya que del otro lado del laberinto, tiene sus negocios y eso.

-¿Qué tipo de negocios? y...- trague saliva, me había dejado con la garganta seca al escuchar tal cosa, -¿qué tipo de castigo?

-Uno que no querrás saber...- ya habíamos llegado por lo que no me pudo contestar completamente, Jason esperaba con los brazos cruzados sobre el pecho.

-¿Dónde estaban?- pregunta él.

Su hermana le contesto con normalidad, -Le estaba mostrando el laberinto el cual no debe pasar. - y con eso se metió con paso bailarín a la casa. Yo solo miraba a Jason, quien se me había limitado a mirarme fijamente, él sabía que era escurridiza y en una lucha de quien mantenía más la mirada, intentaba descubrirme...

Desvíe mis ojos girándolos y le hablé, -Tranquilo, no voy a ir, no me interesa. Me interesa salir de aquí viva y sin ningún trauma.- pase por su lado, pero me agarro del brazo fuerte y me giró quedando frente a frente.

Casi en un susurro dijo -Te estaré vigilando...

Susurre de igual forma, -si, señor.

-Que chistosita te levantaste... Porque no vas a hacer reír a Emma, le vendría bien.

-No soy un puto payaso- al escuchar eso, una sonrisa apareció en él. Era la primera vez que lo veía sonreír, debía de hacerlo más seguido porque le quedaba mejor que sus rectos labios.

-Sí, eres nuestro payaso... ¿Te molesta? Puedes hacer otra cosa como... Ah no, no hay más opciones- me zafé de su agarre y me fui para el interior.

No se le da bien bromear a él...

Al ir llegando a la sala para desayunar y Jason detrás, veo a Alec quien ya estaba sentado observándome... tenía todo el tiempo esa sonrisa malévola. Emma estaba a punto de sentarse cuando se tropieza con sus mismos pies agiles y cae al suelo apoyándose en sus pálidas palmas. El sonido fue seco, pero lo que más se notó fue como las sonrisas que habían obtenido sus hermanos gracias a mi, se borraron al instante por su hermana.

Los dos salieron corriendo tras ella, levantándola y viendo que no estuviera lastimada. Yo me quede quieta, no entendía la exageración de sus hermanos, fue una caída boba y lenta. Emma, ya levantada, me observo de lado mientras sus hermanos tenían las manos sobre ella: analizando... De inmediato que encontró mi mirada observando la escena, se sonrojó y salió corriendo para afuera. 

Se había avergonzado.

Me quede observando a sus hermanos, Alec estaba arrodillado en el suelo con las manos en él intentando apoyar su pesadez, con cansancio y con tristeza, mientras que Jason se había recostado contra la pared con su frente. El mayor me observó luego de un rato, furioso... -VE A BUSCARLA, M****A.

Como resultado de su potente grito obedecí a su mandato y salí corriendo tras Emma. Al llegar afuera la encontré apoyada en el balcón que había estado la noche anterior.

-Emma, estas...

-Sí, estoy perfectamente... MÍRAME. No me paso nada.- dijo mientras señalaba sus palmas y rodillas.

-Lo sé- fue lo único supe decir.

-Son unos malditos exagerados, los odio.

Entendía como se sentía, hasta yo me había puesto incómoda, pero... ¿Por qué la cuidaban tanto? -Puedo preguntar...

-Desde que me... violaron, me tratan de esta forma. Como si estuviera frágil, sucia o dañada... Y me siento así todo el tiempo. Me siento contaminada... todos los días. Pero ellos no lo intentan olvidar, me lo recuerdan siempre.

Oh por dios, estaba llorando... y sentía que yo también lo iba a hacerlo. Me acerqué a ella y le pase un brazo por la espalda al mismo tiempo qie le daba un beso en su suave mejilla. Mantuve el mayor contacto con ella, para que sintiera que no me incomodaba. Ella respondió apoyando su cabeza en mi hombro mientras sollozaba, la deje así unos minutos hasta que freno.

-Lo siento...- me dijo.

Verla destrozada me hacía bajar todas mis defensas y responder, -En mi vida solo me llevé bien con una mujer y fue mi mejor amiga... Una vez que encuentro a alguien más, no me voy a despegar- le di un último abrazo mientras ella reía.

-Tú eres mi primera amiga y sabía que íbamos a serlo apenas te vi en el jurado.

-Aghhh ese juicio... ni me lo recuerdes.

¿Por qué te llevas bien con ella?

***

Luego de desayunar reímos por un gran rato, ella era la chica más dulce que había conocido... Sentía una conexión con ella, era totalmente algo diferente y más fuerte que con Paulina. Sus ojos color turquesa se veían cansados y melancólicos, pero su sonrisa intentaba demostrar todo lo contrario, hubiese hecho lo que sea para encerrar a ese violador antes del suceso. Supongo que la justicia no llega a tiempo en algunos casos.

Terminamos de hablar, pero ninguna de las dos se fue, veíamos el paisaje mientras pensaba cada una en sus asuntos, yo por mi parte pensaba en Paulina y mi padre... los extrañaba un montón y seguramente estaban desesperados por encontrarme. Había algunos minutos en los que tenía momentos buenos aquí, momentos en los que me hacían olvidar el exterior por completo y les tenía miedo... miedo a que me hagan acostumbrarme a ellos, a perder la intención de salir y disfrutar estar acá.

***

Ya era hora de dormir y todos estaban en sus habitaciones por lo que decidí que era el mejor momento de ir al laberinto. Me daba miedo, no iba a mentir, pero no tenía de otra si quería averiguar que negocios encabezaba Jason. Salí por detrás de la mansión directamente al campo, ya estaba de nuevo en la entrada de paredes gigantes.

Mire para la mansión y vi a un chico por el ventanal del lado de adentro y me metí rápidamente para que no me vieran. Se ponía cada vez más oscuro y apenas se podía ver una parte del cielo si mirabas para arriba, iba a actuar a través del arte del azar y rezaba para que saliera todo bien.

Primera decisión en este laberinto... ¿Derecha o izquierda? Nunca comiences con el pie izquierdo dicen, pero quizás estos psicópatas si preferían comenzar con este... Fui por el izquierdo y como no podía con la ansiedad ya iba cuatro veces tomando la misma decisión. No veía el final y suponía que no iba ni por la mitad, estaba entrando en pánico... no planeaba perderme en el laberinto.

Ya a la doceava doblada empecé a preocuparme, lo único que se veía era el verde oscuro de los arbustos, no había nada más. Me estaba quedando sin esperanza y sin razón, decidí volver, ya que si tomaba siempre la misma dirección acabaría en la entrada. Cuando lo hice, en el tercer camino había tres opciones, nunca me había aparecido tres caminos anteriormente, ¿o si?

Mis brazos empezaron a tocarme el pelo, morderme las uñas, rascarme sin razón... empecé a correr, correr hacia cualquier lado porque ya sentía que ni el aire encontraba aquí. Por un momento creí ver que los muros de arbustos se estaban cerrando, pero cerré los ojos para no confirmar tal idea. Mirando hacia atrás para confirmar que nadie me perseguía y corriendo a toda velocidad me peché contra algo alto y duro, el impacto hizo que aterrizara en el suelo hacia atrás y con los ojos cerrados. El golpe que me había dado en la cara era fuertísimo, ya sentía el chichón. Cuando pude reaccionar para ver contra que carajos me había dado, lo vi...

Alec estaba parado sin remera y con su mirada seria, su pelo estaba desordenado y los movimientos rápidos de su pecho demostraban que tenía la respiración acelerada. Con mi rostro en plena curiosidad de poder entender que le ocurría, baje la mirada a una de sus manos que se escondía detrás de su pierna.

-Que... ¿Qué tienes ahí?

-Nada- dijo secamente.

Insistí, -Alec.

-Nada- dijo un poco más fuerte.

Me levanté y me acerqué de a poco, nuestras miradas estaban unidas en todo momento. De un movimiento rápido intenté sacarle lo que tenia pero levanto el brazo dejándome ver lo que llevaba en aquella mano... Un cuchillo, filoso y rojo... Apenas pude ver, mis ojos se ampliaron con miedo y salí corriendo a algún lado lejos de el.

Me daba miedo Alec Howard sin arma, imagínense con una. Salí sin pensarlo, solo corría a cualquier dirección, no importaba. Sentía sus gritos desesperados llamándome, Emma me había dicho lo que haría si me encontraba acá, pero no si me encontraba con eso... ¿Me dañaría o me mataría?

No planeaba quedarme para saberlo.

Cuando ya habían pasado unos diez minutos frené, no podía respirar... Había parado en un punto que parecía ser el centro, un círculo que estaba rodeado por las entradas de todos los corredores. De a poco lo vi salir de uno enfrente de mí, no podía ni moverme... tenía ese dolor punzante en el abdomen bajo de cuando corres un montón. Fue acercándose lentamente con pasos largos, mientras que yo me alejaba con pasos chicos.

En un momento me alcanzó y estábamos enfrentados, lo único que podía pensar era: -es mi hora, hasta acá llegue... que fracaso-.

Aunque estaba seria y adolorida, mis lágrimas salían solas de mis ojos, recorriendo todo un camino silencioso. Él me observaba a centímetros, veía como seguía a la gota que salió de mi ojo, recorriendo mi cachete rosado, terminando en mi cuello y adentrándose en mi escote. Levanto la mirada y con un bajo siseo me coloco su mano en mi mandíbula y fue subiendo con su pulgar... Su toque era suave, bastante aceptable, pero al mismo tiempo desconfiando de la otra mano la cual tenía el arma.

Hipnotizada acercándome más a él, sabía que en cualquier momento levantaría el cuchillo y me lo clavaría satisfaciendo sus deseos. ¿Y por qué sigo avanzando?

Cuando abrí los ojos, su mano seguía en mi rostro, mi cuerpo y su cuerpo se encontraban en los pechos de cada uno para convertirse en uno y sus ojos grises, observaban los míos turquesas... Dos colores hermosos viéndose, inspirándose con esa mirada que daba a la puerta del alma, intentando descifrar los deseos del otro.

Habló bajo y roncamente, -no te voy a hacer daño, nunca te lo haría.

-¿Y por qué traes un cuchillo? - dije mientras nuestras bocas se acercaban cada segundo más, sintiendo las respiraciones pesadas.

-Un Howard es un peligro, pero no cuando tú eres de su pertenencia...

Ese comentario bastó para que yo me inclinara terminando cualquier desesperado deseo de poder tocar mis labios con los suyos, carnosos, finos, perfectos... Sus movimientos acompañaban los míos cremosa y lentamente, dejando que podamos saborearnos perfectamente.

Su otra mano -que ya había soltado el cuchillo- fue a mi espalda baja y la que tenía en mi rostro se apoyó en el pasto mientras se inclinaba para dejarme acostada suavemente, yo sujetaba mis brazos a su cuello para no permitir que me separe.

Cuando quede recostada sobre el frío pasto, siguió jugando con mis labios ahora dando paso a su lengua y disfrutando del interior de mi boca.

Con todo lo del trabajo no había tenido tiempo para cosas como estas, pero tampoco es que me atraían... Pero esto, esto fue diferente.

Su mano bajo despacio por mi vientre hacia mis muslos, dejando tiempo para que yo rechazara pero no lo hice.

Por arriba de la tela de mi vestido, acaricio mi parte sensible y un inocente gemido salió desprevenido de mí. Lo deseaba y hasta ahora no admitía cuanto, amaba esos sentimientos de calentura y peligro que él me podía dar. Siguió haciendo movimientos lentos y circulares sobre mi, calentándome... Mordió mi labio inferior con la intensidad justa y cuando me dirigía a concederle placer una rama se escuchó crujir detrás de nosotros.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo