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El punto de vista de Sofía

La noche era inusualmente tranquila, ese tipo de tranquilidad que te hace sentir como si el mundo estuviera conteniendo la respiración. Los bosques se extendían ante mí, densos y en sombras, iluminados sólo por la pálida luz de la luna que se filtraba a través de las copas de los árboles. Podía sentir la atracción dentro de mí, el hambre carcomiendo mis entrañas, exigiendo ser saciada. Había pasado demasiado tiempo desde mi última cacería y las bolsas de sangre que Ian me había proporcionado ya no eran suficientes. Necesitaba algo fresco, algo cálido.

Me moví silenciosamente entre la maleza, mis sentidos se intensificaron mientras escaneaba el área. El bosque estaba lleno de sonidos de criaturas nocturnas (el susurro de las hojas, el chasquido ocasional de una ramita bajo los pies), pero nada que pudiera satisfacer el hambre que se arremolinaba en mis entrañas. Necesitaba algo más sustancial. Un ciervo, tal vez, o incluso un excursionista extraviado si te
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