Dalia escuchó de Jonny que su padre los llevaría a vivir a la mansión, pero por lo que Marissa decía ellos todavía no se mudaban, además las diferentes charlas le daban a entender que ellos tres se valían por sí mismos entre ellos, nunca hablaba del señor Humberto. “El doctor me dijo que puedo llevarme a mi padre a casa, él puede visitarlo a diario ya que es vecino de nosotros, necesito preguntarte si quieres seguir trabajando con nosotros, sería tiempo completo, arreglaríamos tus días de descanso ¿Qué te parece?”. “Yo… no sé... Pablo todavía es muy pequeño…” “¿Qué te parece si llevas a Pablo a quedarse con nosotros también?”. Marissa asombrada y penosa. “Pero…” “Pero nada ya quedamos, tú y Pablo se quedarán en la mansión”. Dalia quería conocer al pequeño, del que escuchó muchas historias de Marissa. “Está bien, pero me gustaría que primero le dijéramos a Jonathan quiénes somos, hay tantos malentendidos alrededor no quiero más malos entendidos”. “Ok, hablaré con él, tú y Pablo m
Dalia observó la reacción de Marissa y entendió lo que pasaba, lástima que Daniel ya tenía a alguien que le gustaba, si no la haría de casamentera. Todos comieron muy animados entre charlas y ocurrencias de Pablo, disfrutaron de una buena comida. Jonny llegó más tarde, los saludo a todos para sentarse a un lado de Dalia, pero un grito lo alteró. “¡Eres tú, eres Jonathan!”. El niño gritó alegremente, conocían a Jonny de fotos y videos algunas veces su mamá les contaba sobre él. Jonny observo al niño, era de tez clara ojos negros y cabello del mismo color, para su edad era alto y muy simpático. Tenía un gran parecido a…. “¿De quién es el niño?”. Preguntó molesto. Marissa se le
Al terminar recogieron la mesa y se reunieron en la sala. Humberto los observaba ya eran muy grandes, los años habían pasado tan rápido. “¿Quería saber que han pensado de vivir conmigo en la mansión?”. Ellos se miraron mutuamente y Marissa contestó. “No podemos por el momento, tengo un trabajo cuidando a un paciente y puedo llevar a Pablo a quedarse conmigo, Mauricio está trabajando y casi no está en la casa”. El rostro del hombre cambió, estaba triste, sus hijos no querían estar con él. Marissa observó su rostro y se sintió mal. “Puedes darnos más tiempo”. Él aceptó. Pablo miraba a su padre, ya era un hombre con el cabello blanco como el abuelo Carlos. “Podemos… podemos ir al parque, si quieres”.
Era un hombre muy guapo a pesar de las circunstancias, con el tiempo empezó ayudar a Marissa a darle baños de esponja, aprendió la técnica de masaje para sus brazos y piernas, ayudaba también afeitando su barba crecida. Había una gran tristeza en el rostro de Angela, pero ella era una persona muy reservada, sólo habló con su madre una vez y le contó que su esposo le pidió el divorcio para casarse con otra mujer mucho más joven. Su matrimonio se había estancado desde hace años, él no llegaba a dormir ni la procuraba, así que aceptó la separación para que él fuera feliz. El hombre le entregó una gran suma de dinero para que no hiciera una escena, ni escándalos por la separación y el engaño, él estaba consciente de que en su familia todo eran abogados prestigiosos, ella no protestó solo le pidió la custodia completa
El señor Carlos y Anita notaron que no había nadie en el patio solo los niños jugando con Angela, el doctor y su familia. Se levantó y entró a la casa, todos estaban reunidos en la sala. “¿Qué pasa por que todos están adentro?”. Preguntó el confundido. Amelia alzó su rostro, vio a su padre, se levantó y caminó rápidamente hacia él. “¡Papa!”. Lo abrazo fuertemente antes de que él reaccionara. El señor Carlos de la impresión la apretó fuerte sintiendo un dolor en el pecho. Amelia sintió como su padre caía. “¡Papá! ¿Qué pasa?”. Joel y Daniel lo levantaron acomodándolo en el sillón, mientras le gritaban al doctor y a Marissa, suerte que estaban en casa. Ellos entraron y ayudaron al señor Carlos dando los primeros auxilios, lo llevaron arriba donde estaba Lázaro, había to
Regresaron al puerto, como ella adivino se necesitaba de barcos que pudieran buscar a las personas y los restos, ya que era una zona con pocos habitantes, se quedó junto a Samuel en un pequeño restaurante. Loreta regresó por la noche a su mansión que estaba ubicada cerca de ahí, era muy grande, tenía un gran jardín y en el patio trasero quedaba la orilla del mar, le gustaba estar en lugares aislados de la gente. Al día siguiente, los sirvientes que trabajan por algunas horas en la mansión hablaban del accidente. “Dicen que en el avión iban una pareja, el piloto y la azafata” “Si, encontraron al piloto y a la azafata muertos. “El hombre estaba vivo pero muy grave”.
Samuel era una persona ocupada y dedicada a su carrera, salvaba muchas vidas, no tendría el tiempo para educar de manera correcta a Lucas y ella no permitiría que el dejara de buscar a alguien a quien amar, por convertirse en padre de un niño que no era de él. Más tarde Loreta trabajaba en su despacho, Samuel entró, tomó los documentos de la investigación para leerlos, cuando terminó la miró fijamente. “Ella es compatible…” Loreta se levantó del escritorio y caminó hacia la ventana, empezó a llorar sin control Samuel la abrazo. “Tienes una oportunidad Loreta, te das cuenta, hay una oportunidad”. Cuando se calmó le dijo: “Pero ella está embarazada ¿No puede ser donante por el momento?”. “Esperemos a que despierte y hablem
Amelia a pesar de tener poco de tratarlo, lo conocía bien. “¿Quieres cargarla?”. Él asintió, Amelia se levantó de la mecedora y puso a la pequeña en los brazos de Lucas, la observaba detenidamente, sus brazos, sus labios, sus ojos, su boquita, era tan pequeñita y frágil, acaricio su mejilla tal como lo hizo Amelia. Levantó su cabeza y miró fijamente a Amelia. “Yo prometo que el resto de mi vida la protegeré”. Amelia sonrió y asintió hacia el pequeño, se veía tan decidido. “No he pensado en el nombre de esta bella damita, ¿Cómo crees que deba llamarse?”. Ella le preguntó a Lucas. Lucas lo pensó un poco y miró hacia el paisaje de la ventana, giró para ver a Amelia y le dijo. “Marina… ella nació cerca del mar…” Amelia sonri