Pasaron los minutos Dania esperaba que el se quedara dormido, cuando al fin paso, Dania se levantó muy despacio, salió de la habitación en silencio, abrió despacio la puerta principal para caminar hasta la reja, mientras vigilaba la casa buscaba como trepar, subió un árbol con cuidado y saltó al otro lado, pero se lastimó el tobillo. “Demonios”.
Camino entre los árboles buscando un camino alejándose de la casa, se escuchaba el ruido de los insectos y animales que vivían a los alrededores, ella con miedo seguía caminando despacio sintiendo el dolor en su pie.
Estaba perdida, no había más que árboles a su alrededor, cansada se sentó en el piso cerca de un árbol acariciando su tobillo, sollozaba en silencio.
De repente se escuchó ruido entre los matorrales, ella trató de esconderse haciéndose bolita para que no la n
Al terminar de comer subieron juntos a la habitación, entró al baño, con la prueba de embarazo y Eugenio la esperaba sentado en la cama emocionado. Ella salió del baño con la prueba en la mano, Eugenio se la arrebató y la tomó en sus manos para hacer lo que siempre hacía caminar por la habitación esperando, minutos después se detuvo en la ventana y la levantó para mirar el resultado, giro para ver a Dania sentada en la orilla de la cama viéndolo. Él sonrió y le dijo. “¡Es positivo!”. Ella dejó caer sus lágrimas en silencio mirándolo con angustia y fingió una pequeña sonrisa. Eugenio feliz la levantó abrazándola feliz. “Dania seremos padres, es lo mejor que me ha pasado, verás que esto cambiará todo... tu… me amaras más ahora que tendremos un hijo”.
Teresa cortó la llamada saco la tarjeta SIM del celular para guardarla y aplasto el aparato, condujo hasta el lugar donde quedaron de verse, el abogado llegó unos minutos más tarde, le entregó el dinero y le dijo que se escondiera por el momento, ella rento un lugar pequeño en una colonia pobre y marginada, surtió productos para sus necesidades diarias, una peluca y lentes de sol grandes, no salió en los siguientes días, hasta que el abogado la llamara. Teresa desesperada de estar encerrada, decidió salir, se vistió con ropa negra, se acomodó la peluca y los lentes, subió al auto usado y viejo que su abogado le consiguió solo para emergencias, ella fue directo a la casa donde vivía con Lázaro, estuvo varios minutos cerca del portón entre los árboles espiando lo que pasaba dentro de la casa, se abrieron las rejas y un auto salió, en el coche iban Dalia y Lázaro, ella los siguió hasta un restaurante.
En el camino Elías giraba para ver a Jonny que estaba mirando sus manos. “Jonny... ¿Estás bien?”. Elías le comentó. Jonny giro para verlo. “Yo… nunca antes había presenciado algo así… no sabía qué hacer…” “Jonny lo que hiciste, fue muy bueno, sino lo auxiliabas, él podría haber muerto antes que llegaran los paramédicos”. Jonny asintió recordando a su madre en ese momento, giró hacia atrás para ver a Dalia y acaricio su mejilla. Ya en el hospital Jonny acompañaba a Dalia en una camilla hasta que despertara, la examinaron, pero todo era normal, solo esperaban que ella despertara, Elías vigilaba la sala de operaciones, ya había pasado una hora, pero por las heridas Elías sabía que tardarían mucho mas tiempo, solo pedía que
Ellas estaban en la calle hablando, la gente las observaba, los hombres de Elías se acercaban lentamente mientras grababan la conversación que hasta este punto las implicaba a ambas. Teresa notó a los hombres, así que tomó a Magdalena y amenazó con cortarle la garganta, los hombres y la policía encubierta se detuvieron. “No se acerquen o la mataré”. Teresa amenazaba. Magdalena lloraba rogándole. “Por favor Teresa vamos a entregarnos, por favor”. “¡Cállate! ¡Deja de hablar!”. Le gritaba a Magdalena. “Eres una desagradecida, te apoyé en tu carrera, te conseguí el mejor puesto en el hospital, me deshice de mamá y papá para que no tuvieras que sufrir por culpa de ellos y así es como me pagas”. Magdalena estaba conmocionada e
Teresa le explicó. “No lo recuerdas, ese maldito Leopoldo, me obligaba hacer cosas horribles y si no hacía caso te lastimaría a ti, así que nunca dije nada por salvarte, pero tu… eres una malagradecida, cuando necesite de ti, me ayudaste y luego te arrepentiste…” “Esta mal lo que hicimos Teresa, no debimos robar a la niña, le quitamos a su fam…”. Trataba de hacer entender a su hermana. Teresa la interrumpió. “Lo ves, desde que te arrepentiste, dejaste de ser mi hermana, así que no quiero volver a verte nunca”. Ellas estaban en la calle hablando, la gente las observaba, los hombres de Elías se acercaban lentamente mientras grababan la conversación que hasta este punto las implicaba a ambas. Teresa notó a los hombres, así que tomó a Magdalena y amenazo con cortarle la garganta, los hombres y la policía encubierta se detuvieron. “No se acerquen o la matare”. Teresa amenazaba. Magdalena lloraba rogándole. “Por favor Teresa vamos a entregarnos, por favor”. “¡Cállate! ¡Deja de hablar!
Dalia escuchó de Jonny que su padre los llevaría a vivir a la mansión, pero por lo que Marissa decía ellos todavía no se mudaban, además las diferentes charlas le daban a entender que ellos tres se valían por sí mismos entre ellos, nunca hablaba del señor Humberto. “El doctor me dijo que puedo llevarme a mi padre a casa, él puede visitarlo a diario ya que es vecino de nosotros, necesito preguntarte si quieres seguir trabajando con nosotros, sería tiempo completo, arreglaríamos tus días de descanso ¿Qué te parece?”. “Yo… no sé... Pablo todavía es muy pequeño…” “¿Qué te parece si llevas a Pablo a quedarse con nosotros también?”. Marissa asombrada y penosa. “Pero…” “Pero nada ya quedamos, tú y Pablo se quedarán en la mansión”. Dalia quería conocer al pequeño, del que escuchó muchas historias de Marissa. “Está bien, pero me gustaría que primero le dijéramos a Jonathan quiénes somos, hay tantos malentendidos alrededor no quiero más malos entendidos”. “Ok, hablaré con él, tú y Pablo m
Dalia observó la reacción de Marissa y entendió lo que pasaba, lástima que Daniel ya tenía a alguien que le gustaba, si no la haría de casamentera. Todos comieron muy animados entre charlas y ocurrencias de Pablo, disfrutaron de una buena comida. Jonny llegó más tarde, los saludo a todos para sentarse a un lado de Dalia, pero un grito lo alteró. “¡Eres tú, eres Jonathan!”. El niño gritó alegremente, conocían a Jonny de fotos y videos algunas veces su mamá les contaba sobre él. Jonny observo al niño, era de tez clara ojos negros y cabello del mismo color, para su edad era alto y muy simpático. Tenía un gran parecido a…. “¿De quién es el niño?”. Preguntó molesto. Marissa se le
Al terminar recogieron la mesa y se reunieron en la sala. Humberto los observaba ya eran muy grandes, los años habían pasado tan rápido. “¿Quería saber que han pensado de vivir conmigo en la mansión?”. Ellos se miraron mutuamente y Marissa contestó. “No podemos por el momento, tengo un trabajo cuidando a un paciente y puedo llevar a Pablo a quedarse conmigo, Mauricio está trabajando y casi no está en la casa”. El rostro del hombre cambió, estaba triste, sus hijos no querían estar con él. Marissa observó su rostro y se sintió mal. “Puedes darnos más tiempo”. Él aceptó. Pablo miraba a su padre, ya era un hombre con el cabello blanco como el abuelo Carlos. “Podemos… podemos ir al parque, si quieres”.