Daniel entró a su oficina buscando el número de Robert en la agenda, la llamada entró.
“Hola”.
“¿Robert Anderson?”.
“Si”.
“Robert, soy Daniel Jenkins hermano de Dania… ¿Quería saber si puedo hablar con ella?”.
Robert se levantó del sillón. “Ella no está conmigo… la invite unos días, pero nunca llego al aeropuerto”
Daniel está exasperado. “Demonios”.
“¿Qué pasa? ¿Dónde está?”. Robert estaba preocupado.
“No sabemos nada de ella desde el viernes… el chofer la llevó al aeropuerto y la dejó en la entrada sin problemas, pero no hemos podido comunicarnos con ella”.
Dalia miró a Azucena. “¿Quieren que vaya a México?”. Azucena y Elías asintieron. Jonny corto la plática. “No vas a ir, esa mujer es peligrosa”. Se negó rotundamente. Dalia rodó los ojos. “Mi papá está en peligro Jonny, es hora de que esa mujer pague, voy a ir a México, Daniel, Román y tú se encargaran de buscar a mi hermana y me mantendrás informada”. Jonny no aceptaba. “No, yo iré contigo”. Dalia triste le contestó. “Tienes que quedarte aquí, tienes que ayudar a encontrar a mi hermana Jonny”. Jonny se quedó en silencio por unos segundos, se apretó las sienes, no convencería a Dalia. “Está bien”. Molesto afirmó y miró a Elías. “La tienes que cuidar”.
Cuando la secretaria salió recogió la correspondencia y la llevó a la oficina, Elías examinaba unos papeles mientras la secretaria le dejaba en el escritorio las cartas, revistas y sobres para después salir a seguir con su trabajo. Salvador entró. “Hola amigo, ¿Vamos a comer juntos?”. Elías sólo levantó la cabeza negando. Salvador no contentó. “Oye enterrarte en el trabajo no te va a ayudar, ya verás que Dania aparecerá”. El fisgoneaba en la correspondencia mientras hablaba, observaba el correo y revistas para hojearlas, encontró el sobre que se veía sospechoso y lo tomó. Sentándose erguido en el sillón examinaba el sobre, solo tenía el nombre de Elías, no llevaba dirección de donde lo mandaban, lo abrió y encontró
<<Flashback de Dania>> Aeropuerto de USA algunos meses antes… “Dalia”. Ella giró para ver al hombre que le llamaba. “Eugenio. “¿Por qué estás aquí?”. Dania no lo había visto en años y tampoco sabía lo que pasó en la empresa y con Robert. “¿Podemos hablar?, quisiera pedirte perdón por todo lo que te hice”. Ella lo miró. “No es necesario, el pasado está en el pasado”. Dania se iba a girar para entrar al aeropuerto, pero él le rogó. “Por favor, solo dame unos minutos, te lo suplico”. Ella miró ambos lados de la carretera indecisa. “Solo será poco tiempo, lo prometo, mira ahí una cafetería, vamos”. Ella lo miro y busco l
Pasaron los minutos Dania esperaba que el se quedara dormido, cuando al fin paso, Dania se levantó muy despacio, salió de la habitación en silencio, abrió despacio la puerta principal para caminar hasta la reja, mientras vigilaba la casa buscaba como trepar, subió un árbol con cuidado y saltó al otro lado, pero se lastimó el tobillo. “Demonios”. Camino entre los árboles buscando un camino alejándose de la casa, se escuchaba el ruido de los insectos y animales que vivían a los alrededores, ella con miedo seguía caminando despacio sintiendo el dolor en su pie. Estaba perdida, no había más que árboles a su alrededor, cansada se sentó en el piso cerca de un árbol acariciando su tobillo, sollozaba en silencio. De repente se escuchó ruido entre los matorrales, ella trató de esconderse haciéndose bolita para que no la n
Al terminar de comer subieron juntos a la habitación, entró al baño, con la prueba de embarazo y Eugenio la esperaba sentado en la cama emocionado. Ella salió del baño con la prueba en la mano, Eugenio se la arrebató y la tomó en sus manos para hacer lo que siempre hacía caminar por la habitación esperando, minutos después se detuvo en la ventana y la levantó para mirar el resultado, giro para ver a Dania sentada en la orilla de la cama viéndolo. Él sonrió y le dijo. “¡Es positivo!”. Ella dejó caer sus lágrimas en silencio mirándolo con angustia y fingió una pequeña sonrisa. Eugenio feliz la levantó abrazándola feliz. “Dania seremos padres, es lo mejor que me ha pasado, verás que esto cambiará todo... tu… me amaras más ahora que tendremos un hijo”.
Teresa cortó la llamada saco la tarjeta SIM del celular para guardarla y aplasto el aparato, condujo hasta el lugar donde quedaron de verse, el abogado llegó unos minutos más tarde, le entregó el dinero y le dijo que se escondiera por el momento, ella rento un lugar pequeño en una colonia pobre y marginada, surtió productos para sus necesidades diarias, una peluca y lentes de sol grandes, no salió en los siguientes días, hasta que el abogado la llamara. Teresa desesperada de estar encerrada, decidió salir, se vistió con ropa negra, se acomodó la peluca y los lentes, subió al auto usado y viejo que su abogado le consiguió solo para emergencias, ella fue directo a la casa donde vivía con Lázaro, estuvo varios minutos cerca del portón entre los árboles espiando lo que pasaba dentro de la casa, se abrieron las rejas y un auto salió, en el coche iban Dalia y Lázaro, ella los siguió hasta un restaurante.
En el camino Elías giraba para ver a Jonny que estaba mirando sus manos. “Jonny... ¿Estás bien?”. Elías le comentó. Jonny giro para verlo. “Yo… nunca antes había presenciado algo así… no sabía qué hacer…” “Jonny lo que hiciste, fue muy bueno, sino lo auxiliabas, él podría haber muerto antes que llegaran los paramédicos”. Jonny asintió recordando a su madre en ese momento, giró hacia atrás para ver a Dalia y acaricio su mejilla. Ya en el hospital Jonny acompañaba a Dalia en una camilla hasta que despertara, la examinaron, pero todo era normal, solo esperaban que ella despertara, Elías vigilaba la sala de operaciones, ya había pasado una hora, pero por las heridas Elías sabía que tardarían mucho mas tiempo, solo pedía que
Ellas estaban en la calle hablando, la gente las observaba, los hombres de Elías se acercaban lentamente mientras grababan la conversación que hasta este punto las implicaba a ambas. Teresa notó a los hombres, así que tomó a Magdalena y amenazó con cortarle la garganta, los hombres y la policía encubierta se detuvieron. “No se acerquen o la mataré”. Teresa amenazaba. Magdalena lloraba rogándole. “Por favor Teresa vamos a entregarnos, por favor”. “¡Cállate! ¡Deja de hablar!”. Le gritaba a Magdalena. “Eres una desagradecida, te apoyé en tu carrera, te conseguí el mejor puesto en el hospital, me deshice de mamá y papá para que no tuvieras que sufrir por culpa de ellos y así es como me pagas”. Magdalena estaba conmocionada e