Víctor se volvió hacia Lázaro ambos asintieron tacitamente. Lázaro se acercó a Amelia. Minutos después el doctor salió.
“¿Familiares del Sr. Montenegro?”.
“Soy su hija, ¿Como está?”.
“El Sr. sufrió un paro cardiaco, por demasiado estrés, su corazón está estable por el momento, pero necesitará descansar”.
“¿Puedo verlo?”.
“Cuando sea traslado a la habitación. Estará en observación durante unos días”.
“Gracias Doctor”.
El doctor se retiró y Amelia estalló en llanto, Lázaro la abrazo, se veía tan frágil, como si se fuera a romper.
“Tranquila, el doctor dijo que estaba bien, se fuerte p
“Estamos en los últimos preparativos y los exámenes son muy pesados, la próxima semana, estaré más tiempo aquí en casa”. Sr. Carlos respiró profundo. “Hablaremos más tarde, iré a dormir un poco, estoy cansado”. Su padre no quería discutir frente a Rose. “Sí papá”. Él se fue a su habitación, ellas entraron en la habitación de Amelia. “¿Qué pasó?, ¿Dónde estabas?, tu padre no ha dormido en toda la noche, casi llama a la policía y pone la ciudad al revés para encontrarte”. “Lázaro y yo estuvimos en una cabaña a las afueras de la ciudad, Rose fue increíble”. “¿Por qué no me llamaste para ayudarte con la coartada?”. “No me di cuenta
“Es increíble, ¿Tú la hiciste?”. “Si, yo la diseñe, vez los detalles de la guitarra, están tallados finamente, solo tiene dos cuerdas, las cuerdas recorren el mástil hasta llegar a la cejuela para unirse detrás del clavijero, esos significamos nosotros, dos corazones siempre juntos, el puente de la guitarra sería el inicio cuando nos conocimos. Yo tengo la mía, pero en mi collar mira”. Ella le mostró una cadena de plata que llevaba en el cuello, tenía el mismo dije. “Son únicos y nunca habrá otros iguales”. Amelia le dijo con una gran sonrisa. “Me gusta mucho”. Lázaro se acercó, tomó su rostro con sus manos y le dijo. “Amy… mi dulce Amy, Te amo”. Se abrazaron durante mucho tiempo, antes de que llegaran Víctor y Rose a despedir a Lázaro. Pasaron algunos días, Amelia trabajaba durante el día y por la noche se encontraba con Lázaro. Su padre estaba muy molesto, notó el cambio de Amelia y se enteró que Lázaro regresó a la ciudad. Hablaría con él personalmente para terminar con esto de una vez. En un restaurante de la ciudad Lázaro estaba sentado frente al Sr. Carlos a su lado estaba Braulio su mayordomo. “Señor, es bueno que hablemos, me gustaría arreglar las cosas por Amelia”. Comentó Lázaro respetuosamente. “¿Crees que te mereces estar con mi hija?”. Preguntó el Sr. Carlos. “Lo creo señor, la amo y quiero casarme con ella”. Lázaro dijo firmemente. “¿Qué tienes para ofrecerle?”. “No soy rico, no tengo familia,CAPITULO 37 SALVE A MI ESPOSA
Se escuchó el monitor… “Doctor, hay mucho sangrado”. El doctor se acercó y empezó a auxiliar, Rose perdía poco a poco el conocimiento antes de cerrar sus ojos susurró. “Cuida a mi Azucena”. Víctor le gritaba. “Rose, Rose, no te vayas, aguanta, Rose por favor”. Trataron de salvarla, pero fue inútil. Sacaron a Víctor de la sala porque estaba histérico gritando, afuera Lázaro lo detuvo junto con el Sr. Carlos y el solo se dejo caer al suelo, llorando y repitiendo el nombre de Rose”. Amelia negaba con la cabeza y sollozaba fuertemente en la silla. No entendía porque pasaba esto, Rose se había ido… su amiga se fue y dejó a una bebe. Le dolía ver a Víctor en ese estado. &nbs
Tiempo después la grabación del disco de Lázaro no se realizó, esta vez todo el proceso tuvo dificultades, el padre de Amelia movió influencias para obstaculizar a Lázaro, pero nuevamente el no menciono nada a Amelia, no quería que ella siguiera triste por la situación de que su padre no lo aceptaba, hasta que un día Teresa la citó en un café para hablar con ella. “Bueno, dime que necesitas” Dijo Amelia. Teresa tomó un sorbo de su café y con una pequeña sonrisa lamentable le dijo. “Solo estoy aquí por Lázaro, no busco madamas”. Amelia escuchaba sin decir nada. “Sabes sobre el nuevo disco, ahora estamos buscando una disquera independiente, pero hemos tenido muchos inconvenientes…” Amelia seguía en silencio.
Amelia se sentó en el sillón al lado de él, empezó a llorar, estaba tan cansada de las presiones de la empresa y el discutir constantemente con su padre sobre esta situación. “Lázaro lo siento, lo siento mucho, es mi culpa mi papá no permite que estemos juntos”. Lázaro suspiro y beso su frente.“No te lo dije porque no quería que te pusieras así, son suficiente los problemas que tienes”. “Pero tu estas sufriendo aún más, si no te dejan grabar que haremos”. Lázaro la abrazo. “Lo resolveremos, no te preocupes, juntos somos muy fuertes, ya pensaremos en algo”. Se abrazaron durante un rato y decidieron pedir comida a domicilio. Cuando ya estaba servida en la mesa y empezaron a comer, Amelia solo jugaba un poco con su comida,
Amelia asintió no podía creerlo, la sorpresa de su cara cambió a una gran sonrisa. -Un bebe, mío y de Lázaro, pero nos cuidamos… ¿Cómo pasó?, bueno no importa eres bienvenido a nosotros bebe y te amaremos con todo el corazón, tu papá y yo te protegeremos-. Pensaba mientras acariciaba su vientre, quería llamar a Lázaro y contarle, pero la mejor manera de hacerlo era personalmente, decidió esperar a que él regresara. ……………………………………………………………… En otro lugar… Mientras Lázaro se presentaba en el programa, Teresa atendía una llamada de su primo Raúl. “¿Qué noticias me tienes?”. “No vas a creerlo, Amelia ya no es la presidenta de la compañía, al parecer el papá regresó dejándo
“No te preocupes papá sé lo que tengo que hacer”. Ella salió del estudio y fue a su habitación a empacar su maleta para irse al departamento de Lázaro, ya no había vuelta atrás decidió luchar junto con el hombre que amaba, ahora no solo eran ellos había un bebe en camino. Cuando bajó las escaleras su padre estaba cenando, él vio la maleta de Amelia y se paró al instante para detenerla. “¿A dónde vas Amelia?”. Preguntó con pánico en su rostro. “Tome una decisión, me iré con Lázaro, puedes hacer con la empresa lo que te dé la gana, Lázaro y yo resolveremos todo lo demás”. El padre de Amelia gritó. “¡No puedes irte!” pero en un instante su voz cambio “No puedes… no puedes”. Y cayó al suelo. “¡Papa!”. Amelia soltó la maleta y corrió a asistir a su padre. <