Lazos Malignos [Libro 2]
Lazos Malignos [Libro 2]
Por: Fer
PREFACIO

—Roger, necesito que me expliques que está pasando— reclamó una joven viendo a su esposo.

Ella no comprendía lo que había pasado pero las palabras de la anciana mujer se repetían una y otra vez en su mente: “Tu, tu traerás al mundo a la portadora”. ¿Qué se supone que significaba eso?

—Lo lamento tanto, Lydia— el hombre le hizo frente a la chica, su mirada se había entristecido —. Fui un completo egoísta al ocultarte esto, pero tenía miedo a que me dejaras si lo sabias, y estoy tan perdidamente enamorado de ti que no quise perderte.

—También te amo, Roger, pero por favor, necesito saber que significa, porque la verdad no entiendo nada de lo que paso en la fiesta.

El hombre miró a su mujer.

Aun no podía creer que el día de su boda, su tía le había arruinado la fiesta con esas simples palabras. Sabía que, en algún momento, algún día, tendría que hablar con su esposa sobre su historia familiar, pero nunca creyó que sería el mismo día de su matrimonio.

—Solo prométeme que escuchar con calma, y que no te iras, por lo menos no esta noche.

La mujer lo miró sin entender, pero una mala sensación le recorrió la espina dorsal. Simplemente asintió para que su esposo le contara la verdad de su duda.

—Hace muchos siglos, los Lockwood llevaron a esta región junto a otras familias, con ayuda de una poderosa familia lograron establecerse en Melrose, para ofrecerle protección a estas tierras. Las guerras por territorios entre humanos y sobrenaturales no tardaron en aparecer, afectándonos a todos — el hombre miró al suelo, incapaz de mantener la vista en los ojos de su esposa —. Uno de mis ancestros se enamoró de un humado y mantuvo con él una relación en secreto, pero el destino les jugó una mala pasada, él murió en la guerra contra los sobrenaturales, cuando se negó a atacar. En su desesperación, ella rescató el cuerpo de su amado y con ayuda de su hermana hicieron un ritual.

—Lo sepultaron como a uno más de los nuestros— soltó la mujer castaña, el hombre negó.

—Hicieron un ritual de resurrección, un ritual prohibido para cualquier sobrenatural— la mujer ahogó un grito al escuchar las palabras de su esposo —. Los Dioses no se lo tomaron para nada bien, enfurecidos por ese acto de rebeldía hacia el orden natural que de la vida que siempre han respetado, así que permitieron que un Demonio lanzara una maldición sobre la sangre de los Lockwood, esta primeramente afectó a ambas hermanas, pero también afectaría a otro miembro de la descendencia familiar.

—¡Por todos los Dioses, Roger!

La mujer se sentó en una banca que estaba cerca de ella, procesando la información salida de la boca de su ahora esposo.

—Sé que es una información fuerte y nada fácil de digerir, y no te culparía si quieres dejarme, mi amor, estás en todo tu derecho de hacer— apretó los labios —, te prometo que aceptaré tu decisión, por más que me duela.

Lydia se llevó las manos al rostro, no sabía que decir, o que hacer, solo tenía una cosa clara en ese momento.

—No voy a dejarte, Roger, jamás podría hacerlo— esas palabras hicieron latir con fuerza el corazón del hechicero—. Te amo demasiado como para separarte de ti— se levantó de la banca y se acercó a él —, pero debes prometerme que no volverás a ocultarme nada, absolutamente nada.

—Te lo juro por lo más sagrado que tengo en esta vida, tú, Lydia Grey.

Se abrazaron con fuerza, tanta que parecia que las costillas se les romperían. Lydia apoyó la cabeza en el pecho de su esposo, escuchaba el latir de su acelerado corazón. Roger aún no creía lo que había pasado, la maravillosa mujer que había conocido hace años aún estaba a su lado, a pesar de haberle ocultado este gran secreto. Ella no se alejaría de él, pero sabía que debía explicarle más sobre la maldición que perseguía a su familia.

—Entonces, ¿lo que afirma tu tía es verdad?, que yo traeré al mundo al portador o portadora de la maldición.

—Tía Gina siempre ha estado loca, incluso para nuestro mundo, pero su intuición nunca ha fallado, temo que sea verdad lo que dice.

—Pues si llega a ser así, lo afrontaremos como una familia unida, lo o la amaremos de la misma forma.

—No lo dudes, amaría a cualquier criatura que fuera mitad tú y mitad yo.

Lydia se separó un poco de su esposo, sus ojos conectándose en una fusión de verde y café —. Solo tengo una pregunta más.

—Te responderé lo que quieras.

—¿En qué consiste la maldición de los Lockwood?

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