"Junne," Murmuró su mamá. Jun levantó su mano para detener sus excusas, y cerró los ojos, respirando profundo para intentar tranquilizarse. Jonathan los llevó a la salida, ya que no quería conversar dentro de la casa, previniendo que escucharan la conversación. "¿Por qué no me dijeron nada?" Dijo una vez estuvo cerca de su auto. "¿Era necesario ocultarlo de mí?" "... Mientras menos personas supieran era mejor." Juliette lo miró con ojos tristes. "Tu padre puede ser muy persuasivo." "¿Quiénes sabían?" "Solo cuatro personas, incluyéndome. Tu abuelo, uno de los farmacólogos de la empresa y el doctor Winter." Explicó en voz baja. "¿El abuelo?" Se veía sorprendido. ¿Tienes contacto con él?" Su mamá secó sus mejillas con un pañuelo que le entregó su nana. "... Conversamos de vez en cuando—pero tu padre no lo sabe. En ese entonces, pedí su ayuda en medio de mi pánico." Jun miró a su hermano con interés. "Yo me enteré hace apenas unos años... tuviste una recaída." Agregó estoicamente.
"No." Respondió sin vacilar. "No hay nada más." Lo alarmaba bastante que el Alfa estuviera tan calmado, su reacción le daba a entender que no creía en sus palabras. "Okay." El Alfa se rio y miró hacia un lado por un breve momento. "¿No me invitarás a subir?" Preguntó casualmente. Jun sonrió y trató de que se viera natural, pero dudó que haya sido exitoso. Caminó hacia la entrada, donde Brendan recibió varios saludos de parte de algunos de los propietarios y empleados del hotel. Subieron al ascensor con calma, sin pronunciar una palabra. A pesar de que se dirigían a uno de los mediados pisos, el camino se sintió eterno. Trató de no mirar al Alfa, ya que sabía que no resistiría su ardiente inspección. Se sobresaltó al sentir su mano recorrer su cuello delicadamente y se encontró con sus ojos en el espejo al frente. Su cuerpo reaccionó ante la estremecedora caricia al instante—sus feromonas se habían calmado y eran tentadoras en ese momento, añadiendo al palpitante sentimiento. Se i
Brendan se despidió del renombrado negociante árabe, con profesionalismo e impecable presencia. Fue una cita de imprevisto, ya que el Alfa tendría que regresar a su país ese lunes. Le sirvió de distracción para no pensar en su enfado. Lo cierto era que no comprendía su conducta en cuanto al Beta y sus decisiones se refería. Era un experto en esconder sus emociones, pero esto cambiaba cuando se trataba de Jun por algún motivo. Le irritaba bastante no estar totalmente en control—lo cual era una extraña ocurrencia en su caso y esto le intrigaba. ¿Cuál era el motivo de su inusual interés en el Beta? No lo entendía. Salió del lujoso hotel con Kevin a su lado, acompañado por dos de sus guardaespaldas—quienes los seguían en otro vehículo como de costumbre. Kevin no le dirigió la palabra al ver su estado de ánimo, sabiendo que probablemente obtendría una reacción negativa. "¿Alguna novedad?" Preguntó al entrar al auto. "No, señor." Samuel respondió detrás del volante. Por alguna razón es
Un mes había transcurrido, y aún no había noticias de Jun. El humor del Alfa había empeorado, y esto era evidente para todos los que trataban con él.Brendan miró hacia delante y observó la oficina con ojos impasibles. Los empleados estaban trabajando con ahínco, y nadie se la pasaba perdiendo el tiempo en los pasillos. Todos estaban conscientes de que algo sucedía y no querían llamar la atención de su jefe—incluso se estaba rumoreando que buscaba a Jun con un increíble esmero, ya que había hecho algo en contra de la compañía y a eso se debía la persecución.Al usar sus conexiones, pudo confirmar que Jun no había intentado salir del país en ningún momento. Kayden, por otro lado, fue encontrado tratando de abordar un avión para dirigirse a Francia.Sus hombres intentaron sacarle información, pero el Omega no cedió. No pudieron retenerlo por mucho tiempo, ya que era un lugar público y un Alfa había ordenado su regreso. Así que llamó a sus contactos en el país para que lo vigilaran y obt
Al llegar, no perdió el tiempo y se dirigió hacia el hospital. Los ojos de todos se posaron en él, ya que un Alfa acompañado de varios guardaespaldas llamaba bastante la atención. Ya sabía dónde estaba ubicada la oficina del dichoso doctor, quien evidentemente no esperaba su visita. Entró al consultorio luego de tocar la puerta y que le dieran paso. Sentado en un organizado escritorio, se encontraba un hombre de cabello castaño y ojos esmeraldas—observándolo críticamente. El Omega acomodó sus lentes y no apartó su atención a medida que el Alfa se acercaba. "Buenos días," Saludó cortésmente el doctor. "¿No creo que sea mi paciente de esta mañana?" Preguntó irónicamente al mirar un documento al frente, donde probablemente se encontraba la foto de a quien esperaba ver. "Solo tengo algunas preguntas, será breve." Dijo el Alfa. El Omega miró hacia la puerta, y los hombres que lo acompañaban—debido a que eran un poco intimidantes—y frunció el ceño. "Entiendo, ¿... señor?" Lo miró con
Más de tres meses habían pasado, y a pesar de la increíble búsqueda, el paradero de Jun aún era incierto. Incluso rastrear su teléfono había sido un fracaso porque no había emitido ningún tipo de señal desde el primer día de haberse ido. Los Moretti seguían usando la excusa de no saber dónde se alojaban ninguno de los Omegas que protegían, e incluso después de todas sus amenazas, no pudo sacarles información. Por esto, tuvieron que atenerse a las represalias del Alfa. A medida que el tiempo transcurría, nuevas novedades surgían. Como el hecho de que Jun tenía un prometido, y que su padre se había unido a la búsqueda de forma discreta por medio de un tercero. Se preguntó que le habrían ofrecido, ya que sabía que solo algún beneficio causaría tal comportamiento en Ernesto Fiore—era más que claro que era un compromiso por conveniencia, un matrimonio arreglado. El vaso que sostenía se rompió en sus manos, derramando el licor por todo el piso. "De verdad, Brendan. ¿Qué te pasa?" Exclamó
Jun se levantó esa mañana del domingo con una sensación de pesadez en su cuerpo—la discusión de la noche anterior lo había afectado. Decidió tomar un baño para refrescarse y calmarse un poco. Al ver su reflejo en el espejo, notó que sus ojos estaban enrojecidos debido a la falta de sueño y al estrés acumulado—un suspiro escapó de sus labios al reflexionar lo compleja que se había vuelto su situación. Deseaba permanecer en cama durante todo el día, pero sabía que debía comer algo. Un olor apetitoso llamó su atención y se dirigió a la sala. Sus ojos se expandieron al observar las maletas apiladas en el suelo, y miró a su amigo, quien se encontraba en ese momento en la cocina. "¿Qué es todo esto?" Preguntó, olvidándose de su apetito. "Nos vamos hoy." Respondió sin voltearse a mirarlo. "¿De qué hablas?" Se veía alarmado. "No nos recibirán, nos dijeron que estarían listos en unas semanas." "No irás ahí." El Omega se volteó a mirarlo con ojos decididos. "Estuve pensando, y no creo que
Se durmió por un largo rato al no poder soportar más el agotamiento, la verdad no podía esperar llegar a una suave y cómoda cama para descansar apropiadamente. Abrió sus ojos, al escuchar el bullicio a su alrededor, y vio personas y vendedores ambulantes simplemente pasando el día de forma afable. Finalmente, habían llegado al hermoso destino costero—Marbella. La transición de la ciudad a zonas rurales y la vista del océano en la distancia creaban una atmósfera de tranquilidad. Mikhail continuó su camino y llegaron a un área donde solo se veían los muros de una amplia propiedad. En la entrada había un portero, quien inspeccionó el auto y sus ocupantes con ojos firmes. "¿Cómo les puedo ayudar?" Preguntó el Beta—quien miró a Mikhail con sospecha. "Tenemos una invitación de Quinn." Kayden le pasó la tarjeta que Alessio le había proporcionado. El hombre asintió y esta vez observó a Jun por breves segundos. "Ustedes pueden pasar, pero él no." Ambos lo miraron sorprendidos, y el homb