Alexandra Guzmán. —Lo deseo, pero cuando empiece no pararé, Alexandra. —mencionó sin dejar de mirar mi trasero—. Puede que te lastime. —dijo con voz ronca, excitado, provocando que mi cuerpo se estremeciera y el manojo de nervios en mi entrepierna me hiciera retorcer debido a la necesidad que sentía de tenerlo acariciándome, besándome, follándome.—Puedo correr ese riesgo, lo sabes. —susurré volviendo a la posición en la que estaba, esta vez, levantando un poco más el trasero e inclinándome más adelante, pegando mi cabeza a la cama. Sentí los pasos de Greco acercándose nuevamente a la cama, una de sus rodillas se pegó a la cama, cerca de mis piernas, respiré hondo y dejé escapar un jadeo… me removí en la cama cuando sentí una de sus manos golpear fuerte mi glúteo, la sensación electrizante que recorrió mi cuerpo provocó un choque de emociones que se esparció por cada una de mis terminaciones nerviosas.—Si quieres detenerte, solo dilo. —dijo él de manera ronca, casi que se le dific
Greco MorelliBesé su frente con ternura, con amor. Seguí acariciando su cabello hasta que terminó dormida entre mis brazos. Sabía perfectamente que el mundo en el que me muevo era demasiado oscuro para Alexandra y mi hija, que probablemente debí haberlas mandado lo más lejos posible para asegurarme de que estuviesen a salvo, pero soy demasiado egoísta para ello.No sé vivir sin Alexandra. No me importa tener que acabar con el mundo para garantizar su seguridad, siempre lo haría.Me levanté de la cama sin poder conciliar el sueño. Me asomé por la ventana que daba a los viñedos de la familia Morelli, cultivos que llevan ahí por generaciones. Sonreí con tristeza al recordar todo lo que perdí siendo tan joven, es una marca que seguirá allí por toda mi vida, pero no dejaré que las sombras de un padre ausente y maltratador me consuman. Al contrario, daré mi mejor esfuerzo para ser el padre que mi hija merece, el padre que yo quise cuando era un niño.Volteé a ver a mi mujer, una sensación
Alexandra GuzmánDos semanas después del secuestro. Sé perfectamente cada uno de los riesgos a los que estaba expuesta al convertirme en la mujer de un mafioso, sin embargo, no me importó. Creí que Greco siempre estaría para mí, que siempre correría en mi búsqueda y acabaría con las personas que intentasen lastimarme, pero ahora todo se volvía más oscuro.Según he escuchado, llevo dos semanas en este lugar. Dos semanas añorando que alguien venga y me saque de esta oscuridad, he cogido un resfriado que no ha hecho más que empeorar, es probable que coja una infección producto de las heridas que me ha propinado el intentar escapar de este hueco.Greco no ha estado cerca de encontrarme, lo sé porque se lo escuché decir a uno de los hombres que viene a custodiarme durante el día.¿Quién estaba detrás de esto? Gianna. Fue ella quien asesinó a los hombres de Greco. Ella me trajo aquí y se había encargado de recordarme cada día que no volvería a casa. Qué, ahora mismo, era una mujer insignif
Greco Morelli Los vestigios que seguían quedando de mi destruido corazón seguían oprimiendo mi pecho cada que mis ojos volteaban a verla en aquella camilla, sedada, con moretones en su rostro y cuerpo.Cuánto hubiese dado yo por intercambiar lugar con ella. Siempre debería ser yo el encargado de recibir cada impacto en su contra, en cambio, ya es la segunda vez que la traigo a un hospital en condiciones deplorables, me sentía mal, aturdido.No sabíamos cuan grave eran los golpes que tenía, pero durante las últimas horas tuvo fiebre, se le realizaron exámenes y sospechan que haya cogido una infección producto de las heridas y el lugar inmundo en el que se encontraba cautiva, esperaba que toda esta maldita tormenta pasase lo más rápido posible para que pudiésemos ser felices de una maldita vez.Todo se retrasó durante estas dos semanas. Mis negocios, la construcción de la mansión, las clases de Emma, las sesiones de terapia, todas las malditas cosas se retrasaron porque en mi cabeza no
Alexandra Guzmán. Han sido tantas las emociones durante este último tiempo. Han sido tantos los sentimientos encontrados… embarazada, sí, lo estaba. Greco estaba cómo un loco obsesivo, si no estaba en casa me llamaba cada cinco minutos o menos, cuando se encontraba a mi lado era exasperante en ocasiones, pero lindo. Se preocupa por mí, por la salud de nuestros hijos, de Emma, de todos en casa.Cuando se lo contamos a Leandro casi enloqueció, juro que quiso darle de golpes a Greco. Me puse en medio de ambos. Creo que Lea se había tomado muy enserio lo de que yo era su hermanita y me parecía tierno.Recuerdo. —Si le haces algo nuevamente, si llega a soltar una lágrima por tu culpa me la llevaré de aquí. A ella y a los niños, ¿Comprendes? Somos amigos, sí, cómo hermanos, pero ella es mi hermanita. —mencionó Leandro—. Nadie pasará por encima de ella nunca. —Recuerda con quien hablas, Leandro. Ni siquiera debería estar pidiéndote aprobación o comentándote nada. Si lo hago es porque Alex
Greco MorelliTodo se quedó en silencio. Alexandra miraba a Esteban casi implorando que no dijese nada. El asesino de mi madre se había atrevido a pisar mi propia casa por alguna razón y la diría antes de que yo perdiese la paciencia.—¿Contarme qué? —repetí caminando hasta el hombre que destrozó mi infancia—. Creí ser lo suficientemente claro contigo la última vez. No quería volver a verte cerca de mi familia.—Greco… —susurró Alexandra acercándose a mí para tratar de tomar mi mano—. Siéntate. Él tiene algo que contarte y es delicado. —agregó.—Creo que ninguno de ustedes dos está entendiendo, no lo quiero ver aquí. No te quiero aquí y te me largas antes de que sea yo mismo quien acabe contigo. —mencioné, Esteban se levantó del sofá y se puso frente a mí.—¿Serías capaz de asesinar al hombre que comparte tu sangre, Greco? —preguntó.No supe que quiso decir al comienzo—. Soy tu padre, hijo. Bianca iba a ser mi esposa mucho antes de que Ángelo decidiese llevársela a la fuerza el día de
Alexandra Guzmán. Tres días ya habían pasado desde la toma de muestras en la clínica. Aunque todo en la casa parecía fluir de maravilla la verdad es que el ambiente aún se encontraba un poco tenso.Veía cómo mi padre se esforzaba por estar cerca de Greco y cómo este se esforzaba para mantenerlo a distancia de sus acciones. Emma, por otro lado, pasaba bastante tiempo jugando con su abuelo y diciéndole una y otra vez que tendría dos hermanitos pronto.Greco se encontraba ahora mismo en el patio y mi padre jugando con mi pequeña a las muñecas, me había dicho cómo mi madre le había pedido el divorcio luego de todos estos años juntos, al parecer ella solo buscaba mantener un estatus, luego de que me fui de la casa su relación con papá perdió sentido y ahora mismo está con su instructor de yoga, ¿quién lo diría? La persona más recta y dura que he conocido en mi vida resultó no serlo.Me encontraba preparando el almuerzo cuando escuché disparos, Greco corrió hasta donde me encontraba con su
Greco MorelliMeses después.Desesperación.Ansiedad e impotencia.Miedo y angustia.El mismísimo diavolo italiano no era capaz de frenar sus emociones, de guiarlas en un solo camino. Al contrario, sentía que todo de mí enloquecería mucho más que aquella vez que Alexandra desapareció, por lo menos, en ese entonces, redirigía aquellas emociones para un fin, encontrarla y traerla conmigo nuevamente.Todo era odio dirigido a las personas que osaron arrebatármela y lo cumplí.Pero, ahora, solo me pedían tiempo. ¿Cómo era posible siquiera que esperase? Una y otra vez escuché los gritos desgarradores de mi mujer, vi sus expresiones cargadas en dolor y miedo. Algo no iba del todo bien. Ella lo sabía. Yo lo sabía. Y claro, los doctores también lo sabían.Ocho meses de embarazo. Alrededor de treinta y cuatro semanas. Una noche. Dolores de parto. Las malditas contracciones llegaron silenciosas, Alexandra no se percató hasta que cada una se volvía más seguida, más dolorosa que la anterior. La im