Me subo en el coche. Apoyo la frente sobre el volante mientras lloro.
La tristeza, ese sentimiento que ataca en partes iguales al corazón y al cerebro. Puede llegar a ser físico, hasta provocar que tengas que colocar tu mano sobre el pecho para mitigar ese dolor.
No quiero irme. No quiero volver. Introduzco la llave en el contacto intentando calmarme un poco y la giro hasta que escucho rugir el motor.
Al levantar la vista Ian está delante del coche, tiene las manos apoyadas sobre el capó y con las lágrimas desenfocándome la vista, vuelvo a girar la llave.
- No vas a ir a ningún sitio. Esta vez no.
Rodea el coche hasta llegar a mi puerta.
- Abre - ordena.
Tengo la vista clavada en sus ojos. Los míos anegados en lágrimas que no me dejan pensar ni reaccionar, los suyos, dos pozos sin fondo de tristeza.
- Emma, abre la puerta... por favor.
Hago lo que me pide. Tenemos que poner fin a esta locura de pelea. Sin duda se nos ha ido de la
Vuelve de la cocina con una botella entre las manos ¿Se ha vuelto loco? Ha pasado de ser un psicótico a traer vino para cenar. Lo coloca sobre la mesa y al leer la etiqueta, no puedo evitar sonreír.- Una ocasión especial lo merece ¿No crees? - pregunta contestando a mi sonrisa.- ¿Champín? Eso lo beben los niños pequeños.Es una botella de champan, solo que es un refresco con burbujas sin una pizca de alcohol.-...Y las embarazadas que no pueden beber alcohol - puntualiza.- Así que hoy es una ocasión especial ¿Me he perdido algo?Ignora mi pregunta y vuelve a irse de nuevo a la cocina. Espero sentada como un buen comensal. Doy un sorbo a mi copa de champan falso.- Hoy es el día que vamos a hablarlo todo. Sin peleas, sin gritos y sobretodo sin lágrimas.Deja dos platos con caldo de pollo. Lo ha hecho Dorotea. Será tramposo, pero con todo el esfuerzo que está haciendo no pienso delatarlo.- Me parece bien. Creo que es lo mejor.<
Dejo que el agua resbale por todo mi cuerpo. El baño está lleno de vapor. Podría pasarme horas aquí disfrutando del calor que desentona con el frio del invierno.Me pongo un albornoz y acerco las manos a la estufa.Ian lleva días esforzándose. Quien lo ha visto y quien lo ve. Todo se habría solucionado mucho antes si hubiéramos hecho lo que él hizo: sentarnos y hablar de como nos sentimos.Voy a la habitación para vestirme. Un jersey de lana dos tallas por encima de la que solía utilizar y unos pantalones premamá.Miro mi redonda tripa frente al espejo. Deberíamos llamar a algún programa de televisión de misterios sin resolver. De un día para otro apareció esta forma redondeada que me paso el día acariciando.— Ya mismo veré tu hermosa carita — susurro una vez más.En la cocina está Dorotea preparando desayuno para medio planeta, que solo me comeré yo. Otra cosa que ha cambiado
Will da vueltas por la habitación, enfadado. Sabía que muchos compañeros metían facturas en las cuentas de la empresa, pero el desfalco puede llegar a rozar varios millones.- ¿Cómo no me he dado cuenta antes? ¡Me han estado robando!Estampa el puño contra la mesa que cruje de una forma preocupante.- Will, cálmate. Algo podrás hacer ¿No?Por regla general se termina el contrato con la persona que intenta engañar a la empresa, pero hay tantos involucrados que no sé muy bien como va a actuar.- Por supuesto. Voy a renovar la plantilla.A la calle. Todos. ¿Va a mirar uno a uno o va a despedir indiscriminadamente a todos? Está tan alterado que no me atrevo a preguntarle.- Pero estas facturas son solo de un par de años - puntualizo - ¿Vamos a mirar todas?Son las tres de la mañana. No quiero ni pensar cuanto tiempo podemos emplear en revisarlo todo.
Joder, Voy a llamar a Ian - dice will sacando el móvil del bolsillo.Ni hablar. Ya le fastidié la fiesta ayer y no pienso volver a hacerlo. Está de viaje de negocios y hasta que no sepa lo que está ocurriendo no voy a preocuparle.- No... - Musito - no lo llames.- Emma, tiene que saber todo lo que ha pasado esta noche.- Will, por favor, no quiero que pierda esa reunión tan importante y aquí en realidad no ha pasado nada.Cuando la policía comprobó que no había nadie me dejaron subir hasta casa. Todo pasaba de una forma tan acelerada que casi no era consciente. Llegó una ambulancia para comprobar que estaba bien y después de tomarme la tensión, la pulsaciones y comprobar que no estaba herida, me dieron algo para que pudiera descansar.- ¿Ha averiguado algo la policía? - pregunto cuando despierto. Will es adorable, sentado en un sillón al lado de mi cama.-Déjanos ese tema a nosotros y no te preocupes. El médico
Bajo la ventanilla del coche. Sentir el aire frío en la cara me gusta. Respiro profundo y cierro los ojos.No me fijo en el camino que sigue Max hasta que para el coche delante de mi casa. Él no tomaría esa decisión por iniciativa propia, alguien le ha tenido que decir nuestro destino, y ese alguien solo puede ser Ian.- ¿Por qué estamos aquí?- Es mejor que durante unos días evites el garaje - explica.Aunque lo primero que quiero hacer es decirle que no piense tonterías, en el fondo creo que es lo mejor. Solo con pensar entrar ahí y ver los coches con las pintadas... me pone nerviosa.- ¿Cómo va a ser capaz usted de estar en un pisito de sesenta metros? - Bromeo - Tengo una ducha y vas a tener que fregar los platos, porque lavavajillas tampoco tengo - levanto una ceja y le regalo una media sonrisa. A ver que me dices a esto.- Vas de listilla ¿Eh? Ho
El inspector se va con toda la información que he sido capaz de recordar. Ian cierra la puerta después de despedirlo. Se queda donde está con la mano sobre el pomo.- ¿Estás bien? - pregunto preocupada.- Es por algo que he hecho yo... ¡Es por mi maldita culpa! - Baja la cabeza -No debería haberme ido.No puede sentirse culpable. Quiero decir, todos nos equivocamos y hacemos cosas que pueden dañar a otras personas, pero eso no justifica que entren en una propiedad privada y te rompan los coches.- Si - contesto con un tono normal - no deberías haberte ido -se da la vuelta. Odio ver la culpabilidad reflejada en sus ojos - pero tengo la solución: nos cosemos el uno al otro y así podemos ser siameses. Todo el día juntos por si un trastornado nos ataca.Cada uno tiene su trabajo y su horario. Tiene que comprender que aunque estemos juntos todo el rato, si alguien le quiere hacer daño lo hará.
Mientras Ian se ducha, saco la tarjeta nueva del monedero. Uno de los recados que tenía pensado era hacer tarjetas a mi nombre de su cuenta bancaria.Encima de ella veo mi nombre troquelado: Emma Garret.No le puse muchos impedimentos porque no pienso usarla a no ser que sea para una emergencia. Vuelvo a guardarla para dejar de verla. Adaptarse a la vida de un hombre como Ian puede llegar a ser duro y agotador.Toco con la yema de los dedos el sobre con mi nombre escrito ¿Qué contará ¿De quién será? Y sobretodo ¿Quién la ha dejado en mi coche?- ¿Quieres ducharte? - pregunta Ian entrando en el salón con una toalla que le queda demasiado pequeña y demasiado bien.Lo miro de arriba a abajo ¿Cómo es posible que tenga ese cuerpo si no va al gimnasio?- Te vas a resfriar - suelto como si nada.- Por esa miradita que me has lanzado, merece la pena resfriarse.
Cuando despierto Ian ya no está. Me giro sobre mi misma para mirar el reloj de la mesita de noche. Las seis de la mañana ¿Dónde ha ido este hombre tan pronto? Puede que tenga una reunión...Me levanto de la cama para comprobar si está en la ducha o desayunando algo en la cocina. Nada, se ha ido.Vuelvo sobre mis pasos para buscar el móvil y llamarlo. Al tercer noto me cuelga. Si está ocupado no quiero ser la mujer neurótica que le llena el teléfono de llamadas.Suena el característico pi pi, informándome de un mensaje.« Estoy ocupado ¿Te encuentras bien?»Todo es cada vez más sospechoso. Ian odia los mensajes de texto.«Estoy bien, me he preocupado al no verte»Estoy segura de que no va a contestar. Cojo el teléfono para llamar a Helena. Antes de que suene el primer tono cuelgo ¡Son las seis de la mañana! Emma, céntrate.
Último capítulo