Al paso de algunos meses se celebró la boda entre Romina y César. Cuando sucedió lo de Leandro, ella pensó que jamás volvería a amar del mismo modo. Siempre creyó que su primer novio sería el amor de toda su vida. Imaginó muchas veces que se iba a casar con él y que vivirían felices para siempre, pero alguien le dañó aquel cuento perfecto que inventó cuando tenía catorce años, desde entonces no quiso ser la novia de alguien más. Estuvo respetando la memoria de Leandro por mucho tiempo era como si estuviera esperándolo. Vivía aferrada a una persona que ya no se encontraba en este mundo, su dolor fue tan fuerte que creyó que iba a volver en cualquier instante y ella deseaba estar sola para cuando eso sucediera.
Cuando conoció a César en un grupo de ayuda al que ambos asistían, comprendió que era tiempo de avanzar. Las terapias le hicieron dejar atrás el pasado que traía atado junto a ella. La primera vez que entabló una conversación con él se dio cuenta que aquel muchacho estaba
Yelina llegó a casa de sus padres y se acomodó en la habitación que le pertenecía; durante toda la noche no quiso hablar con su familia y lloró hasta el cansancio, le dolía saber que todo estaba a punto de terminar. Tanto tiempo en vano pensaba, ¿Será que al final elegí mal? se preguntaba. Había muchas dudas e interrogantes dando vueltas en su cabeza. Pensó en todos los posibles escenarios que resultarían de haber tomado diferentes decisiones y al final eligió no darle vueltas al asunto con los posibles «si hubiera» ella tenía que avanzar con su vida hacia adelante, sin mirar atrás, porque ya había decidido y no era tiempo para cambios, aunque el recuerdo de aquel bonito amor hacía ruido en sus pensamientos constantemente, no sería quien saliera a buscar a un hombre que había llegado tan lejos, no después de tantas promesas de amor sin cumplir. Además, aquel amor ya no existía, ya no era bonito, hace mucho dejó de serlo. Yelina estaba segura que algo había pasado entre Joel y su ex
La noche en que se fue Yelina de casa.Joel tuvo un principio bastante drástico, después de que su esposa se marchó no supo que hacer, pensó que todo lo que estaba pasando era un pequeño capricho de ella. Él estaba seguro que no había excedido los límites y que nunca le había faltado el respeto a su mujer, en cambio salir corriendo tras ella le parecía una gran estupidez, la esperó durante un par de horas, esperó también una llamada o un mensaje. Cuando se dio cuenta que Yelina no daría marcha atrás tomó el auto y se fue a un bar; no pretendía emborracharse sino más bien tomarse un par de tragos mientras decidía que hacer con sus problemas, pero al final bebió como nunca lo había hecho antes. Al término de la noche no podía caminar de la borrachera, tenía que pedir refuerzos para poder llegar a casa así que llamó a Julián para que lo fuera a recoger y este lo llevó a su casa. Después de enterarse que Yelina se había ido, llevarlo a otro lado podría resultar fatal y no era conv
Pasó un mes desde la separación entre Joel y Yelina, ella estaba segura que su esposo mantenía un romance con alguna mujer puesto que ya había pasado suficiente tiempo y no fue digno de buscarla para explicarle absolutamente nada. Solo con imaginar lo que podía estar sucediendo su corazón se hacía ruinas, no podía ocultar aquel sentimiento que prevalecía en su interior. Durante todo el día estuvo pensando en él y antes de dormir lo seguía haciendo igual que lo hacía todas las noches. Observó la fotografía de la cual no fue capaz de deshacerse; hermosos recuerdos llegaron hasta ella, sus ojos ya vidriosos dejaron salir el torrencial de lágrimas que formaban cascadas al paso por sus mejillas.No le gustaba el trago amargo que estaba consumiendo, pero tampoco quería ir a rogar a un hombre que había dejado claro que ya no quería estar a su lado. Pensó que lo mejor era hablar con su esposo tal y como le decían sus padres, pero ¿Por qué Joel no daba el primer paso? No era justo que
Era domingo y el día del cumpleaños de Valeria y Valentina. El salón del hotel donde se realizaría la fiesta estaba lleno de gente al parecer iba a ser más que una pequeña celebración. Pronto los invitados comenzaron a llenar de preguntas a Yelina por la ausencia de Joel, fue difícil e incómodo para ella aquel instante.—¿Y tu esposo? —preguntó una de las amigas de la familia.—Hola Anita saludó con un beso en la mejilla—. Él anda de viaje —contestó.—Pero, si es raro que Joel salga de la ciudad —dijo otra de las señoras.—Ha tenido que hacerlo, ahora que es el dueño de la fábrica pasa mucho tiempo en cuestiones del trabajo. Ya saben; viajes, reuniones y esas cosas.Quería convencer a las señoras chismosas que todo estaba bien en su matrimonio, algunas de las personas ah
Pronto comenzaron las clases en la universidad y Yelina estaba emocionada porque al fin iba a continuar con su carrera. Casi se cumplían tres meses desde que ella y Joel se habían separado. En muchas ocasiones llegó a pensar que haberse casado tan joven era el problema de todo, quizá ninguno de los dos estaba preparado para afrontar las responsabilidades que conlleva un matrimonio. A lo mejor y la prisa por estar acompañada de Joel le había hecho cometer el error más grande que no cometió jamás. Al mismo tiempo pensaba que el amor no podía ser nunca un grave error y aunque ambos se extrañaban, ninguno de los dos cedía. Estaban bajo una tormenta que no se calmaba y que les obligaba a mantenerse lejos, uno del otro. Era el único modo de evitar que aquello llegara aún más lejos.En su primer día de clases quería impresionar, claro era el primer momento en que ib
Cansado de lo mismo todos los días, Joel comprendió que debía buscar a su esposa; ya no podía vivir sin ella. Había pasado el tiempo suficiente para darse cuenta que ella no iba a volver si él no la buscaba. Su ausencia se reflejaba en cada momento de su vida y su mundo estaba comenzando a caerse pedazo a pedazo.—Pero que tonto he sido —pensó.Salió a buscarla, estaba decidido, había llegado el momento de solucionar lo que estaba sucediendo en su matrimonio. De un momento para otro comenzó a llover y de pronto la lluvia se convirtió en tormenta. Los árboles eran levemente sacudidos por el viento que arrastraba las livianas gotas de lluvia que caían sin cesar, a pesar del aguacero Joel decidió que no era momento para esperar un segundo más, continuó su recorrido hasta la casa de sus suegros. Mientras esperaba en el tráfico pensó en todo el tiempo que había pasado y en las noches que no había estado para su esposa, reflexionó en como permitió que su matrimonio cayera en l
Después de unos días Yelina no lograba comprender porque Joel había actuado de esa manera, para ella hubiera sido mejor que él ingresara hasta su habitación y que tuvieran una conversación normal, pero él había entrado como un ladrón hasta el patio trasero de la casa de sus padres. Admitía que había estado muy romántico lo del corazón en el cristal, la lluvia y su llegada repentina, pero seguía confundida y bueno ahora lo estaba más que nunca. En algunas ocasiones imaginó que Joel llegaba a buscarla y que le llevaba rosas o chocolates o tal vez un peluche gigante, porque él era así romántico e impredecible.Joel estaba sorprendido por la actuación que tuvo el día de la tormenta; sabía que, en lugar de reparar las cosas, había empeorado todo. Actuó por impulso sin pensar en lo que podía suceder, pasa que creyó que todo iba a ser sencillo, no obstante, Yelina esperaba más que un pequeño arrebato de sentimientos encontrados.Después de un par d
La mañana era hermosa, más hermosa que de costumbre. El sol iluminaba perezoso cada rincón de la casa Mondragón, el clima era perfecto para deleitarse con un desayuno en el jardín junto a la piscina.—Buenos días, familia —saludó Yelina mientras se sentaba en la mesa para tomar el desayuno.—Buenos días, hija —contestaron sus padres.Todos estaban listos para consumir los deliciosos alimentos que habían servido; pan tostado con mermelada, jugo de naranja, café caliente, fruta picada y cereal con leche.—Buenos días —dijo Valeria. Traía el cabello mojado y se miraba un poco cansada.—¿Que te ha pasado? Te ves terrible —expresó Valentina.—Solo he tenido una noche acompañada de insomnio.—¿Te sientes bien mi niña? —le preguntó su papá.—Claro papá.—Diles que llegaste a media noche —pidió Valentina.—Cállate —le sugirió su gemela.—Cállense las dos —advirtió la señora de Mondragón.Meses antes de aquella mañana. V