DUNCAN Su vestido se balancea gracias al viento, su cabello amarrado en una pequeña coleta que me deja al descubierto su cuello.Me hace sonreír al ver la pequeña maraca dorada justo donde debería ir mi marca, porque es mía. El pecho se me llena de posesividad llevando mi razonamiento por el caño.MierdaCaminamos despacio para disfrutar de la compañía, noto como su corazón late ligeramente más rápido y el que trate de erguirse lo mejor que puede me dice que esta nerviosa.Llegamos justo donde quería, nos detenemos y yo me siento en una de las piedras que están cerca del agua. Ella me sigue pero se queda de pie esperando a que diga algo.—Lo que sucedió hace unas horas es algo que no podremos evitar —empiezo.—Qué directo—murmura por lo bajo, pero logro escucharla a la perfección al tener mis sentidos activados.—Hay que hablar las cosas como son —me encojo de hombros.—¿Y por qué aquí? —Quería mantener un poco de armonía en el ambiente, en la ma
DUNCAN Me levanto con cuidado de no despertarla. No quiero alejarme de ella después de lo que pasó, su respiración y pulso están mejor que cuando la encontré en el suelo de la cocina hace unos minutos.Voy a abrir la puerta que estaban tocando.Es Tara, mi nana.—¿Sucede algo, nana? —le pregunto .—Es la señorita Meghan, pequeño. Quiere hablar contigo— asiento y miro sobre mi hombro a la mujer de cabellos oscuros en mi cama.—¿Podrias cuidarla en lo que regreso? —Claro, vé —salgo para averiguar lo que quiere la bruja.Cuando bajo ya no hay nadie en el salón, todo está en silencio y voy directo a mi despacho encontrando a cuatro mujeres con rostros preocupados .—¿Qué pasa? —pregunto directo.—¿Cómo está ? —se apresura a preguntar mi hermana.—Mejor, ¿Qué sucede? —le pregunto a la bruja sentandome en la silla. El
ABIGAIL Nuestras risas llamaron la atención de los que estaban en la tienda, a nuestro lado la señorita que nos atendía también ríe por lo que dice Millie y Dara. Todas se ven más relajadas.—En fin—termina de reír Millie— ¿No les dió hambre? —averigua arrugando la cara.Yo me río. —Acabamos de comer —le recuerdo.—¡Eso fue hace una hora! —dramatiza. —Bien, bien —la calmo —. Esperemos a que salga Anni —todas asienten.Estamos en una tienda tratando de comprar nuevos atuendo, para Millie tener algo nuevo en el armario cada semana, es necesario. Seguimos esperando a nuestra Luna que salga del probador, se fue a probar un vestido de gala largo, todas coincidimos que en ella se vería genial. Segundo después la puerta se abre podemos apreciar la pequeña silueta de Anni con vestido color cielo ciñendo su cintura y sus pechos en un escote no tan
OMNISCIENTE Siete años atrás…Ella era perfecta.Tenía todas las cualidades para ser una diosa, estaban seguros de que entregarla a la deidad cruel, los iba a recompensar como ellos creían.Sus ojos azules asustadizos y horrendos les daban una gran satisfacción porque sabían que los podrían hechizar a través de ellos. Azules como el mar pero una mirada fija los haría arder en el mismo fuego.Su rostro inocente, las mejillas y nariz rojas por el llanto la havuan aún más perfecta.Llevaban días preparándola para la gran noche, una en la que la deidad se la llevaría.Les había pedido un alma pura, inocente e iniciando su vida ¿Qué mejor que una pequeña de once años?. Pero ellos sabían que la pequeña tendría que ser humana, humana era lo único que pedía el rey de los infiernos. La pequeña no olía a loba, por lo tanto, no era una.Tenía miedo, mucho y más al ver como lastimaba su pobre corazón do
ANNARespiro hondo una vez más a las órdenes de la doctora que me atiende. Me sonríe un poco y yo le devuelvo el gesto.—Yo creo que ya estás lista para salir de la cama, pequeña— dice guardando sus cosas en su maletín. Asiento emocionada.Llevaba tres días en esta cama que ya me dolía el trasero. Estaba aburrida sin poder hacer mucho ya que me lo tenían prohibido hasta que me recupere del todo.Cuando me explicaron de mi lenta recuperación, hice un poco de escándalo en el que puede que me haya desquitado gritando por todo lo que había pasado. Tenía miedo, pero no lo dejé gobernar en mí, tenía que ser fuerte por Zoe, ella me necesitaba. —Y gracias a eso me recuperé muy fácil —dice feliz.—Somos una, recuerda. La doctora sale y al fin me siento en la libertad de levantarme de esa cama.Mis amigas han estado alertas por mi estado, me cuidan como una niña p
ANNAEl ambiente estaba tenso. Y sabía porqué. Nadie acostumbraba a ver a su Alpha tan sumiso, y yo no sabía qué me sucedía.Ayer hablé con Duncan sobre dejar las cosas así. Y obtuve su promesa de que sería como yo quería, ahora estaba comportándome como una estúpida con todos.Estaba de muy mal humor. Tanto que hasta Duncan temía hablar y hacerme enojar.Miré mis manos y continúe dibujando lo que me pidieron. Estaban Jean, Meghan, Abigail y Ducan en el despacho. Todos estaban escuchando lo que yo tenía para decirles sobre el reconocimiento de los malditos que nos atacaron. —¿Qué más? —inquiero Jean, mientras yo dibujaba sus rostros.—Luego se estos meses me dijeron que me largara de vuelta al orfanato de donde salí porque no sabía ser una buena hija —respondí con imágenes distorsionadas en mi mente por eso último. Nunca había podido acordarme bien del último día
ANNA ***Corro con más rapidez, no miro atrás.El terror me invade cuando siento las pisadas de alguien detrás de mí. No sé lo que pasa, no sé qué es lo que tengo. Solo recuerdo estar corriendo por horas sin llegar a ningún lugar en específico. Las pisadas se acerca y yo cierro los ojos encogiéndome en mi lugar cuando siento el tacto frío de la persona.***El grito sale desgarrador de mi garganta mientras el miedo recorre mi cuerpo.¿Qué fue eso? Aún siento el tacto frío de quién sea que en mi sueño me visitó. Miro a mi alrededor tratando de controlar mi pulso, no me gusta la sensación y menos la intriga que me provoca. Eso último solo fue el final del sueño.Recuerdo cada parte a la perfección y creo que ya me volví loca al soñar tales cosas. Nada tiene sentido. Tomo un poco de agua de mi mesita de noche y resp
ANNAMe despierto sospechosamente tranquila. ¿Qué pasó? Sacudo la cabeza totalmente confundida e intento levantarme pero el dolor de cabeza se intensifica. —Toma esto, para que te pase —aclara al ver mi cara de espanto, pero no por lo que me da sino porque me asustó. No lo sentí. No digo nada y tomo la pastilla metiendola a mi boca. Se cruza de brazos mientras me coloca una bandeja de comida en mi regazo. —Come —ordena. —No quiero —digo sintiendo mi estómago revolverse. —No te hará vomitar—insiste.Niego con la cabeza y aparto la charola pero me devuelve a mi sitio con una sola mano. Se sienta a mí lado.—Abre la boca —por inercia mi boca se abre y mete una cuchara de sopa haciendo que el sabor salado se disperse en mi boca. Trago despacio. Siento el calor del alimento en mi estómago que empieza a gruñir pidiendo más. Me da de comer