— ¡Karol! —su voz me hizo recordar aquellos momentos del pasado.
— ¡Román! —no pude evitar demostrar mi alegría.
Nos abrazamos. Sus brazos. Mis brazos. Nos fundimos de una forma tan agradable y repentina. ¿Cómo era posible que el estuviera aquí?
— ¿Cómo me encontraste? Digo, es que fue más rápido de lo que pensé.
Él vestía su playera negra, pantalones de mezclilla oscura desgastada y su tatuaje en el brazo. ¡El bravucón estaba aquí!
— ¿Pensaste que no te encontraría? —pregunto con tono de inspección.
—Si. Pensé que te costaría trabajo.
Él bajo la mirada unos segundos.
—Pues no fue tan difícil. ¡Tú nuevo amigo es muy popular! Todo el mundo lo reconoce —hizo una pausa tenue—. Ese día cuando escapaste con él, yo los vi. Después encontré una fotografía suya en un anuncio e incluso saliste en la t
— ¿Y cómo te fue? —me pregunto Ángel. Estábamos sentados en la sala del televisor. Veíamos una película en blanco y negro, de la época dorada del cine mexicano. María Félix aparecía allí. —Muy bien. Fuimos a comer tacos cerca de aquí, visite la casa de Román y platicamos. Más que nada eso, platicamos un buen rato. Después de todo, Román me vino a dejar hasta acá, justo donde me recogió. En la puerta principal de esta casa. Luisa se sorprendió. Ella pensaba que él era un delincuente o algo así. ¡Le causaba desconfianza! — ¿Y dónde vive? Por dentro, no pude evitar carcajearme de risa. Primero Román me cuestionaba. Ahora era el turno de Ángel en su faceta de inspector. ¡Los dos tenían algo en común! —Mmmmm no recuerdo el nombre del lugar. Creo que cerca de Cholula. Alquiló un loft. ¡Es muy amplio y bonito! Ángel trataba de disfrazar su curiosidad con
Todos estaban emocionados. El día de la boda había llegado y Claudia tenía muchas emociones encontradas. Su vestido blanco brillaba dentro de la habitación, estar con ella fue algo que nunca imaginé. Me había pedido ayuda para poder arreglarla con su peinado. — ¿Cómo me veo? —me pregunto ella. Estábamos frente a un espejo con un marco lleno de focos. —Te ves hermosa, la novia más linda que he visto en mi vida. Era verdad. Ambas cosas. Ella lucia muy guapa y yo nunca había visto a otra novia tan guapa como ella. ¡Nunca había ido a una boda! — ¡Gracias por estar aquí conmigo! —No tienes por qué agradecer. Realmente me sentía bien al ayudarla. —Sabes, yo siempre quise tener una hermana, pero por alguna razón eso no fue posible. Ya sabes. ¡La genética me dio a dos hombres como hermanos! Así que para
Estaba hojeando mi cuaderno. Las hojas estaban desgastadas y un poco manchadas, supongo que a causa del incendio. Habían pasado dos semanas desde que Román me dio el cuaderno y hasta ahora era que yo hojeaba mis recuerdos del pasado. Tenía algunos dibujos hechos a lapicero, algunos retratos de mi bravucón y muchos escritos crudos. ¿Crudos? Intensos, fuertes desahogos largos que mi alma solía necesitar en el prostíbulo. Cómo te he dicho anteriormente, tuve que aprender a ocultar mi parte frágil, así que siempre que me sentía terrible acudía a mi cuaderno para poder escribir. Cuando empecé a estar para el público en general, Marlon me dijo que lo hacía muy bien. —Tranquila. Tú eres de las mejores chicas que he sentido y tenido. ¡Te irá bien aquí! Nunca más volví a sentir el cuerpo de Marlon, ni sus brazos, ni su sexo. ¡No más de él! Recuerdo que esa noche use una minifalda roja y un brassier de
— ¿Mamá? ¿Aún está con vida? —Sí, es solo que ahora está muy enferma. Existe la posibilidad de que ella muera. — ¿Cómo sé que dices la verdad? —Julia le ha comunicado a Carlos que mamá está grave de salud. Mi cabeza comenzó aturdirse por lo que acababa de escuchar. —Haber Alán. Espérate tantito. ¿Me estás diciendo que Julia la que era nuestra vecina, le dijo a Carlos que mamá está enferma? —Si. Eso mismo te acabo de decir. — ¿Y cómo sé que no me mientes? Alguna parte de mi desconfiaba de mis hermanos. Ellos nos habían abandonado y su acto de buscar un futuro mejor fue la muestra más cobarde que yo había visto. ¡No fueron capaces de aguantar y nos dejaron a nuestra suerte! —Porque yo mismo hablé con Julia. Ella y yo nos comunicamos desde hace años —ahora era Carlos quien hablaba conmigo.
Julia le pidió que se calmará pero él no quiso escucharla. Había bebido demasiado y su mal genio se había hecho presente. Empujó a la chica, entro de golpe y se me quedó mirando fijamente. La cena se volvió incómoda. — ¿Qué haces aquí Karol? Afuera hay un hombre que me pagó para pasar la noche contigo. ¡Vete a trabajar! ¿De verdad? ¿¡Ahora mi propio padre me estaba diciendo eso!? ¡Sin vergüenza! Me levanté de mi lugar, yo estaba muy molesta. Román me imitó. — ¡Largó de aquí! —Le grité, su presencia me hizo enojar—. ¡Vete de aquí! Todos estaban mirando la escena. ¿De nuevo en el pasado? ¿Esto estaba volviendo a ocurrir? — ¡Tu ve afuera! Te están esperando —ordeno él. Su aliento olía a podrido. Si rostro estaba dando vueltas.
Fuimos a conocer el departamento. Quedaba a quince minutos de la casa de Ángel. Era un edificio no muy grande, pero tenía buena fachada. Resultaba que también era un loft, solo que menos rústico y con un acabado más vintage. — ¿Te gusta? —me pregunto él. Las paredes estaban pintadas de color blanco, la cocina era amplia y me llamo mucho la atención que la cama estaba puesta en alto, como si estuviera flotando sobre una escalera de madera. —Si. Es bonito. El casero nos mostró todo y si me convenció. Lo mejor era que mis ahorros alcanzaban para pagar el alquiler. — ¿Entonces? — ¡Me mudare aquí! Me entregaron las llaves del departamento. Regresé para empacar mis cosas. Le escribí a Román que me estaba mudando y se sorprendió muchísimo. — ¿De verdad te quieres ir? Ángel se había sent
Mis nervios comenzaron a aumentar a medida que los minutos comenzaban a pasar. En cualquier momento sonaría el timbre y ellos llegarían. Le había enviado mi ubicación a Alán para que pudiera reenviársela al chofer y así llegaran directamente hasta aquí, a mi casa. Había preparado algo de comer, Víctor había puesto la mesa y los dos queríamos recibir de buena forma a nuestras visitas. ¡Claro! Nuestras visitas eran canijas, pero yo no iba a ser igual que ellos. — ¿Está todo listo? —Sí, acabe de acomodar los platos. —Bien. Entonces... Sonó el timbre. Me quite el delantal y lo colgué en la percha de mi alacena. Fui a lavarme las manos. Víctor se encargó de abrir la puerta. Las voces de mis hermanos comenzaron a retumbar en mi cabeza. Cuando termine de lavar y secar mis manos, me gire para poder mirarlos. ¡
— ¡Lamento que tenga que ser así! — ¿Así como? —Que tú tengas que estar para los hombres del público. Marlon me había dejado seguir sobré él. Su miembro encajaba a la perfección con mi alma y sus manos acariciaban la curva de mi culo. Habían pasado algunos segundos desde el orgasmo. — ¡No quiero! —No puedo ayudarte. Aunque quisiera que no fueran así las cosas, no te convendría estar conmigo, soy un padrote. —Pues aunque no esté contigo, no me dejes estar al público. Mis manos le acariciaron el pecho, era suave y me gustaba la sensación de poder tocarle. ¡Marlon fue esa chispa que me alentaba a disfrutar de las cosas malas! —No te prometo nada.