Meses después
Reunión BDSM en París
Peter sonreía al ver llegar a su pequeña salvaje, con ese sensual vestido en látex. Sebastián unas horas antes le había dicho que no tenía tiempo para ir, a pesar de su insistencia para que distrajera su mente de la tristeza que lo acompañaba por su ex-sumisa. Un Maurice silencioso, miraba su bebida perdido entre sus pensamientos, Nikoleta corría por el local como de costumbre saludando a diferentes personas junto con Christopher que se giraba levantando la mano para mandarle un beso a María, que sonrió radiante ante su cariñoso gesto.
—Mi Amo —llego ante él, lanzándose a sus brazos emocionada—, te extrañe. —besándolo con fervor.
—Dioses, estar lejos meses me altera todo el ser, pero a
Deseaba no haberse levantado el día de hoy, esas horas previas habían sido insultantemente dolorosas, su cuerpo a duras penas respondía, y sus costillas estaban fracturadas: -de nuevo.Giro lentamente la cabeza para observar el monitor de esa habitación estéril, el goteo era como una marca que taladraba sus oídos, en cada caída; sus piernas estaban tan rígidas, que dudaba que pudiera moverlas; y esa maldita cámara, parecía que se riera de su situación.Le habían dejado allí, tenía la seguridad de que le grababan y lo re trasmitían por internet. Esta vez, sintió que se había sobre pasado. El placer, ya no era placer, había caído en manos de un sádico sin escrúpulos.—Quiero que me consiga a esa esclava. —Escucho la voz de fondo, haciendo que saltara en su sitio, y el corazón desbocad
—¿Te olvidaste, de nuevo?Peter miro a Maurice como atontado por lo que le decía, su sistema de análisis estaba totalmente nulo en este momento, y no daba pie con bola.¿Cómo había sucedido esto?En qué momento había olvidado que le correspondía planear el viaje familiar. Si, era el momento más importante para todos, que hacían el máximo esfuerzo para alejarse de sus múltiples ocupaciones para estrechar más su solides familiar.Observo a María reír a carcajadas junto a Alena, y a la chica nueva de Christopher, luego miro a Sebastián quien sentado detrás de Nikoleta la abrazaba con el cariño impreso en su rostro, mientras Christopher le tenía las piernas en sus propias piernas, tocándole con sensualidad las estas.—Es hoy, no puede ser, lo olvide en mi calenda
María sabía que algo no había salido bien desde el momento en que habían llegado a Canadá. Alena le había gritado que no subiera a ese vehículo, pero ya era demasiado tarde, estaba siendo llevada a una excursión con un grupo de japoneses, quienes le habían observado desconcertados cuando ella se sentó en la última silla, algo descolocada después de discutir infructuosamente con el conductor, que no le entendió nada, como él a ella: -todos eran japoneses.Era su primera vez en Canadá, y literalmente estaba perdida; Peter la ahorcaría. Horas atrás había observado como dormía, su rostro relajado, pero en sueños balbuceaba sobre enemigos socarrones, roba mujeres, y ella le parecía divertido. Se había levantado para ducharse, saliendo a preparar algo suave de comer, encontrándose a Sebastián en la p
—Zorra, ¿se está negando?—Maestro, no le desobedecía, pero por favor, entiéndame, estoy trabajando y…—Eso a mí no me importa si muere de hambre o no. Ahora debe venir inmediatamente.—Pero Maestro, estoy en América.—Tiene dos horas para llegar —colgando la llamada.La desesperación la carcomía, ambos sabían que en dos horas no llegaría a Portugal desde Estados Unidos; y seguramente perdería el trabajo por dejar abandonado el proyecto, se debatía entre esta responsabilidad y obedecer. Al final, gano el trabajo, poseía demasiadas deudas, las cuales él no pagaría, sino aumentarían.Salió de su motel en San Francisco, para dirigirse a la zona e comercio, metiéndose de lleno a terminar lo que le hacía falta. En la noche fue a buscar la cena, en uno de es
María colgaba boca abajo intentando alcanzar la otra cuerda que el novato había dejado caer desconcentrado por coquetearle a Filipa, que estaba enojada porque tenía como pegamento a ese chico de diecinueve años, que no la dejaba ni a sol ni sombra.—Mary, la tienes a unos diez centímetros a tu derecha —le indico Remus por el auricular—, cambio.—No tengo los brazos tan largos —respondió—, dame más cuerda, cambio.—Fíjate en la roca a tu izquierda, desde acá se ve peligrosa —señalo Hassan—. Alcanzas eso, y podremos asegurar el paciente, cambio.—Si —respondió ella, sintiendo a los segundos un sacudón de su cuerpo al ser bajado más—. ¡La tengo! —siendo izada con fuerza para llegar arriba.—Finalicemos, el helicóptero llega en diez minutos.&m
—¡Eres un idiota! —grito Peter.—No lo soy —se defendió Christopher—, te dije que la tarima no estaba estable.—¡No te escuche! —bramo de nuevo, acostado en el piso, gimiendo del dolor.—Viene en camino Remus —informo Nikoleta, agachándose junto a Christopher, colocando la mano con cuidado en su brazo izquierdo—, ¿duele mucho?Hizo un gesto angustioso con la cabeza, tensando su boca, para soltar un suspiro profundo, que no llego a relajarlo porque la ráfaga de dolor fue aguda, miro los rostros de su familia que le cuidaban, solo faltaba el elemento principal.—¡Quiero a mi pequeña acá! ¡Ahora! —vocifero.—Estarán por llegar —respondió Sebastián—, llame a Alena, para no preocupar a Mary.—¡Ok! —gimió— ¡Maldic
Maria caminaba por París entretenida con su nuevo álbum musical que le daría delicia escuchar mientras escalaba, sin percatarse que era observada con recelo y ansias por otra persona. Su móvil vibro, deteniéndose en sus pasos para buscarlo en su gabardina mientras que con su otra mano seguía sosteniendo su cd; elevo su mirada al cielo que se oscurecía a pasos agigantados, anunciando el cambio de estación. Escucho entretenida la grabación que le envió Hassan, dándole instrucciones para el próximo entrenamiento que harían en una pared artificial en Italia, riéndose con las tonterías que escuchaba de fondo por parte de Remus, que le criticaba por lo absurdo del plan.Giro su cuerpo, quedando estupefacta, al ver a una joven ser arrollada por un vehículo, viéndola caer en cámara lenta a unos pocos pasos de ella, tomo aire consternada por la
—Has —le llamo Sebastián— tengo curiosidad.Este dejo de jugar con el equipo de sonido que había comprado, para observar a Sebastián que cargaba en sus brazos varias botellas con agua, para llevar a la playa, donde estaban los demás jugando voleibol.—¿Sobre qué?—¿Cómo supiste que son sextillizas?Hansel pego una carcajada aguda, que le hizo sostenerse de Sebastián, quien le miro confundido.—Son las hermanas más sexys que he visto, tenían diferencias notables, como sus cabellos, alguna que otra peca en el rostro, la altura, el liderazgo. En esos minutos una hablaba y luego las otras, pero en un instante fugaz todas lo hicieron al tiempo: fue muy breve.—Yo no lo habría descubierto —pensativo.—Eres demasiado inteligente, estoy seguro que a los dos segundos lo habrías hecho.