Capítulo 2

Capítulo 2

Andrea

Al estirar todo mi cuerpo sobre mi cama, siento como mis huesos truena y aunque no quiero levantarme todavía; lo hago con toda la pereza del mundo.

Luego de hacer mis necesidades básicas y tomar una deliciosa ducha de agua caliente para relajarme, salgo hacia mi habitación para buscar en mi armario que ponerme para ir a trabajar.

Viendo los lindos conjuntos de vestidos, blusa, sayas, pantalones y zapatos que compré hace una semana junto a mi mejor amiga. Me decido por un vestido sencillo color negro y este se me ajusta a la piel perfectamente, además; es sumamente hermoso porque tiene un diseño que resalta lo voluminoso de mi cuerpo. Además, resalta mi estrecha cintura; noten el sarcasmo por favor. 

Yo no era una mujer de taya cero, pero tampoco era gorda. Digamos que era una mezcla rara entre las dos, pero de que estaba buena lo estaba y mis curvas lo gritaban tras este vestido.

Luego de terminar de vestirme combinando los zapatos con el bolso y los accesorios como toda mujer lo hace. Voy hacia la cocina para preparar un rápido café para mí y Estefanía, sin embargo; cuando llego a mi cocina, me encuentro con un hombre totalmente desnudo. Uno que obviamente yo no metí a mi casa y estoy segura de que la responsable de esto es mi mejor amiga.

– ¿Se puede saber quien eres tú? – le pregunto al desconocido quien se da la vuelta dejando ver su cosa.

– Hola preciosa, me llamo Andy – dice con una sonrisa coqueta y yo me volteo para no verle el paquete.

– Hola Andy ¿Se puede saber que haces en mi cocina? 

– Pues le preparo un rico desayuno a Estefanía, hay café en la cafetera por si te apetece ¿Nunca habías visto a un hombre desnudo?

– ¿Qué? – digo reaccionando a su pregunta de tono burlón. 

– Lo pregunto porque te has volteado. Otra en tu lugar me estaría devorando con la mirada o sobre mi montándome por completo.

Estaba por responderle a ese grandísimo cretino, cuando denla nada, siento a Estefanía hacer entrada en la cocina.

_ Good morning my princess _ me dice ella con un tono meloso exagerado y sé que es para que no la regañe por meter a ese tipo en la casa.

_ ¿Good morning Estefanía? _ le respondo molesta _ ¿Qué tiene de bueno levantarse y encontrar a un desconocido desnudo en tu casa?

_ ¡Oh m****a, Andrea! Por favor, perdón. Te juro que no era mi intención, pensé que él se iría antes de que despertaras.

– ¿De verdad Estefanía? ¡No lo puedo creer! Cuando regrese a casa no lo quiero ver y ya verás lo que te espera.

...

Después de no haber podido desayunar nada en mi propia casa. Me monté en el auto que compartía con Estefanía para irme a trabajar y la verdad es que no me importó en lo absoluto dejarla tirada esta mañana. Ella debería de aprender a respetar el lugar donde vivimos.

Una vez dentro de la empresa, veo como todo el personal va de un lado a otro sin parar y me pregunto qué es lo que está pasando esta mañana ¿Por qué están así? ¿Será que ya habrá llegado el hijo del señor Gabriel y ha comenzado a dar órdenes?

Volteo para mirar hacia la recepcionista y con unos rápidos pasos me acerco hacia ella para saber que sucede.

– Hola Laura ¿Qué sucede aquí?

– Hola Andrea, todos están de esta manera porque se rumora que el hijo mayor del dueño llegará en cualquier momento y todos están bien nerviosos. 

– Si tienes razón, el hijo mayor del señor llega hoy y hasta yo estoy nerviosa. Lo mejor será que hasta yo me ponga a hacer mis deberes. Nos vemos luego.

Con un gesto amigable me despido de Laura para luego ir directo hacia el elevador, el cual me lleva directo hacia el último piso. En el cual está la oficina de mi jefe junto con otras dos vacías, mi escritorio, los baños, una pequeña cocina equipada y la sala de juntas. El señor Gabriel solamente diseño esta parte de la empresa para él y sus hijos, sin contar a la secretaria que en esta ocasión soy yo.

Al llegar a mi destino, veo que todo está tan tranquilo como siempre y me dirijo hacia mi escritorio para dejar mis pertenencias ahí. No me vendría mal ir a la pequeña cocina a prepararme un café y de paso también prepararé el de mi jefe; el cual aún no llega.

Ya solo faltan unos minutos para que el señor Gabriel llegue y como todas las mañanas cuando estoy frente a la puerta de su oficina. Entro al igual que siempre tarareando y moviendo mis caderas al compás de una canción de salsa y dejo la tasa sobre el escritorio para ponerme a ordenar los papeles.

Sin embargo, en esta ocasión para mi mayor sorpresa; en aquella oficina no solamente estaba yo solamente y aquella tasa de café. Si no que había un hombre bastante alto, de cabellera negra, de espalda ancha, ojos azules profundos y un perfecto traje color negro adornaba todo su cuerpo. Era como si ambos nos hubiéramos puesto de acuerdo para vestir hoy.

Veo como aquel hombre me miraba desde el sofá en el que se encontraba sentado y bajo su atenta mirada yo me sentía desnuda. Él estaba sentado como todo un Dios, un Dios que podría aplastarte con su simple mirada.

Sin romper este contacto visual entre los dos, siento unos pasos acercándose a la puerta de la oficina y después de hacer hasta lo imposible por desviar la mirada, veo que es el señor Gabriel quien acaba de llegar en este preciso instante.

_ Buenos días Andrea, que gusto ver que ya tienes mejor cara – dijo este sin percatarse de que no estábamos solos – ¿Qué pasa ahora niña? ¿Te comió la lengua el gato?

El señor Gabriel al parecer sigue sin notar a la persona detrás de él y no es hasta que ese hombre carraspea su garganta que mi jefe lo nota. De más esta decir que su nuez de Adán en ese simple gesto me hizo temblar.

_ Hola hijo mío, no sabías que habías llegado tan temprano – dijo el señor Gabriel como si nada y no podía creer que este era Samuel, su hijo mayor.

¿Dios él era el tal Samuel del que tanto había escuchado a hablar, él es quien será mi nuevo jefe?

_ No te preocupes padre, llegué hace poco a la empresa y nadie me vio entras además del portero. Sin embargo, considero que asuste a la señorita con mi presencia inesperada porque aún no ha dicho una sola palabra desde que me vio.

– No pasa nada hijo, tu madre pensaba que irías a la casa primero.

– Tenía pensado hacerlo, pero ya sabes como se pone mamá. De seguro no me dejaría venir después – dijo este mientras se levantaba y caminaba hasta quedar frente a mí – Lamento haberla asustado señorita, es un placer por fin conocer a la secretaria de mi padre, espero que podamos trabajar bien juntos y con la misma eficiencia que ha trabajado con él todo este tiempo.

¡Dios mío! ¡Madre de cristo! Que hombres tan embriagador y sin duda todo un ejemplar masculino de esos que estaban extintos. El señor Gabriel no se equivocó al decir que es todo un caballero, su sola presencia me puso nerviosa, ni que decir su mirada y es que me había quedado en blanco completamente sin saber qué contestar. En toda mi vida nunca había sentido este fuego intenso ante nadie, ningún hombre antes había despertado en mí el deseo de entregarme en cuerpo y alma. Algo que creo que será un problema al trabajar todo el tiempo junto a Samuel Blanco.

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