Todos en el castillo parecían estar a punto de colapsar, mientras yo caminaba sin importar nada más por los pasillos pude observar como muchos cortesanos, aquellos que viven una gran vida y celebran grandes fiestas mientras yo estoy en la guerra me observaban con horror, como mucho caballeros se deberían en sí detener o no, como había un fin de sirvientes que me observaban aterrados y como yo solo los ignoraba, como caminaba sin importarme nada más, como estaba aún en este momento dispuesto a arruinar todo el maldito reino si me negaba aquello que yo siempre he tendió, aquello que me pertenece por derecho, aquello que amo y no estoy dispuesto a perder, por esa razón cuando me topé con aquella mujer, con esa que me observo con el rostro severo y aparentando ser sublime y letal, fruncí el ceño y escuche que era eso tan importante como para meterse en mi camino. —Su majestad el Duque… Usted debería estar en la guerra, resolviendo los problemas de la guerra, no aquí, haciendo una patalet
Tic, tac, tic, tac, ese maldito reloj no deja de girar y este hombre solo está ardiendo en fiebre y yo no puedo hacer nada para poder ayudarlo, yo no puedo hacer absolutamente nada más, más que ponerle una maldita toalla mojada en su frente mientras él parece delirar, mientras él no para de indicar a esas personas que las mataras, que le hará daño, que se vengara, no deja de decir una y otra vez aquello y yo me pregunto que ocurría en los sueños del Duque en este instante, que es aquello que lo atormenta en medio de su enfermedad, pues parece algo triste, doloroso e incluso puedo decir que es sangriento, que algo que posiblemente le dejo algún tipo de marca.La verdad es que la historia del Duque no tiene mucha profundidad, en el epílogo antes de dar inicio a la historia no había mucho en aquel, solo indicaba que fue a las guerras desde muy joven en nombre del emperador, que fue considerado uno de los hombres más invencibles de todo el reino, hablan de su magnificencia, hablan de su b
—La guerra ha terminado, la aguerra ha terminado…—Los gritos en el exterior eran cada vez más notorios, la expresión de dicha en todos los sirvientes era la muestra que eran felices, sus caballeros, aquellos que habían sobrevivido a la guerra por fin volverías, los tesoros que habían obtenido seríanentregado y muchos serían ricos y vanagloriados por sus hazañas. Incluso Fergus quien tal como lo dicta la historia había ganado el título de caballero Negro y era conocido por su gran participación en la guerra al igual que el Duque, fue tanto así que ahora todos lo alababan, todos estaban llenos de satisfacción y llenos de alegría al indicar de un lado a otro el hecho de que este era un digno caballero de la casa de sandringham y que al igual que el Duque posiblemente ganaría riquezas impresionantes y sería nombrado seguramente un Duque, que dejaría de ser un soldado de nuestra década, que pasaría a ser una gran cortesano, algo que de hecho si ocurre, Fergus deja de ser solo un caballer
Flores y gritos de júbilos, exaltaciones y dedicaciones de cantos y celebración se escuchaba en el desfile de bienvenida para todos aquellos que volvíamos de la guerra, todo era un sin fin de júbilo de y de felicidad, si supiera cuantos soldados no habían muerto en esta guerra, si supieran como dejamos aquella ciudad en donde la única sobrevienta es de la familia real, había sido una pequeña princesa de apenas unos años más allá de la mayoría edad, creo que tenía los mismos que mi prometida, ella estaba viva solo por el hecho de que el emperador la casaría con alguien de aquí, con aquel que le fuese lo suficiente fiel y le fuese no más que un vasallo para que tomara el liderazgo de aquel reino y así por medio del matrimonio unirlo a la familia real, no había nada más que hiciera aquella chica que ahora estaba cubierta con una capa y tenía la cabeza gacha. Diría que sería la futura esposa del príncipe, pero esta había indicado claramente que no se casaria con ella, que no la amaba, i
--No puedo creerlo, escapamos como viles delincuentes, no asistió al baile de bienvenida, ese era importante, su madre había gastado una fortuna en vestidos, sin contar con el hecho de que planeaba hacer un peinado hermoso en su largo cabello, incluso había pensado en hacer alguna mascarilla para terminar de prepararla, yo… —Ay, por favor ya basta, deja de quejarte, de haber sabido que te quejarías, te hubiese dejado en la mansión…—Note la mirada llena de indignación de parte de Anya, pero solo la ignore y observe hacia la ventana del carruaje y note el oscuro camino que se mostraba ante nosotros. No lo iba a negar escapar de esa manera no es que me agrade mucho, pero a mal tiempo buena cara, no tenía muchas opciones, porque asistir al baile de bienvenida que la corana ofrecía al Duque, eso era más que improbable, no estaba dispuesta a estar presente en el lugar, cuando el templo presentara a Brihana, tampoco cuando el Duque se presentara ante el rey y mucho menos estaba dispuesta a
Horror, aquello fue lo que sentí, cuando entre en la habitación de Elizabeth y observe aquel vestido que había elegido para ella completamente rasgado y lleno de sangre, a su lado había uno sencillo, tenía flores y parecía estar intacto, no sabía que significaba aquello, no sabía de qué trataba, además del hecho de que justamente ahora ella no parecía en ningún lugar, ¿Qué significaba aquel mensaje? ¿Qué significaba el hecho de haber destrozado el vestido? ¿De haberse lastimado mientras lo hacía? Conocía muy bien el color de la sangre, conocía muy bien las heridas que cargaba sus pequeñas manos, aquellas que estaba envuelta en una final tela, seguramente curadas por Anya y conocía muy bien a esta mujer, a esta hermosa mujer, su rostro precioso y sus bellos ojos estaba tan hermosa, casi dos años sin verla y no hay duda que había cambiado demasiado, ahora era más mujer, se veía preciosa, más¿Cómo decirlo? ¿Mujer? Seguramente era aquello, sin duda alguna un hada en persona, Elizabeth ha
—Se ve tan hermosa, tan preciosa, sin duda el nuevo vestido le queda aún más hermoso, hace que lo sencillo se convierta en algo extraordinario, en algo digno de admirar…—Observe a Anya como si la quisiera matar ahora mismo, mientras esta hizo un gesto como quien me indicaba que dejara de quejarme y solo me diera al dolor que ella no tenía culpa.—Sí, si, si, qué linda, qué hermosa… Carajo que mal humor…—Esa boca… Eres la futura Duquesa y debes comportarte como tal, es hora de dejar esas bromitas las palabras extrañas y esas travesuras tuyas, sin contar que debes dejar esa horrible cosa de ser tan excéntrica, deja de amar más el oro y las joyas que las personas por favor…—Hice una mueca de disgusto ante lo último, esta mujer está loca, ¿Cómo voy a dejar de lado a mis precisos? No importa cuánto tiempo llevé en este mundo siempre me deslumbraré ante un vestido caro, oro y joyas, soy demasiado esnob, y así moriré. —Eso nunca, si hago cualquiera de esas cosas perderé mi flamante persona
—He de bendecir a la pareja Ducal y con ello presentar a Vincent Maquelssy y su esposa la Duquesa Elizabeth Maquelssy, celebrad todos…—Los aplausos se escucharon en todo el lugar, mientras yo no dejaba de sentir mi corazón latir con locura, el sujeto mi mano con fuerza luego de aquellas palabras, y yo estaba llena de pavor, más cuando el Duque camino conmigo del brazo hacia el mar de personas que no dejan de felicitarnos, de alabarnos por nuestra boda. Habían tantas personas, tantas que no conocía, la verdad es que mi círculo social en estos dos años había disminuido a nulo, mi madre hacia una que otra fiesta de té, para no perder el honor de la familia, pero la verdad era que yo tenía memoria de pollo, pues no recordaba a nadie, absolutamente nadie, en las fiestas los observaba como recién conocidos, y la verdad es que no me importaba conocerlos, a la única que tenía como mi amiga segura era a Johana, de resto todas eran no más que envidiosas y personas malignas que buscaban la mane