Capítulo98
¿Qué más podía hacer yo?

No tuve otra opción más que seguir obediente a Paula.

Paula, con su aspecto tan seductor y provocador, atraía las miradas de todos mientras caminábamos juntos.

Cuando llegamos al baño, Paula notó que no había nadie en la sección de mujeres y, sin pensarlo dos veces, me agarró apresurada del cuello de la camisa y me arrastró a uno de los cubículos.

—Paula, ¿qué... qué estás haciendo? — pregunté, sintiendo un nerviosismo incontrolable, sobre todo por miedo a que me tomara el pelo.

Paula, con una sonrisa muy traviesa, bajó la mirada a mi entrepierna y preguntó con firmeza: —Sé honesto, ¿hiciste algo con Luna o no?

—No, de verdad que no.

—Entonces, ¿por qué tienes el pene tan duro?

—Yo...— sentí en ese instante cómo la ansiedad me dominaba y traté de improvisar una respuesta: —Es que cuando le estaba poniendo los parches medicinales a Luna, vi su piel tan blanca y suave, y no pude controlarme.

—Vaya, qué sensual eres. Solo con verla ya te pusiste así, — dijo con un
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