Capítulo10
Lucía me miraba mientras me alejaba, con las mejillas nuevamente enrojecidas.

Sorprendentemente, seguía recordando la sensación de estar en mis brazos.

Mi abrazo había sido tan firme, y mis brazos tan fuertes.

Cuando la rodeé con fuerza, sintió una firmeza que la dejó sin aliento.

Su respiración se aceleraba sin que pudiera evitarlo.

En ese momento, mi cuñada ya no tenía ánimos de cocinar.

Se sentó en mi cama, acariciando suavemente el lugar donde yo había estado acostado.

Las sábanas aún conservaban el calor de mi cuerpo.

Mientras acariciaba el tejido, no pudo evitar recostarse.

Era como si volviera a estar en mis brazos.

Hacía mucho tiempo que no sentía el calor y la solidez de un abrazo masculino tan firme y reconfortante.

Mi cuñada comenzó a desearlo, a anhelarlo profundamente.

Agarró mi manta y la cubrió sobre su cuerpo.

Una sensación completamente nueva y extraña la invadió.

Su mano, de manera instintiva, se deslizó bajo su ropa interior, y un suave gemido escapó de sus labios...
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