Capitulo430
De verdad, no sabía si reír o llorar.

¿Acaso fue mi culpa rechazar a Natalia? ¿Es que hice algo malo?

¿Será que mis pensamientos son anticuados? ¿O simplemente soy demasiado conservador?

No podía evitar sentirme que las mujeres de hoy en día son tan abiertas, como si el amor y las relaciones fueran algo insignificante para ellas, algo sin demasiado peso o importancia.

Seguí masajeando a Natalia, estimulando una y otra vez sus puntos más sensibles, y poco a poco, sus pequeños y delicados senos comenzaron a sonrojarse por el desplazamiento activo.

Natalia, sin poder contenerse ni por un momento, empezó a soltar suaves y delicados lamentos.

El sonido, tan provocativo, era suficiente para hacer que cualquiera se sonrojara.

Yo intentaba no pensar demasiado, pero, frente a las expresiones tentadoras de Natalia, era imposible no reaccionar al menos un poco.

Fue entonces cuando María se me acercó de repente. Su rostro estaba helado y su tono de voz no dejaba lugar a discusiones:

—Ya es suficie
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