Después de terminar mi jornada laboral por la tarde, no pude evitar apresurarme a volver.Apenas habían pasado dos días sin ver a Luna, pero para mí parecía como si hubieran sido semanas ¡. La echaba de menos .Antes de llegar, pasé por una floristería y compré un ramo de flores. También compré algunos de sus platillos favoritos para alegrarle la noche.No le avisé que iba a visitarla. Quería sorprenderla.Cuando llegué al apartamento, usé mi llave para entrar directamente.Mi plan era claro: darle una sorpresa agradable.Tan pronto como entré, vi a Luna ocupada en la cocina.Llevaba un vestido azul que le quedaba perfecto, y un delantal que resaltaba su figura mientras preparaba la cena.La escena era demasiado perfecta , demasiado acogedora. Una imagen de felicidad deslumbrante.Me acerqué en completo silencio y, sin previo aviso, la abracé por la espalda.Luna se sobresaltó y, en completo pánico, intentó golpearme con la espátula que tenía en sus manos.—¡Luna, soy yo! ¡Soy Óscar!—
Sentía que mi estómago estaba a punto de explotar.Me estiré con un repentino suspiro de satisfacción y dije:—Qué lleno estoy. Si pudiera comer así todos los días, mi vida sería tan feliz.—Entonces quédate a vivir aquí. Si no, yo sola no tendría ganas de cocinar todos los días.—De acuerdo, hecho entonces.—Vaya, qué rápido aceptas. ¿No deberías consultarlo con tu cuñada primero?Al escuchar que mencionaba a mi cuñada, no pude evitar soltar un suspiro.—Mi cuñada ahora mismo tiene sus propios problemas. No está en condiciones de preocuparse por mí.—Óscar, ¿qué es lo que está pasando entre tu cuñada y tu hermano?No podía contarle a Luna todo sobre lo que estaba ocurriendo entre mi cuñada y Raúl. Después de todo, cada persona tiene sus secretos y su vida privada.Solo dije:—Raúl y mi cuñada están pasando por algunos problemas, pero estoy seguro de que lo resolverán tan pronto como puedan.—Óscar, deberías aprovechar este tiempo y conquistar a tu cuñada de una vez por todas,— comentó
Aunque en mi boca no dejaba de decir cosas malas de Paula, en el fondo seguía importándome.Precisamente porque me importaba, cuando supe que solo me veía como un juguete, me enfurecí demasiado.Me enojaba que pudiera tratarme de esa manera tan absurda.Me enfurecía no ser su único hombre.Sé que pensar de esta forma puede parecer egoísta, pero en cuestiones de sentimientos, todos somos egoístas, ¿no?Todos desearíamos que las mujeres hermosas solo tuvieran ojos para nosotros.—¿Estás enamorado de Paula? preguntó de repente Luna, interrumpiendo mis pensamientos.Me sobresalté y, con prisa, respondí:—¡Claro que no, Luna! Eso es imposible. En mi corazón solo estás tú.Estaba aterrorizado. Tenía mucho miedo que Luna pudiera pensar que yo era un hombre infiel o indeciso.Sin embargo, Luna, con una sonrisa tranquila, me dijo:—Aunque te gustara Paula, no habría problema alguno. Es hermosa, tiene una gran personalidad, y su figura es simplemente perfecta. Además, sabe cómo hacer feliz a un
Directamente cambié de tono y comencé a llamar a Luna, mi esposa.Porque cada vez estaba más convencido de que Luna era la única mujer que ocuparía ese lugar en mi vida.—Yo no soy tu esposa, ¡ni siquiera por si me pagaran lo seria! —respondió Luna, sonrojándose profundamente al escuchar que la llamaba de esa forma.La abracé con fuerza y sentí una felicidad indescriptible que me recorría todo el cuerpo.Aunque esa noche no hicimos nada, el simple hecho de poder abrazar a Luna y dormir a su lado me hacía sentir profundamente feliz y agradecido.A la mañana siguiente.La abrazaba con fuerza y la besaba sin parar ni por un instante. La besaba tanto que Luna apenas podía respirar.—Ya basta, Óscar, apúrate a ir a bañarte, si no vas a llegar tarde al trabajo —me dijo, tratando de apartarse un poco.La miré con tristeza y le dije: —Pero no quiero dejarte, y mi pequeño Óscar tampoco quiere.Mientras hablaba, tomé la mano de Luna y la coloqué sobre mi entrepierna.El rostro de Luna se puso ro
Raúl sonrió incómodo, y luego dijo: —No he dicho que no sea posible. Luna es una gran mujer. De hecho, estar contigo es algo muy bueno y satisfactorio para ella.—¿De verdad, hermano? Le pregunté con sinceridad.En el fondo, aún tenía la esperanza de que Raúl pudiera cambiar. Después de todo, si él cambiaba, podría vivir una vida tranquila con mi cuñada.Raúl me miró directamente a los ojos y, con una tranquilidad absoluta, afirmo: —Óscar, cada palabra que te digo ahora sale de lo más profundo de mi corazón.—Estos días he estado viviendo solo en casa y realmente siento que es peor que estar muerto. De verdad, me gustaría que tú y tu cuñada volvieran a vivir en este lugar, que pudiéramos volver a ser como antes, riendo y conversando juntos.Lo miré a los ojos y pude sentir que sus palabras eran del todo verdaderas.Tomé su mano y también, de corazón, le dije: —Lo haremos, todo mejorará desde ahora. Hoy mismo voy a llamarla, a ver cuándo regresa. Para ser sincera, también quiero que tú
Lo cierto es que, al final del día, tanto Raúl como yo nacimos en el mismo pueblo, así que mantener nuestra amistad de la mejor manera posible era algo que beneficiaria en gran parte a todos.Deseaba con todo mi corazón que los malos momentos del pasado quedaran atrás, y que todos pudiéramos regresar a la normalidad, a vivir nuestras vidas como antes.Arranqué el auto y me dirigí al hospital San Rafael.En ese preciso momento, vi una figura muy familiar acercándose. Era nada mas y nada menos que María.Al verla, supe de inmediato que venía directamente hacia mí.—¡Toc, toc, toc! María golpeó con fuerza la ventana de mi auto.Bajé la ventanilla. —¿Qué quieres decirme?—Baja del auto, tengo algo que muy importante que decirte. María mantenía su actitud fría y distante, como siempre, con un tono dominante en su voz.Cada vez que la veía actuar de esa forma, no podía evitar responderle de la misma manera. —Doctora María, esto no es el hospital central de Valivaria, no tengo por qué hacer l
—¡Ah, ¿qué te pasa? ¡Bájate de inmediato!Casi me muero del susto. Levanté las manos lo mas alto que pude, sin atreverme a tocarle ni un pelo a esa mujer.Pero María, sin pensarlo dos veces, comenzó a quitarme la ropa prenda tras prenda. Mientras lo hacía, decía una y otra vez: —¿Acaso no pensaste hace un momento que yo te me aprovechando? Ahora te devuelvo el favor. No vuelvas a hacer o decir algo así frente a mí en el futuro.Era muy temprano en horas de la mañana, pero no podía ocultar la rabia y la ira que sentía por lo que había ocurrido con Luna. Con María provocándome de esta manera era difícil resistirme, pronto empecé a sentirme aún más incómoda.Tuve que sujetar el trasero de la mujer y levantarla lo mas alto posible: —Por favor, deja de hacer tales tonterías, ¿de acuerdo? Voy a llegar tarde al trabajo, ven aquí de inmediato.—No, tengo que devolvértelo. Si te atreves a decir o afirmar que me aproveché de ti otra vez, ¡te acabare sin pensarlo ni una sola vez!María dijo mient
El asiento del conductor era tan pequeño que María no podía acomodarse bien.—¡Ajusta el asiento hacia atrás, pendejo! ¿Por qué te quedas ahí parado sin hacer ni decir nada? me dijo María, claramente molesta.De repente me di cuenta y, de manera apresurada, ajusté el asiento hacia atrás.María, como una anguila, se deslizó rápidamente en mis brazos y se metió debajo del asiento.Menos mal que ella era delgada, porque si hubiera sido mi cuñada, no habría cabido tan fácil en ese lugar tan estrecho.Con voz baja, María me susurró: —No te quedes ahí parado, ¡ponte a conducir de inmediato!—¡Estoy sin palabras! ¿Cómo voy a conducir si estás escondida ahí?Ni siquiera podía mover muy bien los pies, era imposible pisar el freno o el acelerador.Pero María no parecía preocuparse en lo absoluto por eso y me apuraba sin detenerse ni por un instante para que comenzara a conducir tan rápido como pudiera.¡Esto no podía ser posible!En ese preciso momento, su amiga Natalia me vio y se acercó camin