Capitulo402
Pasadas las nueve de la mañana, llegué a la entrada del hospital San Rafael.

Apenas bajé del auto, una figura apareció de repente y bloqueó mi camino.

Era Raúl. Su aspecto estaba entre agotado y enfurecido a la vez, en mi interior se mezclaron un sinfín de emociones.

Podía ver claramente que no había dormido nada en toda la noche.

Estaba completamente abatido, con los ojos enardecidos, pero no sentí ni un mínimo de compasión por él.

Porque, al fin y al cabo, todo esto era consecuencia de sus propios actos.

—Óscar, dime la verdad, ¿dónde está tu cuñada? —Raúl habló primero.

Sin dar tantos rodeos al respecto, le respondí:

—De verdad, no lo sé.

Una chispa de ira cruzó por sus ojos, y su mirada se tornó aún más sombría.

—Óscar, eres mi hermano. Desde que éramos niños, sabes perfectamente cómo te he tratado y como he sido contigo, ¿verdad?

—Estoy en este estado, y aun así me mientes. ¿No tienes remordimiento alguno?

—¿Acaso tienes idea de lo mucho que me has decepcionado?

Raúl estaba claram
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