—Señora, ¿en qué parte se siente incómoda?Mi cliente era una mujer de poco más de treinta años. Su apariencia era bastante sencilla, sin joyas ni prendas llamativas, pero su figura era alta y estilizada, con unas impresionantes curvas que no pasaban desapercibidas.Ella se recostó en la silla de masajes, y desde ahí su figura resaltaba aún más.Siempre tengo la costumbre de preguntar a los clientes sobre sus molestias antes de empezar el masaje. Esto me permite enfocarme en las áreas problemáticas y brindarles un alivio real a su malestar.La mujer señaló de inmediato su abdomen y respondió:—Siempre siento mi bajo vientre un poco pesado, como si estuviera inflamado y con una sensación de presión. Fui al médico, pero no encontraron nada raro. Así que vine aquí para probar con un masaje, a ver eso si me ayuda.—Señora, por favor, súbase un poco su ropa. Voy a revisarla.Ella, obediente, levantó su blusa, dejando al descubierto un abdomen pálido y liso.Apliqué presión con suavidad en e
El señor Julen suspiró profundamente antes de decir:—No tienes por qué agradecerme. En el fondo, Manuel también es mi discípulo. Es mi responsabilidad por no haberlo educado bien.—¡¿Manuel es su discípulo también?! —exclamé, sorprendido por completo.No podía creer lo que estaba escuchando. Julen siempre había sido un maestro amable, y sus otros aprendices compartían esa misma actitud tranquila. Pero Manuel, con su carácter tan conflictivo, parecía no encajar en lo absoluto en ese molde.Para mí, era evidente que Manuel no merecía tener un maestro tan admirable como el señor Julen.Julen lo negó, resignado.—No es solo Manuel. Incluso Aquilino, nuestro jefe, también fue mi discípulo.—Eso demuestra que usted es realmente talentoso, señor Julen. Si no fuera así, esta tienda no tendría el éxito que en este momento tiene —respondí, intentando halagarlo.Mis palabras lo hicieron reír.—Bueno, algo de talento tengo. Antes de dedicarme a este trabajo, era un masajista certificado con títul
Viviana se acercó de repente a mí, fijando sus grandes ojos directamente en los míos.Un ligero aroma embriagador emanaba de ella, y su piel blanca y suave parecía ser casi irreal. Sus labios, de un rojo intenso como llamas, capturaban al instante toda mi atención.No pude evitar que mi mente comenzara a divagar.Antes de que pudiera reaccionar, Viviana pasó coqueta sus brazos alrededor de mi cuello, acercándose aún más.La suavidad de su cuerpo y la fragancia que desprendía me envolvieron por completo, despertando en mí sensaciones que no podía controlar tan fácil.Con una mirada llena de seducción, como solo ella sabía hacer, me susurró:—¿Y si quiero tener una conversación más... profunda contigo?—¿Una conversación profunda? ¿Cómo sería eso? —pregunté, tartamudeando como un tonto. Su magnetismo era indescriptible. Cada sonrisa, cada movimiento parecía estar diseñado para hechizarme.Entonces, con un gesto provocador, levantó una pierna y la giro alrededor de mi cintura. Su mano com
La verdad, si Viviana no fuera la mujer de Mikel, quizás no me sentiría tan intimidado ni intentaría evitarla con tanto esfuerzo.Ella es, sin lugar a duda, una auténtica obra maestra de la naturaleza. Incluso si no hiciera nada, solo su rostro angelical y esa mirada llena de encanto serían suficientes para volver loco a cualquier hombre.Cada vez que la veía, no podía evitar dejar volar mi imaginación, pensando en lo increíble que sería hacer el amor con ella.Así que, al contemplar su cuerpo provocativo, mis deseos me vencieron al instante y mi lógica superó cualquier expectativa, obligándome a retroceder hacia donde estaba.Aunque sabía muy bien que no estaba desnuda por completo —seguramente llevaba algo de ropa interior debajo de la manta—, el simple hecho de que su figura se insinuara bajo la tela la hacía aún más irresistible.A veces, la verdadera belleza no necesita ser completamente expuesta. Ese juego de mostrar y esconder, esa sensación de misterio puede resultar incluso aú
Era un tipo de atracción que iba más allá de lo físico, una tensión sexual aterradora que parecía ser sobrenatural.De verdad sentía que estaba a punto de perder el control.Pero no dejaba de repetirme en mi mente una y otra vez: —¡No puedes tocarla! ¡No puedes hacerlo!No me importaba lo que pudiera pasarme, pero no podía permitir que mis acciones afectaran a Luna ni a mi cuñada. Ellas no tenían por qué cargar con las consecuencias de mis errores.Con este pensamiento como mi única ancla, apreté los dientes y me forcé a resistirme, aunque mi cuerpo gritaba lo contrario.—No lo puedo creer, realmente sabes resistirte —dijo Viviana, claramente sorprendida.Sabía muy bien que cualquier hombre en mi lugar ya se habría rendido. Las tácticas que acababa de usar conmigo, si las hubiera probado con Mikel, lo habrían dejado en cama por días.Viviana era, sin duda alguna, una criatura diseñada para seducir. Su presencia era suficiente para desarmar la voluntad de cualquier hombre.Yo, sin emba
Resulta que todo este espectáculo de Viviana era solo para que aceptara su solicitud de amistad en WhatsApp.Pero no me atrevería en lo absoluto. Tenía miedo de que, si la aceptaba, ella se aferraría aún más a mí.Después de todo, ya había experimentado de primera mano de lo que en realidad era capaz. Sabía que incluso si tuviera diez vidas, no podría hacerle frente.Intenté seguir suplicando, buscando la manera de salir de esta terrible situación.—Mira, tienes todo: posición, belleza, un cuerpo espectacular… ¿por qué insistes en perseguirme a mí? —pregunté, tratando de razonar un poco con ella.—No soy más que un recién graduado, no tengo nada que ofrecerte. Por favor, déjame en paz.Viviana me miró con esa intensidad que me dejaba sin palabra alguna, y sus ojos se detuvieron justo en mi pecho, como si pudiera atravesarlo con la mirada.—Porque tienes un cuerpo increíble. Mira esos pectorales, esos abdominales… Solo de verte me entran ganas de todo —dijo con una sonrisa malvada.—Per
Viviana parpadeaba con sus grandes ojos brillantes, proyectando una falsa inocencia que no tenía nada que ver con la realidad.Sin embargo, sus palabras me dejaron completamente desconcertado. Pensé: —¿Esta mujer está loca o qué? ¿Por qué siempre hace preguntas tan absurdas y complicadas?Estaba convencido de que solo quería provocarme otra vez, así que respondí con gran impaciencia:—Soy masajista, no un trabajador sexual masculino. Por favor, deja de hacerme este tipo de preguntas tan ridículas.—¡Bah! Lo de ser masajista es solo una fachada. Ni siquiera eres un verdadero ciego.Me di cuenta de que no tenía sentido alguno discutir con ella. Pero quedarnos ahí sentados sin hacer nada tampoco tenía sentido y solo aumentaba aún más mi frustración.La miré directamente y, con un tono seguro, le dije:—¿Vas a querer un masaje o no? Si no lo quieres, por favor sal de aquí y deja de hacerme perder el tiempo. Hay otros clientes que sí necesitan mi atención.Viviana arqueó una ceja, como si e
Viviana me miró con un puchero, poniendo cara de niña caprichosa mientras decía:—¡Vamos, baila ya! Quiero verte bailar.Mientras hablaba, sus ojos brillaban de una manera tan descarada que parecía estar devorándome en ese instante con la mirada. Por la expresión de su rostro, era como si estuviera a punto de lanzarse sobre mí en cualquier momento.En ese instante, me sentí indefenso, como una pequeña niña asustada enfrentándose con fuerza a un lobo hambriento. Y ese lobo era precisamente Viviana.Me envolví los brazos alrededor del pecho, intentando protegerme, y tartamudeé:—¿Puedes dejar de mirarme así? ¡Me estás dando mucho miedo!Pero ella, en lugar de detenerse, se inclinó atrevida hacia mí y, pasando un brazo alrededor de mi cuello, me susurró:—Entonces, ¿vas a bailar sí o no?Intenté negociar:—¿Y si no bailo?Ella no tardó ni un segundo en sacar su celular móvil, mostrando la foto donde estaba abrazando su pierna.—Si no bailas, envío esta foto ahora mismo —dijo con un tono b