Jorge sintió las lágrimas de Amanda empapando su camisa, sus lágrimas de dolor caían calientes sobre su piel.Después de un rato de mucho llorar, Amanda finalmente volvió en sí y levantó la mirada, sus ojos llorosos y grandes, como los de un ciervo asustado sin sitio donde esconderse.— ¿Y tú… cómo es que estás aquí?— Vi cómo trataste de escapar corriendo para pedir ayuda justo cuando yo llegaba.Así que era eso. El destino parecía unirlos de alguna forma u otra. Siempre que ella estaba en peligro, él aparecía en el momento justo, era de veras su ángel guardián.— ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer alguito?Amanda no quería nada.— ¿Estás entonces cansada? ¿Quieres dormir un poco más? Descansar te hará bien.— Solo quédate conmigo.Amanda se lo pidió con voz suave. Sabía que quizás era mucho pedir, pero todavía estaba aterrorizada, sin haber superado el susto.El solo recuerdo del canalla de Linares tocándola la hacía sentir hundirse en la desesperación. Eso era lo que más temía.Jorge a
Amanda intentó retirar su mano, pero no pudo. Estaba ya incómodamente atrapada y, por un momento, deseó que se la tragara la tierra de la vergüenza que sentía.— Solo quería... comprobar qué tal están tus pectorales con tanto ejercicio el que haces.Dijo, intentando parecer tranquila, mientras retiraba la mano lentamente y le daba unas palmaditas en el pecho.— Nada mal, firmes y tensos, buen pecho el que tienes.Jorge alzó una ceja, observándola mientras intentaba justificar lo ya injustificable.— Voy a darme un arreglo.Amanda se dio la vuelta rápidamente y se fue sin mirar atrás, sintiendo la mirada de Jorge clavada en su espalda.Cuando llegó al baño, cerró la puerta con llave y quiso estrellarse contra la pared.¡Qué bendita suerte la suya! ¿Justo tenía que despertarse en ese momento?Después de lavarse la cara y peinarse, salió y vio a Jorge cambiándose de ropa.Ya se había puesto los pantalones y ahora su espalda musculosa y llena de cicatrices quedaba al descubierto.Había var
Jorge ya había dado su opinión, por lo tanto, a Amanda no le importaba más.Por eso mismo decisión mejor quedarse en casa recuperándose. Catalina altaneramente la ignoraba, sin tener en cuenta su existencia. Amanda pues tampoco le prestaba ninguna atención. Catalina ya había regresado al grupo Toledano para trabajar como secretaria de Jorge, y todos sabían muy bien quién era. Mas aun Tony la respetaba más.Dos días después, la marca de semejante cachetada en su mejilla había desaparecido, pero aún tenía algunos moretones que tardarían varios días en sanar.Volvió al estudio, y al verla, Luna se echó a llorar.— ¿Por qué lloras tanto? — Todo fue culpa mía. En el momento crucial fue en que más te fallé. Si no me hubiera dolido el estómago, te habría acompañado y ese tal canalla no se habría atrevido a hacerte nada si yo hubiera estado allí.— Nadie de veras podría haberlo previsto. No pasa nada y no te culpo, de veras.Amanda intentó consolarla.Luna había estado con ella desde que habi
Amanda se puso al instante rígida como una estatua.¿Catalina Toledano entonces al final no era una Toledano? ¿Solo una adoptada? Pero al parecer nadie más lo sabía, parecía estar ocultado muy rigurosamente.Catalina miró aturdida el portarretratos y murmuró para sus adentros: estaba claro que quería a Jorge hasta los huesos.Y no era para menos, Amanda sentía que los hermanos eran demasiado cariñosos y siempre se sentía un poco incómoda al notar la actitud de Catalina.Amanda se quedó inmóvil, sintiendo de repente que no debía quedarse más tiempo parada allí, como si hubiera aprendido inadvertidamente algo inimaginable de confesar.Se alejó a trompicones y regresó a toda prisa al estudio, encerrándose en este.No era de extrañar entonces que Catalina le cayera tan mal, la trataba pues como a una rival amorosa.¿Y Jorge entonces?¿Estaba acaso también enamorado de Catalina, pero no podía aceptarlo debido a su moral así que se negaba?¿O era acaso otra cosa?Pensó en su tono amable al c
— La relación entre ellos dos era entonces de veras muy profunda.— ¿Será que Catalina se habrá dado dé cuenta de lo tuyo con Jorge y te está complicando las cosas? Amanda, de verdad te aconsejo que deberías terminar con eso cuanto antes. Jorge es mucho más peligroso de lo que te imaginas.— Gracias por preocuparte, pero lo manejaré a mi manera.Amanda salió de la casa de los Cardenal sintiéndose mareada y confusa. No sabía por qué sentía una presión tan fuerte en el pecho, como si tuviera una piedra clavada allí, pero esa piedra se la tenía que sacar de su corazón.Soltó un suspiro pesado, tratando de calmarse. Jorge la había salvado tantas veces, para ella era como su héroe, una especie de hércules intocable al que admiraba y respetaba profundamente. Pero esa admiración se había convertido en algo más, en un afecto que no podía evitar, a pesar de saber que confiar en los tipos como él no era lo suyo.— Aun así, cuando se habia enterado de los sentimientos prohibidos de Jorge hacia Ca
Pablo también se sintió algo incómodo, pensando que Jorge se había pasado con su comentario.— Jorge, ella no tiene la culpa, ¿cómo puedes hablarle así? — dijo en voz baja.— ¿Dije acaso algo inapropiado? — respondió Jorge con indiferencia, levantando una ceja y mirando a Amanda.Amanda también estaba molesta. Si no quería tenerla allí, pues allá él. ¿Qué más daba?— Claro, soy solo una extraña. Hablen ustedes tranquilos, pero esta es mi oficina, así que, por favor, váyanse.Jorge no dijo nada más, se dio la vuelta y se fue a la oficina de Pablo.— Sé que eres bastante frío con las mujeres, pero deberías medir tus palabras para no ser hiriente. ¿Qué te hizo Amanda tan malo como para que la trates así?Jorge permaneció en silencio, apretando los puños sin decir nada.Recordaba lo que ella había escuchado... que tarde o temprano terminarían, que solo era un juego.¿En serio lo veía como un pasatiempo para llenar su soledad?— Hablemos del trabajo. No quiero discutir nada más.Pablo, vien
Amanda no podía seguir preocupándose por mantener su orgullo. Su salud era lo más importante, así que decidió llamar. Normalmente, Jorge respondía rápido a sus llamadas, pero esta vez el tono de espera se prolongó. Finalmente, alguien contestó.— Jorge, estoy en...— Amanda, soy Catalina.Por un instante, Amanda se quedó paralizada, el dolor desapareció momentáneamente, y sintió que todo su cuerpo se tensaba.— ¿Dónde está Jorge?— Está en el baño y no puede atender el teléfono. Por cierto, esta noche no volverá a casa, así que no lo molestes.Antes de que pudiera decir algo más, Catalina colgó. Amanda se quedó con las palabras atoradas en la garganta.— ¿Qué fue lo que pasó? ¿Ya llegó el familiar? Tenemos todo listo para la operación. — preguntó la enfermera al salir.— Lo siento mucho, pero no va a venir nadie. Puedo hacerlo yo sola. — respondió Amanda, tratando de mantener la calma.— Está bien pues debes saber que la cirugía tiene riesgos. Lee bien y firma aquí para dar tu consenti
Catalina no se atrevía a decir la verdad. Sabía que Jorge hablaba en serio cuando se trataba de Amanda.— Ella lo que quería era que en ultimas si no fuese con ella, Jorge se casara con alguien que no amara, si era por cumplir con las expectativas de sus padres. Eso significaría que ella seguiría siendo el centro de su atención, podría acercarse a él sin restricciones, aun así, bajo la apariencia de ser solo hermanos, y se conformaría con eso.Pero con Amanda era diferente. Ella había captado toda la atención y el cariño de Jorge, desplazándola a ella. Ya no era la persona más importante para él, y eso la atormentaba. Pensar en ello la hacía llorar sin control, pero no se atrevía a confesarlo. Sabía que, si Jorge descubría sus verdaderos sentimientos hacia él, la apartaría para siempre.— ¿Investigaste sobre ella? ¿Se lo contaste a nuestros padres? — preguntó Jorge, con el rostro endurecido.— ¿Y no debería acaso yo de haberlo hecho? Si toda Ciudad Sol se entera de que te casas con una