Las olas del océano movían aquel Ferri con calma. El aroma salino despertaba los sentidos más profundos y el corazón de Adalet latía despacio, pasmoso, mientras miraba a su padre y su amado charlar junto a la tripulación que encallaba el barco. Finalmente habían llegado a Irlanda, aquel lugar mucho más frío de lo que ella estaba acostumbrada, pero, que representaba su salvación y esperanza en un futuro mejor. No tenía miedo, ya no más. Acariciando su vientre las esperanzas de una vida apacible regresaban, y la promesa que tenía con Bastian Myers latía viva dentro de su corazón. — ¿En donde estamos mamita? — Dante miraba el mismo paisaje verde y hermoso que admiraba su madre. Adalet, sonriendo, acaricio los cabellos rojizos de su pequeño y le beso las mejillas una vez que lo sintió en sus brazos. — Estamos en la tierra en donde los sueños se hacen realidad — Dante sonrió, aquel lugar, era como un cuento de hadas.En Londres, Enzo finalmente había aterrizado. Su mirada perdida en
En las solitarias tardes de los días previos al otoño, el castillo de Sussex se bañaba con los tonos rojizos del atardecer. La muchedumbre escandalosa que conformaban la servidumbre, se preparaban para terminar sus labores del día y retirarse a sus dormitorios. El viento soplaba con calma y Arthur de Sussex leía aquel mensaje de texto que estaba esperando desde hacía varias horas: Adalet y los demás ya estaban a salvó en Irlanda. Sintiendo como si un peso se le quitará de encima, el joven Duque se sentó en su pequeño saloncito privado a disfrutar de una buena taza de te. Adalet estaba ya a salvó y eso era todo lo que le importaba. Nada más. La corona había comenzado la discreta búsqueda de su baronesa perdida y aquella noticia de su desaparición, aún no circulaba en ningún medio público. Todo lo estaban manejando por debajo del agua, pues sería un escándalo que se supiera de su huida.Por supuesto, estaba en problemas; sabía que no sería sencillo librar a su prima de tal falta y que
— Jean Carlo —Adalet miraba como su padre se abrazaba fuertemente de aquel hombre ya entrado en sus últimos 30s. La sonrisa de Gerard era genuina, y realmente parecía apreciar a ese hombre de aspecto sencillo y amable. Dando una ojeada a aquel lugar, la joven pelirroja admiro la belleza de los campos y las montañas; ese sitio estaba lejos de ser una mansión lujosa o un castillo de la realeza británica, era un lugar sencillo, pero realmente hermoso.Bastian ya sabía que ese sitio era el lugar que serviría de refugio para su familia. Era un campo, había ganado y cosechas a lo lejos; un pequeño poblado de honestos granjeros que no vivían demasiado cerca unos de otros, muy diferente a todo el lujo que una vez había conocido, pero que, por alguna razón, le resultaba demasiado agradable, como una vida sencilla alejada del bullicio de una enorme ciudad, de los horribles casos que alguna vez le había tocado atender, y de todo aquello a lo que estuvo acostumbrado siempre. — Mira mami una va
Aquel tejado blanco, eso era todo lo que miraba mientras su mente enteramente rota, divagaba entre fantasías de venganza que deseaba ver cumplir.—¿Sera tu cuello roto entre mis manos? ¿Una bala justo en medio de tus cejas? ¿Sera una tortura inimaginable hasta verte suplicar por morir? ¿Qué será? ¿Qué será? —Enzo repasaba una y otra vez aquellas oscuras intenciones que en medio de sus agitadas imaginaciones daban forma a su retorcido deseo de venganza.—Señor Stone —Aquella voz interrumpía entre sus pensamientos, sacándolo completamente fuera de ellos para enfocar toda su atención en el hombre que, sin previo aviso, acababa de entrar en su habitación de aquel barato hotel en el que se encontraba hospedado.—¿Tienes noticias para mí? — cuestiono con calma mientras observo como aquel sujeto asentía con seriedad.—La señora Williams no se encuentra ya en el castillo de Sussex, según una de las sirvientas, la señora escapo con ayuda de otros sirvientes por algún pasadizo, nadie se dio c
La noche, aquel manto nocturno que entre mil pensamientos y sentimientos dejaban ver las angustias sufridas de toda una vida, era tan fría como aquel sentir que dejaba en medio de un mar de agobios a Bastián Myers.Aquellos cabellos tan rojos como el fuego, yacías esparcidos por la almohada y enredados entre las sabanas blancas que solo hacían resaltar su avivado color, y que acariciaba con fervor y adoración, al tiempo que contemplaba la belleza del rostro de aquella mujer que representaba todo su mundo, y que era tambien la única persona que le había dado una verdadera felicidad en su muy solitaria vida.—Adalet…Murmuraba con voz queda, apenas haciendo ruido alguno, pues no deseaba despertar a la bella durmiente de su apacible sueño. Acariciando con delicadeza el vientre de la hermosa pelirroja, Bastián comenzaba a imaginar a aquel niño o niña que ya crecía dentro de su Adalet. Una sonrisa añorante se había dibujado en sus labios, una que era completamente sincera. Había ya probado
El cielo eternamente nublado de Inglaterra recibía a Bastián esa tarde. El gentío se apresuraba a bajar del barco, y todos parecían tener demasiada prisa por llegar a donde debían ante la inminente lluvia que amenazaba con caer en cualquier momento. Las gotas comenzaban a caer, y Bastián Myers caminaba directamente hacia aquella limusina que ya lo estaba esperando. Dando un saludo cortes al chofer, el hombre entraba en el lujoso vehículo que lo llevaría hacia el castillo de Sussex donde Arthur ya lo estaba esperando.Su mente divagaba entre los recuerdos de la muy emotiva despedida que había tenido con su hermosa señora Williams entre los brazos, y la amenaza que Enzo Stone suponía en sus vidas. Había hablado brevemente en el barco con algún viejo conocido buscando razón alguna del que una vez fue su casi hermano, y todo lo que había logrado averiguar, era que Enzo había logrado saldar las deudas dejadas por su padre, y que su madre y hermana estaban viviendo en una de las casas que
Sangre manchaba la blanca alfombra que se hallaba en el suelo y en aquellos desolados paramos gritos desesperados rompían el silencio de la noche. Un terrible forcejeo comenzaba entre dos hombres adultos mientras uno intentaba desesperadamente desarmar al otro. Un extraño intentaba escapar después de ver lo que había ocasionado, y el llanto desconsolado de un pequeño se ahogaba en los brazos protectores que trataban de darle consuelo.—¡Maldito! ¿Qué es lo que has hecho? —Bastián golpeaba sin piedad y repetidamente el rostro ensangrentado de Enzo Stone, quien reía a duras penas entre la inconciencia y la conciencia.—¡Detente Bastián! ¡Vas a matarlo! — gritaba Arthur de Sussex mientras intentaba detener a un enloquecido Bastián Myers que había sido segado por una ira atroz que le nublaba el juicio.—¡Cállate! ¡Nadie va a extrañar a este miserable hijo de perra! ¡Voy a matarlo! ¡Te voy a matar Enzo! — gritaba completamente enfurecido.Enzo se reía, y sentía placer al notar la desesper
Un vidrio se había roto en medio de la noche en aquella casita de madera en medio de las praderas irlandesas. El sonido de los cristales rompiéndose, había alertado a los, hasta ese momento, durmientes inquilinos quienes alarmados se habían levantado para revisar lo que sea que hubiera pasado.Un par de hombres desconocidos se habían colado dentro de la propiedad, buscando a la mujer de quien debían deshacerse; para ello les habían pagado una para nada despreciable cantidad de dólares, y moviéndose en la oscuridad intentando ser silenciosos como un gato, buscaban desesperadamente a su desconocida víctima.—¿Quién está allí? —Adalet Williams, armada con un pesado bate, cuidaba cada uno de sus pasos temiendo enfrentarse sola al intruso. La puerta trasera tenia un cristal roto; lo habían quebrado con la intención de abrir la puerta e ingresar por esta. Los cristales rotos yacían sobre el suelo, y la pelirroja miraba a duras penas en la oscuridad, intentando ubicar al desconocido.El cru