Jena sentia que la cabeza iba a explotarle, todo esto era una pesadilla, vio a Conan frente a ella, era sus ojos, su rostro, pero no era él, no entendía que estaba pasando, quería despertar. Salir de esa catástrofe. —¿Qué es esto?, ¿¡qué hiciste!?—cómo pudo ver a Conan, tuvo que hacer algo para provocar una ilusión.—A que te refieres con que “Que es esto”, tú me citaste como cada vez que tienes deseos de… —Jena lo freno con una bofetada que le dejo la cara volteada a un lado. La piel se enrojeció enseguida. Le lanzo una lluvia de puños contra su pecho,—¿Cómo te atreves a tocarme? —sentía asco sobre su cuerpo, sobre sus labios.Edmundo la tomo de las muñecas y la miro fijamente.—Es suficiente Jena me canse de jugar tu juego. —Edmundo sintió un puñetazo que lo hizo ir atrás, —Suéltala perro maldito— Conan gruño, —No vuelvas a tocar a JenaJena vio alejarse bruscamente a Edmundo. Conan estaba alto sobre ella, respirando pesadamente, imponente en el mismo sitio que apenas unos segu
Jena cayo bajo el peso de Edmundo, la sangre tinto el pelo blanco, para lograr librarse de él, lanzo una mordida alcanzando su pata derecha Edmundo chillo, sin importarle el dolor que provocaba Jena mantenía su mandíbula cerrada y apretando duro.Enfurecido sus ojos oscuros la aborrecieron unos segundos, sin importar que, era capaz de defender a un pelele como Conan, ¿que poseía para ganarse el amor y la belleza de una mujer a su servicio? ¿por qué todos lo amaban con tanta vehemencia? Localizo la línea de su vena, una pequeña abertura era suficiente para drenar toda al sangre de su cuerpo, sus dientes se abrieron lanzándose hacía la loba blanca, recibió una embestida arrojándolo lejos, Jena fue arrastrada al demorar en soltar su pinza. Al abrir los ojos, Edmundo estaba incorporándose un poco torpe Conan estaba protegiéndola con su cuerpo a Jena, estando sobre ella y retando a Edmundo. Era claro que seria imposible mantenerse en pie por mucho tiempo. —No hemos acabado, pelea conm
Jena no respiraba por la angustia, fue tras del rastro de Conan para cuidarlo, curarlo y hacerlo entender que esto fue una trampa, no descansaría hasta encontrar a su esposo, estaba tan mal herido la angustia de encontrarlo sin vida la estaba matando.Conan no moriría, era fuerte y tenia algo por que luchar, su pequeño Cachorro.Seguía su rastro, y estaba segura que se encontraba cerca, en medio de la oscuridad temía pasar cerca de el sin notarlo por esta angustia que carcomía sus entrañas.Una mujer recogía unos troncos, entre la oscuridad noto un movimiento extraño, un hombre que apenas daba paso para seguir adelante y caminaba sin tener un rumbo.Se escondió detrás de un árbol para dejar pasar al extraño.Al estar cerca y bajo un delgado rayo de luz de la luna lo reconoció, dejo caer los troncos y corrió hacia él.—¿Qué te sucedió Conan? —su cuerpo estaba muy maltratado, ensangrentado y lleno de moretones.—Débora…—exclamo al reconocer su voz, pero al mirarla los peores sentimient
Era demasiado estúpido o estaba perdidamente enamorado de Jena, no logro luchar con el remordimiento, descubrió su traición estaba en todo su derecho de estar iracundo, furioso, satisfecho de devolverle el engaño, pero era más pesada ahora la culpa por vengarse de Jena, él era la victima a quien debían suplicar por su perdón.Iba de camino a casa para enfrentarla, aceptar que beso a Débora con la única finalidad de hacerla sentir lo mismo que sintió. Ella tenia que ver todas sus heridas, limpiarlas mientras ella tenía en su mirada el arrepentimiento y vergüenza de provocar esto.El llanto de Jarek se escuchaba desde el jardín de la entrada, no deseaba entrar, no quería hablar con ella, no deseaba ver su cara de inocencia, ni escuchar su voz, la detestaba y la amaba tanto en ese instante. por más que imaginaba el panorama, no encontraba las palabras correctas ni para discutir, mucho menos para disculparse.Jadeaba en cada paso, se abrazaba el torso desnudo, el aire rozaba sus heridas
Las cosas no fueron diferentes para Conan todos los caminos que perseguía le llevaban exactamente a ningún lado, volvía a comenzar a buscar pero teniendo el mismo final.Habían recorrido el valle entero, sin encontrar nada que le indicara a Conan que Jena habia salido de su territorio o que permaneciera en él.Como si jamás hubiera existido.Ella seguía por ahí en algún rincón escondida, dolida o mal herida. Estaba agotado y aun así persistía, si estuviera bien, la hubiera encontrado de inmediato.—¿Dónde está?,¿Dónde está?, que alguien me diga donde esta Jena —estaba perdiendo la poca cordura que le quedaba.Gritaba su nombre en cada rincón del bosque, su ausencia era más que un capricho, o un acto de chantaje.Volvía a casa con la esperanza de encontrarla sentada en la silla mecedora acurrucando a Jarek, Jena no era capaz de abandonar a su cachorro, no lo creía. No lo aceptaba, en cualquier momento ella cruzaría esa puerta y él olvidaría todo, sin importar nada lo olvidaría para que
Samara aprovechaba cada minuto para estar ceca de él, comportarse como su esposa y cuidar del pequeño Jarek mientras el salía como todos los días a buscarla y dejando a cargo del señor Boran total cuidado de Darío.En las noches se ofrecía a darle consuelo y apoyándolo dándole remedios medicinales para su cachorro.Cada día que pasaba sin tener un solo rastro de ella para poder encontrarla presentía que no la volver a ver nunca más.—Vamos Conan no puedes seguir así, estas peor de cuando se fue mi hermana a este paso tú también vas a enfermar, vamos toma, te prepare algo de comer, debes tomar tu té.Solo imaginaba la comida en su boca le provocaba nauseas, la garganta se le cerraba. Aparto el plato de comida.—No quiero comer, quiero que Jena vuelva, quiero ser capaz de encontrarla como se lo prometí. — solo tomo la taza con el líquido y le dio un pequeño trago.—Conan, has escogido mal a las compañeras de tu vida,— susurro sensual cerca de su oreja, acariciando su largo cabello descu
La habitación se movía de un lado al otro, Jena no puso mantenerse en pie y cayó al suelo por el movimiento brusco.El doctor Adam camino despacio, Jena vio los zapatos bien lustrados y un pulcro pantalón verde oscuro, usaba una bata de médico y sus manos cubiertas con guantes de látex rodearon sus brazos y llevaron a la cama con tanta facilidad, su cuerpo era ligero y endeble como una muleca de trapo.—Adam, ¿qué hago aquí?—¿Cómo que, que haces aquí? te rescate de esas bestias salvajes, al fin eres libreUna persona libre?, acaso estar bajo lave se puede llamar libre.—No, mi lugar es junto a Conan, él tiene a mi hijo… mi hijo, llévame de vuelta con Conan—Eso no va suceder, te he traído a casa, esta habitación estaba decorada de otra manera, un poco más cómoda, y con otro color, pero me molesto que te fueras con ellos aquella noche, —sonrió —lo importantes que ya estás aquí conmigo como debió ser desde un principio.—Adam, sácame de aquí, no quiero estar aquí.Notó un aumento en s
Victoria se acercó a Darío, cuando el chiquillo vio a la niña entrando en la cocina dejo de llorar.—¿Por qué lloras? ¿No te han dado de comer? —se fijó atrás para no ser descubierta por su madre. —tranquilo no te hare nada, solo quiero que seamos amigos, me llamo Victoria, tú eres Darío. ¿Por qué te dejaron aquí solo? Seguro aun no sabes hablar.Camila tenía diez años, Victoria siete, era de un carácter más dulce, más curiosa, por lo que siempre estaba en problemas con sus padres. Habia un pequeño tazón en la mesa de preparar alimentos, tomo una cuchara, acerco una silla se subió en ella y comenzó a ofrecerle de comer.Darío se quedó con la mirada fija observándola sin aceptar la comida.—Vamos debes comer o te quedaras enano como estas ahora. —hubo una conexión especia entre ellos en ese momento.—¡Victoria! —al escuchar su nombre dejo caer la cuchara con el bocado de papilla. La mesita del bebe se llenó de pasta verde —si mi madre te ve aquí te dará una paliza, vámonos—Pero tiene