Dan se puso de pie mientras Mónica se sentaba en la orilla de la cama, frente a él, con una mirada llena de anticipación y deseo.Con manos temblorosas, Mónica desabrochó el pantalón de Dan y lo bajó junto con su bóxer, revelando su miembro.—Ohhhh, ¿qué tamaño? —exclamó Mónica, asombrada por la magnitud de su virilidad.Dan, estaba encantado por la expresión de asombro en el rostro de Mónica.Antes de que pudiera decir algo más, Mónica llevó su mano al miembro de Dan y lo acarició con delicadeza, provocando un gemido suave en él.—Cuidado, podría picarte —advirtió Dan, aunque su tono estaba cargado de deseo y emoción.—Quiero que me pique —respondió Mónica traviesamente, decidida a experimentar cada sensación con intensidad.Sin perder tiempo, Mónica llevó lentamente el miembro de Dan a su boca, mientras sus manos jugaban con las bolas, provocando gemidos de placer en Dan.—Ohhhh, Mónica —susurró Dan entre gemidos de éxtasis, mientras el placer recorría cada fibra de su ser.Monica c
Celeste y Thomoe paseaban por los puestos de un mercado ambulante, disfrutando del bullicio y la variedad de productos. —¡Tom, mira! —exclamó Celeste con entusiasmo, corriendo hacia un puesto que vendía broches.Thomoe la abrazó por la espalda y observó lo que le señalaba.—No traje dinero —dijo Celeste, sintiéndose un poco avergonzada.—No te preocupes, yo te lo compraré —respondió Thomoe con una sonrisa.Celeste titubeó un momento, sintiéndose incómoda por aceptar el gesto.—No es necesario, no quiero abusar —dijo ella, tratando de declinar la oferta.—No es abuso. Mira, te ves muy linda —insistió Thomoe , elogiando su apariencia, poniendo uno de los broches en su cabello.—Gracias —respondió Celeste, sonrojándose levemente.—Tete, eres muy tierna, ¿sabías? —comentó Thomoe , apreciando su dulzura.Celeste se rió nerviosamente. —Mis padres me matarán si se enteran de que me escape de la universidad —confesó, preocupada.Thomoe se tornó serio de repente. —Tu padre no volverá a ponert
Después de que Celeste salió a hablar con Tomoe, su padre, Alberto, estaba hablando por teléfono con Wilson.—Ya hice lo que me pediste. Le dije que él me golpeó y también mencioné algo sobre una venganza. Ya me va a pagar —dijo Alberto, con ansiedad.—¿Te creyó? —preguntó Wilson, su tono reflejando cierta cautela.—No lo sé. Esa niña es tan ingenua que creo que se lo creyó todo —respondió Alberto, con un eco de confianza en su voz.—Bien, recibirás tu paga —afirmó Wilson, con una promesa de recompensa en sus palabras, y luego colgó la llamada.Wilson apretó su celular y lo colocó cerca de su labio, demostrando una sutileza similar a la de la joven.—¿Sigues detrás de esa insípida? —comento Priscila desafiando su autoridad.—Ella es mía —respondió Wilson, con una firmeza que no dejaba lugar a dudas sobre su determinación.—Pues por lo visto, tu hermano no lo permitirá —observó uno de los desconocidos, señalando una posible interferencia en sus planes.Cuando Priscila intentó besar a W
—Cariño, ¡despierta!Dan sacudió suavemente el hombro de Mónica, quien estaba profundamente dormida.La luz matutina se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, iluminando suavemente la habitación.—Aaah, ¡ya voy! —Mónica se estiró perezosamente, dejando escapar un bostezo resonante, mientras sus cabellos desordenados caían sobre su rostro sereno.—¿Dormiste bien? —preguntó Dan.Dan miró a Mónica con una sonrisa amorosa.—Sí, muy, pero muy bien. —Mónica se acomodó en la cama, envuelta en la calidez de las sábanas, con una expresión de completa serenidad en el rostro, como si el mundo entero estuviera en paz.Dan se inclinó hacia Mónica, su rostro radiante con ternura, y depositó un beso tierno en su mejilla, dejando una sensación cálida y reconfortante en su piel.—Mmm... —Mónica sonrió ligeramente, con sus labios curvándose en respuesta al gesto amoroso de Dan, mientras se perdía en la dulzura del momento.—Tengo que irme, ¿quieres que te lleve a tu casa o prefieres llevar t
Wilson salió del hospital con pasos rápidos y el ceño fruncido, su rostro mostraba evidentes signos de molestia.—Thomoe necesita que lo visites urgentemente —expresó Wilson con tono apremiante, clavando su mirada en Priscila, quien parecía absorta en sus propios pensamientos.—Thomoe —murmuró Priscila, en un susurro.—Seguro que Tete irá a buscarlo —respondió Wilson, ajustando la chaqueta con gesto determinado.—Está bien, me voy —contestó Priscila resignadamente, volteando hacia la salida.Wilson se limpió la sangre que brotaba de su nariz con un pañuelo.—¿Qué hacemos con el señor? —consultaron los hombres de Wilson entre sí, intercambiando miradas inquietas.—No pude matarlo, así que manténganlo encerrado, alimentándolo solo con pan y agua. No permitan que escape, me será útil más adelante —ordenó Wilson con voz firme.—Así será, joven —asintieron los desconocidos, acatando la orden con obediencia.Dentro del hospital, los pasillos estaban iluminados por frías luces fluorescentes,
—No lo sé, necesito tiempo. Tú y yo teníamos un acuerdo y ahora mi padre ha desaparecido —confesó Celeste, temblorosa mientras lidiaba con la complejidad de la situación, con su mirada perdida.—¿Qué pasa con tu padre? —preguntó Thomoe, su preocupación aumentaba ante la mención de la desaparición del padre de Celeste, una sombra de angustia cruzaba su rostro.—No tienes nada que ver con eso, ¿verdad? —preguntó Celeste, buscando desesperadamente una respuesta en los ojos de Thomoe, sus manos temblaban ligeramente. —Dan golpeó a tu otro hermano —reveló Celeste, sintiendo que era necesario compartir la verdad.—¿Viste a Wilson? —preguntó Thomoe, lleno de ansiedad mientras esperaba la respuesta de Celeste.—Sí, él dijo que... —comenzó Celeste, pero fue interrumpida por Thomoe, su impaciencia era palpable en el aire.—¿Le creíste a él? —cuestionó Thomoe, su voz llena de decepción y dolor, sus ojos oscurecidos por la sospecha.La soltó bruscamente, con su expresión endurecida por la desconf
—¿A dónde? —preguntó Celeste, con tristeza al imaginarlo partir.—A mi departamento —respondió Thomoe, sintiendo un peso en el pecho al tener que separarse de ella, aunque fuera temporalmente.Tomó su mano y la sacó de su casa, llevándola consigo hacia su próximo destino.—¿Qué? ¿A dónde me llevas? —preguntó Celeste confundida, dejándose llevar por Thomoe sin resistencia.—Te dije que me voy y tú vendrás conmigo —declaró Thomoe, sintiendo que era lo correcto.—Sí —asintió Celeste con una sonrisa, confiando en él y dispuesta a acompañarlo.Caminaron hacia el auto de Thomoe y se dirigieron hacia su casa, llenos de expectativas y emociones encontradas.Al llegar, Celeste fue la primera en bajar del auto y entró corriendo a la casa, sintiendo un ligero nerviosismo por lo que les deparaba al entrar.—En verdad, ya no está —murmuró Celeste en voz baja, sintiendo un ligero nudo en el estómago al constatar la ausencia de la persona que había causado tantos problemas.—Vaya, parece que si está
Mientras tanto, la pequeña Tete observaba la escena con una sonrisa traviesa bailando en sus labios, y aprovechó el momento para escabullirse mientras los tres discutían.—Ya se escapó —informó Dan, al percatarse de la ausencia de Tete.—Es tu culpa —acusó Thomoe, señalando a Wilson con gesto acusador.—Después me culpas, hermano —respondió Wilson, saliendo corriendo detrás de Tete con ánimo de atraparla.—¡Suéltame, suéltame, bravucón, suéltame! —gritaba Tete, entre risas, mientras intentaba zafarse de la firme sujeción de Wilson.Finalmente, Tete logró liberarse y salió corriendo, decidida a escapar de la situación.—La atrapé —anunció Thomoe, conteniendo a Tete entre sus brazos mientras ella no paraba de reír.—Ya déjenme ir, ya me la comí de todos modos —dijo Tete entre risas, disfrutando del juego y dejando claro que la manzana ya no era un motivo de preocupación.Dan soltó una risita, cambiando de tema para desviar la atención.—¿Ya me puedo ir? —preguntó Tete, lista para marcha