CAPÍTULO 57Bruno sonrió, entre tanto sus brazos me estrujaron con suavidad contra él. —Mi buen amor… —Sonreí al escucharlo llamarme de aquel modo—, jamás pasaré por encima de tus deseos, sé que aún no quieres ser madre, y si deseas nunca serlo, voy a respetar tus decisiones, porque solo tú podrás elegir que hacer, y que no con tu vida.Mi pecho comenzó a arder como nunca.—Apenas inicié mi carrera, y…—No tienes que darme explicaciones—, puntualizó vistiéndose de nuevo—, ahora vayamos a casa, necesitas descansar porque mañana tenemos que trabajar.(***)Respiro profundamente antes de salir del coche en donde he llegado a la compañía Harper junto a Bruno, mis tacones se hunden un poco sobre el pavimento, mientras que mi corazón comienza a latir con
«CAPÍTULO 58»Paso el peso de mi cuerpo de un lado hacia el otro, al escuchar a alguien tocar la puerta enorme de la oficina del señor Harper. La mirada cristalina de mi novio, me observa cubrirme con su americana, mientras me escondo detrás de su escritorio, y este camina para abrir a quien sea que haya venido hasta aquí.Maldigo al escuchar la dulce, pero chillona voz de Madeleine apenas logra entrar al lugar, la francesa ni siquiera se ha dado cuenta de mi presencia ante ellos, así que sigo en silencio rogándole al cielo que no me haya pillado casi desnuda, ya que no me encontraba dispuesta a pasar esta vergüenza una vez más.—Mira, te he traído lo que me pediste, ¿Dónde está la cabra loca de tu novia? —Mi bilis se revolvió al escucharla llamarme de aquella forma, es que si bien, era más que notorio que a ella le gustaba mi hombre, pero por
CAPÍTULO 59Intenté caminar hacia él, pero mi brazo fue atrapado por la mano de mi jefe, el cual me agarró con demasiada fuerza, que me fue casi imposible moverme—Detente, ya lo entendí… Ya lo entendí, amor, por favor…—Taewoo, bajó la mirada para ocultar su sonrisa—. No debí decirle eso, sin embargo, ella y yo somos amigos, y…—Tae y yo también somos amigos…—¡No es lo mismo!Gritó, logrando que todos los presentes nos observaran.—¿Por qué no? Madeleine y tú son buenos amigos, Taewoo y yo también lo somos.El asiático asintió sin borrar la sonrisa de sus labios.—Me estoy muriendo… Me estoy muriendo de los celos al pensar que podrías usar esa palabra con él, por favor, he tenido que luchar por meses con mi deseo de
«CAPÍTULO 60»Mis manos frías y temblorosas, se aferran descaradamente del cabello rojizo de aquella mujer que se atrevió a amenazarme. Los gritos de las chicas dentro de la habitación ante aquella forma tan agresiva en como he reaccionado por las falsas acusaciones de Tabhita, no se hacen esperar. Los brazos de Bruno rodean mi cintura, buscando desesperadamente separarme de aquella mujer que sobrepasó mis limites, sin embargo, mis dedos están tan aferrados a su cuero cabelludo, que su misión fracasa al instante.Mis uñas se entierran sobre sus hombros, entre tanto palabras soeces y poco decentes brotan de mi boca. Lo siguiente que siento es aquella maldita desgraciada cayendo de espalda contra el suelo, un hilo de sudor se desliza sobre mi frente en el justo momento en que mis piernas se posicionan a cada costado de sus caderas, y cuando menos lo veo venir, mis puños golpean con agresividad su pálido y perfecto rostro.—¿A quién estás amenazando? ¡Puta de mierda! ¡Maldita zorra! —Mis
CAPÍTULO 61—¿Te gusta la crema de tomate italiana?Asentí, pero realmente mi atención no estaba puesta sobre sus palabras, más bien era sobre su estilizado cuello, y la forma tan erótica y sensual en que se veía su cuerpo. Las venas marcadas de sus brazos fuertes, me hacían añorar que estas mismas rodearan mi garganta, para así sentir como todo mi cuerpo se quedaba sin aire gracias a él.—Pervertida… —Lo escuché decir, sacudí rápidamente mi cabeza, mientras me colocaba en pie para así poder caminar hacia el castaño. Bruno detuvo lo que estaba haciendo, una vez me recosté sobre la isla de la cocina. El olor a masculinidad que desprendía de su cuerpo me invadió, embriagándome en el acto. —Se lo que sea que estés pensando—, sentí como dejó un trozo de pan dentro de mi b
«CAPÍTULO 62»Bruno HarperUn escalofrío recorrió todo mi cuerpo en el instante en que mis ojos se posaron sobre mi amada y preciosa novia. April se hallaba tocando suavemente aquella zona en medio de sus piernas, entre tanto su mirada llena de deseo barría cada rincón de la habitación. Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente, mientras que intentaba llegar hasta ella, sin embargo, la pelinegra negó para que no lo hiciera. Mordí varias veces mi labio inferior, hasta que el calor del momento me empujó a sudar más de la cuenta.Mi polla se hinchó de un instante a otro, mis manos se deslizaron por mis caderas, y cuando menos lo esperé, no pude soportarlo más. Sus ojos me observaron desde abajo, mis dedos tocaron su mentón, obligándola a no apartar su mirada de mí. —Déjame ayudarte—, señalé, di
CAPÍTULO 63Mis testículos se tensaron, y cuando menos lo esperé, terminé llenando su coño de mi semen hasta que este se escurrió entre mis piernas. Las caderas de April Parker se sacudieron por unos segundos más, pero luego se detuvo en el instante preciso en que un espasmo doloroso se apoderó de cada centímetro de su ser.Su frente chocó contra la mía, para luego reírnos a unísono.Éramos un completo desastre juntos, sin embargo, así nos amábamos, así la deseaba, y estaba más que seguro que la defendería ante cualquier situación—¿Hablaste con Antonia? —Preguntó, mi mujer con un tono de voz profundo, aparté la mirada porque no deseaba hablar sobre esto ahora mismo.—¿Quieres que nos bañemos juntos?—Bruno… —Se dio cuenta de mi cambio de te
«CAPÍTULO 64»Podía sentir una extraña pulsación dentro de mi cabeza, en el instante en que mis ojos reflejaron la cruda realidad. La policía arrastraba a Bruno Harper dentro de sus instalaciones, entre tanto, Kim Taewoo también era empujado desde atrás, mis manos me temblaban demasiado, y siendo honesta conmigo misma, ni siquiera sabía que debía hacer en estos casos. Mi corazón latía con mucha fuerza, y mi respiración comenzaba a menguar.—Ya viene el abogado, —Soltó, Madeleine, guardando su móvil una vez más dentro de su americana. Kenzie, agarró mi mano, tratando de tranquilizarme—. No sé en qué términos estará esto, pero no creo que el presidente desee que se haga un escándalo, y menos ahora que se aproximan las nuevas elecciones.—¿Qué vamos a hacer? ¿Y si no quieren conciliar? ¡Bruno dio el primer golpe por mi culpa! —La francesa agarró mi mano, —si tan solo me hubiese quedado en mi lugar, yo… —MacKenzie, apretó su agarré sobre mi brazo—. Arruiné todo, arruiné su colección, ¡tod