Jonah me trae a un hermoso hotel a las afueras de la ciudad, el cual es indudablemente lujoso, ya que aún desde el exterior pude ver su fachada pintada completamente de dorado, con muebles caros en el interior, y varios empleados que estaban vestidos con lo que parecía ser ropa de la época victoriana para atendernos.

—Señor Casady y señorita Dunne, es un placer poder tenerlos en nuestro establecimiento, permítanme acompañarlos a su habitación privada —dijo uno de los empleados inmediatamente después de que Jonah y yo bajáramos de su coche.

Tímidamente le agradecí al hombre, y tomándome de la mano de Jonah, entro en el vistoso lugar, que me recordaba a los palacios de Inglaterra que aparecían en las películas, con grandes salas, muebles vistosos, y hermosos cuadros en las paredes, era un lugar indudablemente hermoso.

El amable empleado nos lleva por los iluminados pasillos a una habitación algo apartada, la cual con varias ventanas por todo el lugar, dejaba que la luz de la luna y las