Aún recuerdo el sentimiento de tristeza y desolación que sentí cuando nos llamaron a mi madre y a mí desde el hospital, para informarnos que mi padrastro había tenido un terrible accidente, y que estaba gravemente herido. Mi madre y yo corrimos a verlo, no llevábamos a nuestros hermanos menores con nosotros, ya que ellos aún eran muy jóvenes, así que las dos tuvimos que afrontar ver a mi padre muriendo, observando con impotencia como la vida lo abandonaba.

Antes de morir pude verlo por última vez, fue una de las experiencias más traumáticas de toda mi vida, ya que mi padre estaba inconsciente, acostado en una camilla de hospital, con muchos aparatos conectados a su cuerpo y los doctores diciéndonos que teníamos que despedirnos de él por última vez.

Nunca antes había visto a una persona moribunda, pero es una imagen que nunca voy a sacar de mi cabeza desde ese día, ver el cansancio y el dolor que había en su rostro, aun cuando le estaba profundamente dormido, era algo indescriptible…

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