RODRIGO —¿Y quién dice que vas a cambiar de novia?— tomó un cigarrillo mientras él se sienta abriendo su saco— se supone que ella tiene años trabajando aquí, hablaste de una mujer capacitada y profesional y deja todo tirado. —Y por eso mismo estoy muy sorprendido, algo muy fuerte pasó entre ustedes para que Gabriela renuncie a la empresa… ¿Qué pasó entre ustedes? “De todo” quiero responder, le doy otra calada a mi cigarrillo observando al hombre que tengo frente a mí, tres años menor que yo, el amigo que me encontró destruido cuando mi ex me dijo por un jodido mensaje de texto que no llegaría a la iglesiaRodrigo Izaguirre de hace años no podría haber sido más estúpido y aunque Victor es menor, el siempre me decía que no me apresurara, sus consejos y lealtad son reales, le debo la sinceridad que a diferencia de los demás, por darme la razón aplaudían todas las idioteces que hacía, en cambio el no. El siempre fue sincero conmigo y me daba mas consejos que opiniones, nunca lo escuch
GABRIELA —No puede ser tan malo, vamos Gabriela en algún momento sabías que no ibas a trabajar en esa empresa para siempre, solo me adelante a lo que iba a pasar, todo va a pasar, yo voy a estar bien. Me digo a mi misma cargando la caja donde están mis cosas y bajando del taxi para entrar a mi departamento donde dejó todo y me desinfló en la sala preguntándome quién soy y a dónde voy. El miedo, la rabia y la decepción que tengo conmigo misma es una espina clavada en mi pecho que se asemeja mucho a una resaca mortal y eliminó esa palabra de mi mente porque gracias a ella estoy metida en el charco más grande al punto que he dejado mi trabajo de toda la vida, por un lado soy una sentimental del carajo sabiendo que ya no voy a ver a Víctor todos los días, a mis compañeros, ya no iré a la empresa que tanto me gusta y en donde he soñado desarrollarme no solo como secretaria y por otro lado me siento la persona más hipócrita y cobarde, no puedo, lo he intentando pero no puedo perder al h
GABRIELA —¿Mamá?— tengo que cerrar y abrir los ojos viendo que es real y me quiero matar— No pienses cosas que no son, yo solo estaba— tartamudeo y mi mamá casi me empuja hacia adentro. —¿Quien es usted?— le pregunta a quien aún no comprendo qué hace aquí— ¡Vístete niña!— me grita y me pongo un trapo cualquiera encima hiperventilando. —Madre te juro— no se que decir y la voz de él me interrumpe. —Señora todos mis respetos para usted, no puedo creer que sea la madre de Gabriela, parece su hermana— la halaga— le aseguro que acabo de llegar, mi nombre es Rodrigo Izaguirre publicista, jefe y cuñado de su hija— le estira la mano de la forma más amable del planeta y él definitivamente tiene una doble personalidad que acabo de descubrir. —¿Cuñado?— mamá me mira y aunque busque una explicación, ando más perdida que ella. —Así es, bueno lo que pasa es que su hija es la novia de Victor, mi mejor amigo y vine hasta aquí porque ella renunció de una manera algo irresponsable— ahí está el cab
RODRIGO —Me da mucho gusto saber que a pesar de lo malcriada que es su hija, usted sea tan excelente persona señora, no tenía idea de que también trabajo para los Salvatierra. Escucho a la madre de la mujer que seguramente más me odia en el mundo y fuera de mi gusto por molestar, ella es más agradable que la hija que me pone de mala gana el plato de pasta en la mesa por qué si, me he quedado a cenar.Su madre dice que los Salvatierra han sido muy buenos, como angeles que los ayudaron, a pesar de ser la hija del chófer nunca hicieron menos a Gabriela, por lo menos no Patricio. —Don Patricio es un hombre extraordinario, se que Victor tiene su carácter y buen corazón... ¿verdad Gaby? —Absolutamente, el señor financio por mucho tiempo mi carrera además de que nunca me trató como si estuviera por debajo de el y su mundo de lujo— recalca la última palabra— es clase aparte, un hombre de verdad. Las indirectas y el fastidio que me tiene son claros y aunque me molesta también es un alivio
GABRIELA —¿Qué diablos pasa aquí?— escucho al dueño del local sin poder creer aún que el está aquí. —¡Déjenme! Pórtense como los supuestos hombres que son y déjenme partirle la cara a esa mierda— quiere zafarse pero no sé puede, son muchos. —Por favor, ya basta… él me faltó el respeto, lo juro, por favor dígales que lo suelten— le pido al dueño que no sabe qué hacer y ni así Rodrigo deja de ser tan prepotente insultando a todos. —¡Cállate!— le gritó estresada. — A mí no me calles, este hijo de puta se atrevió a… ni siquiera lo puedo decir— veo la rabia en sus ojos celestes y eso me remueve todo lo que he evitado por semanas— sueltenlo por favor. —Claro, pero las cosas no se quedan así. —Por supuesto que no se van a quedar asi— lo sueltan— voy a cerrar esta m*****a pocilga con todo y sus ratas— amenaza— ¡Vámonos!. —¿Qué haces aquí?— hablo por fin después de varias cuadras de camino procesando que está aquí, me ha defendido y no entiendo nada pero me emociona— ¡Te estoy ha
VÍCTOR —¡Ya basta papá!— me estreso ante tanto grito— tampoco me trates como si fuese un niño que hace mucho deje de serlo, mi relación con Gabriela es absolutamente normal, hay gustos y disgustos como toda pareja y nada más. —¿Realmente has dejado de ser un niño?, permíteme dudarlo— sigue y mamá le pide que me deje tranquilo. —Pues si, soy un hombre y estoy cansado, si en algo tienes razón es que he dejado que todo el mundo opine sobre Gabriela y sobre mi y eso te incluye a ti— veo la duda en sus ojos— tu también lo haces papá, tenga o no la razón siempre la apoyas, a veces parece que tu hija fuera ella— me quedo a medias cuando escucho que mamá grita que me calle y hasta tira el vaso al suelo. —¡Jamás! Vuelvas a decir algo así, nunca en tu vida se te ocurra insinuar una porquería como esa— me reprende y nunca la había visto así de furiosa— yo también estoy cansado, no se que les pasa pero no sé metan en mi vida. Me largo por un poco de aire porque siento que todo esto me está a
GABRIELA —¿Porque nadie me dice nada?— pregunto alzando la voz a la pobre enfermera que no tiene la culpa de nada— lo lamento, pero estoy muy nerviosa, han pasado horas. Horribles y tortuosas horas dónde me dicen nada y nuevamente se que la boca castiga. En el momento exacto en el que le dije a Rodrigo que se podría morir, uno de esos delincuentes lo atacó por la espalda y yo aún puedo ver su sangre en mis manos, no puedo dejar de temblar, jamás había estado en un hospital menos en uno así, este ambiente es bastante deplorable, los asientos están rotos, los enfermos no dejan de llegar y me aturden aún más, el miedo de pensar que él se puede morir me quema, como diablos voy a explicar todo esto, como es que hemos llegado hasta aquí. —¿Puedo verlo?— es lo primero que pregunto cuando la enfermera llega y me dice que está fuera de peligro y descansando. —Claro que sí— no dudó en seguirla— fue una herida profunda en la espalda pero está bien, estará dormido para que soporte el dolor,
RODRIGO —Al que apuñalaron fue a mi y tu pareces la enferma, ¿Que te pasa?— pregunto a la mujer que está pálida. —Me escucho, el sabe que estoy aquí. —¿De quién hablas linda, te estás escondiendo de alguien o algo así?— pregunta mi padre y no la entiendo. —Déjate de cosas y ven acá— avanzo con dolor llevándola al jardín— ¿que tienes ahora?, mira también se que estar aquí es ridículo pero—Era Victor, sabe que estoy aquí contigo— me suelta histérica y me punza la herida más. —Nadie sabe que estamos aquí, eso es imposible. —No lo es, yo— se da más vueltas— conteste tu teléfono, estaban siendo muy insistentes, no se dónde está el mío y era el— veo sus ojos cristalizados— el sabe que estoy aquí, marco a tu número y yo respondí, me dijo Gabriela— su ansiedad me pone peor— ¡Dios mío! El lo sabe. Está absolutamente nerviosa, se lleva las manos a la cara y se sienta en una de las bancas luciendo derrotada y preocupada, estamos en una propiedad, papá nos trajo aquí y han pasado días.