Por primera vez tenía miedo, temía perderla y aún más, que fuera por culpa suya, no solo la perdería a ella, sino al hijo que estaba esperando y ni siquiera lo sabía. Sus ojos estaban cargados de lágrimas, y era por la impotencia, no podía cambiar la situación que había provocado.―¡Hijo!Se volteó a ver a sus padres que corrían a su encuentro por el pasillo del hospital. No recordaba la última vez que había deseado tanto estar con sus padres, pero ahora los necesitaba, quería que alguien le dijera que todo iba a ir bien. Los alcanzó y su madre se lanzó a sus brazos consolándolo y él se lo permitió.―Lo siento cariño.―¿Cómo está la muchacha? ―preguntó su padre.―Todavía no me dicen nada, siguen con ella allí dentro. ―dijo todo quebrado.Le había llamado a su madre mientras llevaban a la chica al hospital y horas después estaban allí, por vez primera desde que los abandonó sentía que podía contar con ellos.―Tienes que llamar a su madre―dijo Shara cuando hubieron tomado asiento.―No
Henry estaba sentado en el pasillo con las manos en la frente. Su padre Tomás se encontraba junto a él intentando animarlo de alguna forma.―Dale tiempo,―le decía―todo se solucionará y todo esto se quedará en el pasado. Por cierto, la madre de la chica nos contó que fuiste su salvador al decidirte casar con ella justo cuando estaba en apuros. Que todos incluido ella le hicieron daño cuando falleció su esposo, pero la salvaste. ―Henry levantó la cara para ver a su padre, apartó luego la mirada y soltó aliento. Tenía los ojos rojos. ―Aquel día que la encontramos en tu casa, se veía tímida, insegura y sencilla, no nos habríamos imaginado que fuera la heredera de una gran compañía. Mucho menos que fuera la misma que diriges.―Ni yo me lo imaginé. ―susurró.―¿Crees que vuestro encuentro fue una casualidad? Yo personalmente creo que fue el destino, estabais destinados a estar juntos.―Habría tenido mejor destino si no se hubiera topado conmigo, solo he sido copartícipe de su sufrimiento, y
Henry Wells llevaba aproximadamente quince minutos metido en el auto desde que aparcara éste en el patio de su casa, parecía incrédulo ante lo que había sucedido, Emma había decidido dejarlo e irse con sus padres, se pregunta cómo debía sentirse ante tal situación, ¿frustrado o aliviado? Al menos podía estar tranquilo al saber que estaba con sus padres, pero necesitaba disculparse, ¿cómo podía hacerlo si la única idea que tenía ella era mantenerlo lo más lejos posible?Al final tuvo que bajarse del vehículo y meterse en la casa, se sentía algo agotado, no había comido casi nada en dos días y necesitaba darse una ducha mientras pensaba en cómo debería actuar para solucionar cada problema que tenía entre manos, comenzando con recuperar a su esposa y su fututo hijo, los necesitaba a los dos.Entró en su cuarto desabotonándose la camisa, una vez dentro se la quitó y la lanzó sobre la cama. todo volvía estar limpio, Diana se había encargado de todo mientras no estaban.Después de darse la
Emma no apartaba la mirada del cachorro, era muy pequeño, pero lindo, se había enamorado de primera.―Me alegra que te guste―dijo Mario.―Es lo más lindo que he visto. Todavía no has contestado a mi pregunta. ―levantó la cabeza para verlo al fin.―Eso no importa. ¿Cómo te encuentras? Debí venir a verte hace mucho, pero no pude por el proyecto de la empresa.―No te preocupes, lo entiendo. Yo estoy bien, gracias por preocuparte.―¿De verdad?―Claro, o es que no lo parece. Me enteré de que el lanzamiento en la compañía tuvo mucho éxito.―Así es. Todos trabajaron muy bien.―Y… ¿regresó Féodal?―Sí. Se sintió mejor cuando supo de que habían atrapado a los tipos que te perseguían. Quería despedirse, pero no contestas a las llamadas y no podía llegar aquí sin más.―Ah. ―cortó y regresó su atención al cachorro.―¿No te alivia saber que atraparon a los que querían hacerte daño?―Todos en algún momento tendremos que abandonar esta vida, no importa que sea antes o después.―¡Claro que importa! ―
Estaban los cuatros sentados a la mesa cenando. La pareja joven no hablaba, solo lo hacía la adulta intentando animar el ambiente. Henry observaba a Emma, y ésta solo procuraba como fuera evitar tener contacto con sus ojos.―Mira hija lo que nos ha traído Henry―ahora ella era la hija mientras él era solo y simplemente Henry, ¿debería reírse por la ironía? Sin embargo, aquello le daba complemente igual, al contrario, debería alegrarse, al menos eso la ayudaría a ella sentirse querida, debía entender que sí había gente que la quería.Emma lo miró solo por un instante cuando escuchó que él había llevado los ositos de gominola, saber que los trajo él seguramente la iría perder el interés, pero se sorprendió al ver que ella extendía la mano y tomaba las golosina, hasta los padres se sorprendieron y se miraron entre sí, pero no comentaron nada al respecto y continuaron la cena con normalidad. Tomás estaba hablando del recorrido que habían tenido por el pueblo con Emma y de la aventura con e
Él se soltó la mano de pronto, no quería que pareciera que la estaba obligando a nada, y se incorporó en el sofá después de apartarse la manta a un lado.―Lo siento, ―se disculpó. ―Dame solo un segundo, por favor.Le estaba viendo suplicarle, no podía seguir viéndolo así. Sin decir nada se sentó en el sofá junto a él, sorprendiéndolo por un instante, pero tuvo que reaccionar pronto, estaba teniendo la oportunidad de hablarle y que le escuchara.―Sé que no tiene perdón nada de lo que te hice, y no solo por el hecho de que lo hiciera sino porque a causa de esos errores estuve a punto de perderte para siempre y eso no me lo perdono. Tal vez no me merezca tu perdón, pero te necesito a mi lado, te quiero conmigo, y a nuestro hijo, claro. ―el corazón de la chica palpitó con fuerza, no lo había mirado a la cara desde que comenzara a hablar, pero después se volteó a mirarlo, había mucho dolor en su mirada y aquello empezaba a lastimarla.―¿Por qué te echas toda la culpa? ―murmuró―Mario me con
Henry había salido primero del cuarto para dejarla hacer sus cosas cómodamente. Abajo se encontró con que su madre estaba organizando una mesa repleta de alimentos de desayuno, le recordaba a lo que hizo en su casa cuando llegaron sin avisar.Su madre nunca controlaba sus emociones, las dejaba a relucir con las acciones que tomaba.―¿Has dormido bien? ―le preguntaba ella con una sonrisa. ―Perdona que haya entrado de aquella manera en la habitación, no se me ocurrió que estarías allí, temía que te hubieras rendido y decidieras marcharte, me alegro que fuera todo lo contrario.―Está bien, mamá. Confiemos en que no volverá a pasar.―No volverá a pasar, lo prometo.―¿Y cuál es el plan? ―preguntó Tomás quien obviamente estaba al tanto de la reciente noticia―¿La llevarás contigo?Henry los miró alternativamente pensando en su pregunta. Obviamente querría llevarla de inmediato y tenerla con él, pero tenía algunos detalles que realizar. Sin embargo, obviando sus planes, primero tendría que sa
La sonrisa en el rostro de su madre se disipó.―Tienes toda la razón y todo el derecho. Pero siéntate primero por favor, no quiero que te canses. ―la chica obedeció y se sentó de nuevo. ―Sé que crees que me olvidé de tu padre una vez nos dejó, pero no es así. Lo cierto es que recibí una amenaza de George y su hijo. Ya sabes que no soy buena con temas de negocios y esas cosas, tu padre fue quien se encargaba de todo eso. George me propuso casarme con él a cambio de que no nos arrebataran la compañía. No podía permitirme perderla, tu padre te la había dejado a ti, y George era el mejor amigo de tu padre, si era la única manera de conservar la compañía para nosotras tenía que hacerlo. Y cuando nos casamos salió con la idea de que Félix tenía que casarse contigo, se habían enterado de que tu padre te lo dejaba todo a ti y no querían que nadie más que ellos tomaran parte de ella.―Entonces…¿por qué no consultaste con Henry? Papá confió tanto en él que le concedió su dirección.―Entiéndeme