Ónix
— Me estás empezando a marear, ¿Puedes calmarte? — Alondra se levanta de la silla en la que se encuentra, mientras que yo no puedo dejar de moverme de un lado para el otro.
— ¿Cuánto tiempo va a tardar Luciano? — Se supone que nos veríamos aquí y que él se encargaría de traer al anciano sabio y luego visitaríamos al joven con el que llegó Nala, pero llevamos casi quince minutos esperando.
— Hola, perdona, pero el sabio anciano no encontraba sus medicinas — Dice Luciano entrando en la habitación.
El sabio toma asiento y Alondra le prepara una tizana, le ofrece biscochos y le pregunta sobre su familia y sus nietos y bisnietos, mientras yo estoy a punto de explot
No he tenido tiempo de preguntarle su apellido, solo sé que se llama Nala. Punto final.— Lo tengo, lo vi en el buzón de su casa, espera recuerdo bien — Luciano susurra y todos guardamos silencio — Mantegna — grita triunfal.— ¿Mantegna? — Susurra el anciano sabio — ¿Será posible?— ¿Qué sucede? — Le pregunta Alondra intrigada.— Es el apellido de …— De Amara Mantegna, la madre de Nala, quien c
— ¿Ónix? ¿Te sientes mejor? — abro los ojos y observo todo a mi alrededor, para luego posar mi mirada en la oscura y preocupada mirada de Nala. — ¿Qué ha pasado? — Me siento bien, pero tengo la sensación de que llevo varios días durmiendo. — No lo sé, se te subió la temperatura de un momento a otro y no podías respirar, creo que te estaban dando convulsiones y solo te bajó con agua fría — Me dice y toca mi frente. — ¿Dónde está el chico? — Tengo que hablar con ese joven. Intento levantarme, pero de inmediato Nala me bloquea con su cuerpo, con mucha facilidad podría moverla hacia un lado, pero su olor ha estremecido todo mi ser, como lo hace siempre, y solo deseo tenerla cerca.
Nala se divierte mientras me toma como una principiante, y a pesar de sus dudas y su falta de experiencia, es tan única que me encanta.Llevo mi mano libre hasta su cuello y guio sus movimientos. Aprende deprisa y en segundos se encuentra tomando mi erección con firmeza.— Preciosa, es mi turno — La detengo porque no estoy seguro de poder contenerme y necesito estar en su interior cuando por fin pueda liberarme. Me inclino y vuelvo a besarla, sentir mi sabor en su boca me encanta y empieza a descontrolarme al escuchar a mi lobo gruñir en mi interior. — No muevas tus manos — Le ordeno y ella asiente con la cabeza y sonrío. — Quiero escucharte, preciosa — Vuelve a contorsionar su cuerpo buscando contacto y me alejo — Dilo — Susu
Nala No sé cuánto tiempo llevo acostada sobre esta cama, observando la sencilla lámpara que se encuentra sobre el techo. He elaborado mil y una teorías y al final me he dado cuenta de que podría morir en este preciso momento, si la sencilla, pero al parecer, pesada lámpara cayera sobre mi cuerpo. — Soy una idiota — Susurro y cierro los ojos y respiro con fuerza. Todavía siento su olor y lo peor de todo es que la sensación de su pene en mi interior sigue fresca, como si Ónix no hubiese partido hace más de una hora, sin explicarme nada en lo absoluto. Ha oscurecido con mucha rapidez y la habitación se encuentra en penumbras. Además, pareciera que no
Siento una lágrima deslizándose por mi mejilla y escucho el leve quejido del animal herido. No voy a permitirlo, si he llegado sin ninguna explicación a este lugar, seguro es porque tengo que ayudar a ese animal, y además debo descubrir lo que me está sucediendo y aclarar las cosas con el idiota de Ónix y de paso, golpearlo hasta el cansancio por imbécil. Mi respiración se acelera, mientras observo a cada uno de los hombres empezar a reaccionar de manera extraña. El hombre musculoso se lleva las dos manos a la garganta y empieza a respirar de manera exagerada ¿Qué le sucede? — ¿Qué te pasa? ¿Estás sufriendo una reacción alérgica? ¿Cómo es posible? No ha comido nada — Pregunta uno d
No tengo la menor idea de cuánto tiempo llevo sentada en este lugar, y en esta incómoda silla. No he podido dormir y mi mente no ha parado de pensar en todo lo que sucedió esta noche. Arca me pidió adelantarme y buscar un auto que nos ayudara a trasladar a Alondra al hospital, pero en el momento en el que me di la vuelta, escuché un ruido y dejé de sentir el olor de Ónix, así que me di la vuelta y regresé al lugar donde se encontraba Alondra, pero el pequeño claro estaba solo. No había rastros de Arca o de Alondra y mucho menos de los lobos, solo podía observarse la sangre en el lugar donde se encontraba Alondra y los restos de huesos, carne y sangre de los tres cazadores. No pude
Sonrío al escuchar la voz del mejor amigo de mi hermana.— Rommel, lo siento. Lo había olvidado por completo — Han pasado tantas cosas en tan pocos días que he logrado organizar nada.“No te preocupes, cariño. Ahora dinos donde te encuentras y estaremos enseguida contigo”No sé qué decirles con todo lo que he descubierto sobre Ónix y las personas de su pueblo.— Rommel, de verdad lo siento. En este momento me encuentro en el hospital y …“¿Qué te ha pasado, cariño? No me digas que la bestia del bosque te ha atacado a ti también”Me siento mal de inmediato al escuchar el miedo en la voz de Rommel.— No te inquietes, querido. Estoy bien, solo estoy con una amiga — En segundos me quedo con la mano vacía.— Nala no necesita de la ayuda de ningún imbécil, ella está conmigo — Ónix cuelga la llamada y yo me vuelvo a mirarlo.
— No puedo creerlo, ese hombre parecía dispuesto a empotrarte contra ese muro. Ya me hubiese encantado a mí estar en tu lugar —Nos dirigimos a mi casa a pesar de que no estoy segura de que esté tomando la decisión adecuada.Rommel no ha dejado de hablar sobre Ónix, quien se alejó del lugar en el momento en el que Loretta y Rommel empezaron a gritar mi nombre desde la avenida, advirtiéndome antes de partir, que debíamos vernos en la casa de Lorenzo en dos horas.Estoy cansada de las estupideces de Ónix y de sus mentiras. Todavía no sé como sentirme con respecto a lo que he descubierto sobre él y su pueblo, aunque sé que muy pronto tendré que hablar con él y tomar una posición con respecto a todo lo que está pasando y pasándome.— Rommel, cariño. Deja a Nala tranquila, ya has visto todo lo que le ha pasado a la pobre — Llegamos a casa y desciendo del auto y me detengo en el momento en el que traspaso el portón.