Capítulo 32: La cicatriz

Nala

No sé cuánto tiempo llevo acostada sobre esta cama, observando la sencilla lámpara que se encuentra sobre el techo.

He elaborado mil y una teorías y al final me he dado cuenta de que podría morir en este preciso momento, si la sencilla, pero al parecer, pesada lámpara cayera sobre mi cuerpo.

— Soy una idiota — Susurro y cierro los ojos y respiro con fuerza.

Todavía siento su olor y lo peor de todo es que la sensación de su pene en mi interior sigue fresca, como si Ónix no hubiese partido hace más de una hora, sin explicarme nada en lo absoluto.

Ha oscurecido con mucha rapidez y la habitación se encuentra en penumbras. Además, pareciera que no

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