La manada de los guardianes de bronce
El eco de unos pasos acelerados se escuchan en medio de una cueva húmeda y oscura, alumbrada por algunas antorchas donde un grupo de hombres y mujeres se encuentran reunidos.
Dos de ellos tiemblan de miedo, es la primera vez que son llamados a una reunión de este tipo y aunque sabían que existían y que se podían producir en cualquier momento, hace décadas no sucedía.
El eco de los pasos acelerados se detienen y una hermosa mujer de cabellos rojos y largos se detiene frente a los cuatro hombres que la esperan impacientes.
— Bienvenidos, señores — La mujer se sienta frente a una mesa de piedra, donde los cuatro hombres la esperan de igual manera, sentados en sillas de piedras.
— ¿Por qué motivo ha solicitado una reunión urgente, alfa Orión? — El hombre de traje que con el pasar de cada minuto transpira sin cesar, traga con fuer
— No puedo creer la osadía de ese humano, siempre he pensado que permitir que tantos humanos conozcan sobre nuestro acuerdo es un riesgo —Orión sube a la parte trasera de su auto y Homero lo acompaña.— Hasta ahora el secreto ha estado a salvo Orión, estoy seguro de que pronto las cosas van a calmarse — Homero responde observando por la ventana.No ha parado de mover sus pies y parece un poco alterado. Sin embargo, Orión se encuentra perdido en sus pensamientos; sabe que el anciano sabio tiene razón y la profecía podría cumplirse.Pero él es un hombre muy egoísta y aferrado a la vida, y a pesar del dolor que siente por la pérdida de su pequeño hijo y por la posibilidad de que su manada sea atacada y expuesta ante los humanos, aprecia su vida y no desea morir.— Dije ocho horas Homero y solo eso esperaré — En el momento en el que Orión termina de hablar, Homero, que acaba de enviar un mensaje desde su
Ónix Abro los ojos y siento el olor de la lluvia a mi alrededor, y un dolor penetrante en mis costillas me vuelve consciente de una herida en mi pecho. He rastreado durante horas el leve olor a manzanas sin que este se vuelva más intenso, como si Nala se encontrara en un lugar blindado, sin acceso, porque no volví a sentir sus emociones o sus pensamientos. ¿Y si no es mi pareja destinada? Estoy desnudo y el dolor se vuelve punzante, fui atacado por un grupo de cazadores y uno de ellos logró herirme, pero se fueron del lugar de inmediato, es probable que hayan creído que había muerto. Me encuentro cerca de mi cabaña,
“Es verdad, un exiliado no puede ser alfa” “¿Puede hacer eso? ¿Puede serlo mi padre? Está herido” La voz angustiada de Alondra se mezcla con las preguntas de Luciano. “Cállate Luciano, intento pensar en algo” “Cállense los dos” Les digo mientras me acerco a Kaya. “Hay una opción, eres un lobo solitario, puedes retarlo y recuperar la manada” Me dice Alondra. — Homero y Luciano siguen con vida — Le digo mientras sigo observando al anciano, estoy seguro de que qu
Salgo de la cabaña y los ánimos se encuentran encendidos, los hombres gritan y aúllan y los hombres de la manada de los Rangers rígidos tratan de provocar a mis hombres. Luciano y Alondra me esperan en el centro de la plaza de nuestro pueblo. — ¿Estás bien? — Me pregunta Alondra y en realidad no sé lo que siento. Mi padre y mi hermano han muerto y no tengo la menor idea de donde se encuentra Nala en este momento y solo deseo dejarlo todo e ir a buscarla. — Nala está cerca, lo siento — Le digo a Luciano mientras este me entrega una bebida energética. — Pondré a varios deltas a buscarla, no te preocupes. La encontraremos — Me dice — Concéntrate en ganarle a Kaya, no puedo
Nala — Tiene que irse ¿Qué hace en nuestro pueblo? Eres el nuevo alfa de la manada y no deberías estar perdiendo el tiempo con una humana, debes encontrar a la hechicera — Parpadeo y siento la cálida humedad de las lágrimas descendiendo por mis mejillas. La cabeza me duele un poco y me siento muy cansada después de todo lo que pasé para volver al pueblo de la familia de Ónix. No reconozco la voz de la mujer que está hablando, pero puedo identificar su cólera, su enojo y de inmediato sé que está hablando de mí. — Madre, no te permito hablar de esa manera de Nala. Está enferma — Observo el techo de madera de la cabaña, uno que no reconozco. No estoy en la casa de los amigos de Ónix, de eso estoy se
— Escuche voces, en mi cabeza y era como si me encontrase en otra época y no fuera consciente de mis acciones — Me siento sobre el borde de la cama, mientras Ónix continúa de pie frente a mí, con los brazos cruzados y las piernas abiertas.— ¿Y qué sucedió? — Me pregunta.— No lo sé. Creo que caminé durante horas, perdí la noción del tiempo y luego me encontraba cerca a donde mi hermana fue asesinada, pero después de los pasadizos llegué a un claro, donde al parecer alguna vez existió un pueblo, no lo sé, pero volví a sentir el dolor en mi cabeza, las pulsaciones y sentí como me quemaban en carne viva y yo … — Las lágrimas se deslizan por mis mejillas y al recordar lo que sentí el calor se apodera de mi cuerpo y el ardor se vuelve insoportable — ¡Duele! — Susurro.Ónix se acerca a mi lado y me abraza, dejo mi cabeza contra mi pecho continuo llorando.— Me estoy volviendo loca, ¿verdad? — Le pregunto
Ónix — Me estás empezando a marear, ¿Puedes calmarte? — Alondra se levanta de la silla en la que se encuentra, mientras que yo no puedo dejar de moverme de un lado para el otro. — ¿Cuánto tiempo va a tardar Luciano? — Se supone que nos veríamos aquí y que él se encargaría de traer al anciano sabio y luego visitaríamos al joven con el que llegó Nala, pero llevamos casi quince minutos esperando. — Hola, perdona, pero el sabio anciano no encontraba sus medicinas — Dice Luciano entrando en la habitación. El sabio toma asiento y Alondra le prepara una tizana, le ofrece biscochos y le pregunta sobre su familia y sus nietos y bisnietos, mientras yo estoy a punto de explot
No he tenido tiempo de preguntarle su apellido, solo sé que se llama Nala. Punto final.— Lo tengo, lo vi en el buzón de su casa, espera recuerdo bien — Luciano susurra y todos guardamos silencio — Mantegna — grita triunfal.— ¿Mantegna? — Susurra el anciano sabio — ¿Será posible?— ¿Qué sucede? — Le pregunta Alondra intrigada.— Es el apellido de …— De Amara Mantegna, la madre de Nala, quien c