***Valentino inhaló profundamente antes de entrar a la UCI, ajustándose la bata de protección que Lenox le había proporcionado. Al cruzar el umbral, una sensación de solemnidad y urgencia lo envolvió. El ambiente era silencioso, interrumpido únicamente por el suave zumbido de los equipos médicos.L
Mientras tanto, sus padres y otros familiares mantenían la esperanza de que ella recobrara la conciencia. Los señores Smit se hospedaron temporalmente en una residencia, no solo esperando la recuperación de Atenea, sino también para cuidar de su hija ahora que sabían que serían abuelos y que ella se
***—¿Piensas tener hijos? —preguntó Alexis, dejando a Cayetana helada mientras revisaba sus correos y comía uvas.—¿A qué viene eso? —levantó una ceja, sorprendida.—Solo tengo curiosidad —respondió él desde la cama, con su iPad en mano.—No lo he considerado —dijo Cayetana, sintiendo un nudo en la
—¿Por qué harías eso? —abrió más sus piernas sobre el regazo de Alexis para que la siguiera tocando con más libertad —. Estamos juntos, y no estoy escapando de ti.—Por ahora —hizo a un lado el pantis e insertó dos dedos fácilmente debido a lo húmeda que estaba —. Tengo que asegurar todo de alguna m
***La noche abrió sus alas y Clodan salía de su jornada laboral, cada vez más tardía, buscando refugio en el trabajo para llenar el vacío que sentía. Era su único consuelo en medio de la profunda soledad que lo invadía.Estacionó su auto frente al edificio y entregó las llaves a su escolta antes de
—No, no es eso, chiquita —le tomó el rostro antes de que sus bellos ojos se llenaran de lágrimas, temiendo que estuviera pensando lo peor —. Me alegra, es solo que... me has tomado por sorpresa. Es verdad que no usamos protección, pero... sigue siendo inesperado.—¿No estás feliz? —preguntó ella, co
***La sala estaba sumida en un profundo silencio, interrumpido únicamente por el constante pitido de los aparatos que monitoreaban a Atenea. Con el paso de los días, su aspecto había mejorado gradualmente; su piel ya no lucía tan pálida y los hematomas y rasguños comenzaban a desvanecerse. Aunque s
Él permanecía en el umbral de la puerta, con los ojos abiertos de par en par, observándola como si estuviera viendo algo sobrenatural o completamente irreal.—Valentino... —murmuró su nombre suavemente, haciendo que se tensara y saliera de su estupor.—¿Ate...nea? —dio un paso hacia adelante, sintie