***—Oye, ¿Te vas a ir ya? —Lenox la atrajo hacia él, agarrándola de la cadera y dejándola caer suavemente en la cama —. Quédate conmigo hasta la noche, hoy no tengo turno.—Hay una cena esta noche, creo que vendrá un invitado —respondió Atenea, revolviéndose en la cama para liberarse, pero el itali
—Buenas noches —saludó ella al llegar, con una media sonrisa carente de emoción —. Lamentamos llegar tarde, perdimos la noción del tiempo.—Toma asiento, querida —la invitó Clodan, sin ni siquiera preguntar o hacer reclamos por la compañía que trajo, ya que su hijo también había invitado a su amante
Un silencio dominaba la sala; solo se percibían los pasos de los sirvientes sobre la baldosa mientras disponían los platos en la mesa. Los cubiertos resonaban en los platos cuando todos comenzaron a comer en ese incómodo silencio, hasta que Clodan, sin tener más opción, rompió la tranquilidad.—Ella
—¿Por qué haces esa pregunta? —Valentino alzó una ceja, apoyando la espalda contra la pared y cruzando los brazos sobre el pecho —. Si tienes algo que decir, dilo de una vez y no te andes con rodeos.—No te he visto con buen semblante desde la cena, algo inusual en ti —bufó su primo soltando una ris
Al dar la vuelta con una media sonrisa en sus labios, cinco pares de ojos ya la estaban escrutando. Layla con diversión, Lirio indignada, Clodan resignado a ver ese tipo de escenas seguidamente, Dimitri, el nuevo visitante, sonreía sardónicamente, divirtiéndose con lo que sus ojos acaban de presenci
Atenea regresó a su habitación, recogió su cabello en una coleta mientras soltaba un bufido, frotándose las sienes por el leve dolor de cabeza que la mantenía malhumorada.Se deshizo de sus tacones y los apartó con los pies. Solo quería tirarse en la cama y dormir; tenía el cuerpo adolorido, ya que
—Aquí, soy tu esposo —le recordó, con sus labios casi rozando los suyos por la proximidad—. No debería importarte con quién follo o no, pero no permitiré que nadie más lo haga contigo.—No adoptes actitudes machistas y egoístas, esa m****a no va conmigo —replicó, respirando pesadamente—. ¿Crees que
El rostro de Valentino perdió visiblemente color ante las palabras de Atenea. Frunció el ceño con irritación, alejándose de ella mientras la observaba con incredulidad. Pasó una mano por su cabello, deseando que lo que Atenea le había confesado fuera falso. Si no lo era, significaba que ella todo es