Me armé de valor para volver a entrar a la mansión, la última vez que había estado allí no tenía el mejor recuerdo de mi padre, la frialdad con la cual se había dirigido a mí, el enojo en su mirada mezclado con la decepción, era difícil de olvidar.Me adentré conteniendo la respiración y caminé en dirección al despacho de mi padre cuando escuché pasos detrás de mí. Cuando me di la vuelta lo encontré parado a una distancia prudente, con un vaso en la mano, el poco cabello enmarañado, la camisa saliendo de su pantalón y la corbata un poco torcida.Parecía otro hombre diferente, como si un camión le hubiera pasado por encima y no sabía si debía de sentirme culpable de su estado, porque él era el tipo de hombre que no dejaba que nada le afectara.—Viniste —soltó con una voz temblorosa— Te estaba esperando justamente, sabía que ibas a venir, incluso cuando sabes que no quiero verte.—Tenía que venir, creo que lo correcto es que como mi padre…—No vuelvas a decir que soy tu padre —sentenció
Me llegó un mensaje de Marcelene para pedirme que fuera por ella, me pareció demasiado de prisa y extraño que ya hubiera terminado todas las cosas que tenía pendiente, pero, por una parte, me alegró saber que al fin podríamos estar juntos sin tener que ocultarlo a nadie.Cuando llegué a la mansión de Jess me encontré con un escenario que no era para nada lo que esperaba, es decir, yo creía que las iba a encontrar juntas, abrazadas sin querer decirse adiós.En cambio, me encontré con que Marcelene tenía el rostro lleno de lágrimas y Jess le estaba hablando. Bajé la ventanilla para poder hablar con ambas, Marcelene dio la vuelta para subirse, así que me bajé para meter las maletas en el asiento de atrás y no pude evitar preguntar.—¿Qué sucedió Jess? No había visto un ambiente tan tenso entre ambas en mucho tiempo —comenté a lo que ella se encogió de hombros.—Te lo contará seguro, pero por favor, cuando lo haga no te pongas en mi contra —pidió en un hilo de voz— Sé que si lo haces es p
A pesar de haber sentido a Maxwell seguía destrozada, cuando la pasión del momento cesó, el sabor amargo en mi boca se volvió a apoderar de mí. Las palabras de Jess volvían a repetirse en mi mente, como si estuviera la misma cinta reproduciéndose una y otra vez.Maxwell se había quedado dormido esa noche luego de tocar la almohada, pienso que se sentía en paz por las palabras de su padre, me lo había contado y aunque no hubiera aceptado lo nuestro, sonaba como un mejor escenario que el mío.También es cierto que estaba cansado, últimamente ambos lo estábamos, pero en lo personal, yo no podía pegar el ojo.Me quedé pensando en como al final las personas que creía importantes en mi vida siempre terminaban guardando secretos, como siempre acababa por sentir esa sensación de vacío y me pareció un duro golpe.…No puedo decir en que momento de la noche en medio de aquellos pensamientos invasivos me había logrado quedar dormida, tampoco sabía cuantas horas había logrado dormir, lo único que
Me sentía muy preocupado por Marcelene, por la situación de nuestras familias y por la profunda angustia que se veía en ella aunque estuviera haciendo su mejor esfuerzo para disimularlo.Cuando llegué a mi apartamento estaba a punto de abrir la puerta cuando vi a alguien asomarse del apartamento de al lado. Vi una sonrisa divertida en aquel pequeño rostro, estaba seguro de que nadie diría que a su corta edad de Leni se ve como una niña angelical.—Anciano, ¿en dónde está Marcelene? —preguntó la niña cruzada de brazos.—Tenía cosas que hacer, cuando venga más tarde le diré que pase a verte —le aseguré antes de entrar al apartamento.No quería darle mucha charla, tenía mucho por hacer el día de hoy y quería terminar lo antes posible, cuanto antes fuera más posibilidades habría de empezar a montar la oficina. Así que fui por mi maleta a la habitación para dejarla al lado de la puerta, ya cuando llegara Marcelene podría pedirle que la bajara a la cajuela del coche para despejar más espaci
Mi corazón latía desbocado y las lágrimas no dejaban de correr por mi rostro deseando que lo que mis oídos escucharon minutos atrás solamente fuera una jodida mentira. Sabía que no lo era, estaban en un hospital y él nuevamente había vuelto a mentirme, ya ni siquiera sabía que de toda esa historia era cierta.Escuché el golpe en la ventanilla mientras el coche comenzaba a avanzar y pronto, ni siquiera el espejuelo del coche logró darme su imagen. Quería pedirle a Lysander que se detuviera, correr hacia Maxwell y decirle que por favor me dijera que todo se trataba de una broma, pero no lo hice.Él me miró repleto de preocupación. Era una maldita manera de reencontrarnos, perder la consciencia, que tuviera que llevarme al hospital y ahora esa escena.—¿Quieres que me detenga un momento? —preguntó en un tono de voz suave y asentí lentamente.Ni siquiera sabía si iban a salirme las palabras de los labios, pero al menos necesitaba intentarlo, sabía que si no decía nada Lysander no se mover
Fui detrás de ella, pero incluso al ir detrás no se detuvo a escucharme, ni siquiera me había dado el beneficio de la duda. En aquellos momentos solamente pensaba en querer arreglarlo todo, en decirle que era una confusión, pero sería una mentira y lo único que no quería volver a hacer con Marcelene era arrastrar mentiras de por medio.Luego en el estacionamiento, con el corazón vuelto añicos, las preguntas llegaron a mí como un torbellino mientras la veía alejarse en su coche. Aquel era Lysander, incluso con el paso de tanto tiempo podría reconocerle y no es que fuéramos cercanos, pero siempre lo veía pegado a Marcelene, era como su segunda piel.En este tiempo no me detuve a preguntarle por qué se había marchado, ni si algún día volvería. Es más, para mí hubiera sido una suerte si nunca regresaba a su vida, pero ahora que todo comenzaba a volverse difícil de nuevo él regresaba.Nunca fui demasiado creyente en las casualidades, me gusta más creer que la vida es demasiado caprichosa y
Respiré tan profundo como mis pulmones me lo permitieron, traté de mantener la calma, todo era abrumador y absurdo. Vi en su mirada por primera vez la honestidad y el golpe de la realidad fue tan grande que pude comenzar a comprender por qué todo esto estuvo oculto durante estos últimos años.Recordé las palabras de mi padre como si todo fuera una secuencia lenta y el dolor en mi pecho se volvió intenso.—Tu madre nunca murió —dijo de la nada con la vista puesta en un punto fijo—. Ella se marchó y nos dejó. Pensé que esa realidad te dolería más que a nada y es por eso que te mentí, preferí que vivieras engañada toda tu vida.Pensé en que todo eso era una mentira, una maldita excusa ante lo que había descubierto. Pero sacó su móvil y me enseñó una fotografía que desmoronó mi mundo. Mi madre estaba caminando en dirección a una tienda, supe que mi padre le había enviado a algún detective a buscar sus pasos, pero eso traía consigo incluso más preguntas.—¿Por qué se marchó? ¿Por qué nos d
No me moví, me quedé paralizado con aquellas palabras que seguían repitiéndose en mi mente como una secuencia y no podía dejar de mirar sus ojos. No lo comprendía, como era posible que me hubiera traicionado de aquella manera y que peor aún, no sintiera ni una pisca de remordimiento.—No es tu hijo —había dicho de repente sin dejar de mirar mis ojos—. En ese viaje, cuando tú estabas tan ocupado como de costumbre y solamente llevaste a Cecily para ser tu accesorio, bebimos de más. Ella estaba destrozada, se sentía agotada de solamente seguir siendo invisible para ti y yo no pude hacer más que consolarla.No sabía que decir ante su confesión, no sabía como seguir mirando su cara cuando le había confiado todo y me había traicionado por tanto tiempo. Reaccioné, me mantuve en silencio demasiado tiempo y tuve suficiente para pensar en todo lo ocurrido. Ahora que podía ver su verdadera cara, sabía que en realidad nunca fuimos verdaderos amigos y no tenía nada que hacer con ello.Hacía tiemp