Me sentía destrozado por la conversación con Marcelene, entendía que en lo que cabía tenía aún muchas dudas, que existía la desconfianza, pero había cosas que ni siquiera por sus inseguridades podía llegar a justificar. Es decir, no podía estar constantemente cambiando de parecer, es cierto que yo había sido el que había tomado la decisión de hablarle a mi padre de nuestra relación, que no podía culparla de que él estuviera en el hospital, pero si me hubiera planteado sus dudas antes de marcharse, podría haber evitado que las cosas llegaran tan lejos. Me había quedado sentado en el sofá recordando las palabras de mi madre, era duro saber que incluso ella sentía que todo esto era mi responsabilidad, porque no lograba encontrar la paz en mi corazón. De repente el timbre sonó, en el fondo de mi corazón, como normalmente ocurría, quería pensar que sería Marcelene, pero algo me decía que eso no era del todo posible. Cuando abrí la puerta con tan pocas ganas me encontré con que estaba L
Sabía que había una razón por la cual estaba allí, no me parecía ninguna coincidencia que Maxwell estuviera en la pastelería. No me había percatado que esto había sido un plan de Jess y Thom hasta que habíamos estado allí. Lo más irritante no era que Maxwell estuviera en el mismo sitio, ni el imaginar que todo esto fuera parte de su plan para que estuviera más cerca de él, sino el que se creyera en derecho de darme órdenes. Una prenda roja, un ritual, ¿qué más pensaba hacer para aproximarse a mí? ¿Por qué esa actitud cambiante? Había cosas que no terminaba de comprender de su parte. De todos modos, con la molestia latente en mí, me dispuse a marcharme. Haría exactamente lo que Maxwell quería, le ayudaría con esa estupidez del ritual y luego tendría que cumplir con su parte, ya no volver a molestarme. Jess me tomó del brazo, me impidió avanzar y comenzó a decir cosas que para mí no tenían nada de sentido, no iba a arrepentirme si Maxwell perdía los sentimientos por mí. Tampoco cre
Una fuerza en mi interior me gritaba que no debería de estar allí, que no quería hacer esto, que estaba junto a la persona correcta y que debía de continuar luchando, incluso aunque ella dijera que quería esto. Luego de que Marcelene me dijera que estaba enamorada de mí, toda aquella frialdad que quería comenzar a aflorar en mí desapareció, en ese momento vi en sus ojos una mujer llena de miedos, una mujer que había recibido demasiado daño con el paso de los años y que no quería volver a pasar por lo mismo. Me sentí culpable, porque en el fondo parte de la culpa de que ella hubiera pasado malos ratos era mía, pero también sentía que todo el esfuerzo que estaba haciendo para cambiar su percepción de mí no estaba surtiendo efecto. Ahora nos encontrábamos allí, parados en un círculo de velas, en frente a una niña pequeña, haciendo un ritual que ni siquiera teníamos por sentado, que daría un resultado y sentía un profundo miedo. No era miedo de que nos fuéramos a transformar en rana,
No logré dormir en toda la noche, mis pensamientos estaban en las palabras que había dicho aquella mujer, almas destinadas a ser, un hechizo que no podía romperse y un destino que estaba marcado desde antes de nacer.Me parecían irreales, pero igual me había parecido irreal ver a una niña atravesar el fuego y que nada le hubiera ocurrido tras hacerlo. Podría creer que eran llamas falsas, pero el calor que desprendían, yo había estado allí y eso era real, como era de real saber que a pesar de haberlas atravesado no tenía ni un rasguño.Sin embargo, a pesar de que dijeran que estaba destinado y que teníamos un futuro en común marcado, yo nunca fui creyente en eso del destino. En mi mente siempre creí que eso era una tontería, que era uno el que decidía que era lo que quería para sí mismo y ahora no empezaría por esto a creer en fantasías, así que tomé la decisión de seguir adelante.Como había sido acordado al llegar de regreso al edificio de Maxwell tuvimos una conversación, pero lo vi
No pude dormir bien en toda la noche por estar pensando en Marcelene, ella seguía diciendo que debíamos de estar lejos, pero ahora más que nunca quería quedarme con ella, tenía planes para nuestra vida.Estaba recostado mirando el techo, me costaba incluso la idea de levantarme de la cama para volver a mis obligaciones habituales solamente de pensar que no volvería a estar con ella. Entonces me llegó un mensaje y dejé a un lado los pensamientos para ver de quién se trataba.Era un mensaje de Thom, algo que para mí ya no era una sorpresa, toda esta situación nos había vuelto más cercanos. “Jess está un poco preocupada por Marcelene, así que me pidió que hablara contigo, yo sinceramente no sé si te estoy ayudando o perjudicando a estas alturas, pero esto se salió de mis manos. Marcelene
Jess se había quedado molesta por la decisión que había tomado, sabía que había sido ella la que le dijo a Maxwell en donde podría encontrarme. Esa mañana mientras me había metido a la ducha ella había entrado en mi habitación y mientras iba de saliendo de la ducha la vi, claro que me hice la tonta al ver que estaba con mi móvil.Su mejor excusa había sido que venía a buscar una blusa que me había prestado, Jess jamás me pedía que le devolviera nada de lo que me prestaba, aunque si no fuera porque la había visto, pensaría que lo hacía solamente a consecuencia de su molestia.Luego del encuentro que había tenido con Maxwell, que aunque debía de decir que tenía ganas de irme con él me había negado a hacerlo. Me regresé un poco desanimada, entonces me encontré con la sorpresa de que Jess me estaba esperando en la sala.Tenía dos maletas armadas, aquello me causó un poco de temor, me quedé petrificada mirando aquello porque una de ellas era mi maleta, pensé que quizá se había arrepentido
Amanecí con Marcelene entre mis brazos, esa era la mejor sensación que podía experimentar en mi vida, era un día especial junto a la mujer más especial que había visto en mi vida.Amaneció con una sonrisa sobre sus labios, aquello era la clara señal de que las cosas comenzaban a andar bien entre ambos. Me estaba a punto de levantar de la cama cuando Marcelene me tomó por la cintura con aquel mismo gesto desbordado de felicidad y yo clavé mi mirada sobre la suya sin comprender.—No quiero que te levantes de la cama, quiero que te quedes un poco más conmigo —me pidió abultando sus labios.—Tenemos que levantarnos, tenemos pendientes que hacer —me quejé porque me estaba pasando su pereza.Ella se quejó un poco más en la cama, nos quedamos unos breves momentos, luego de eso le dejé un beso fugaz sobre los labios y nos levantamos.Nos metimos juntos a la ducha, debo de admitir que el bañarme acompañado se puede llegar a volver mucho más interesante.Apenas nos dio tiempo de salir envueltos
Me desperté y lo primero que mis ojos vieron a mi lado fue a Maxwell, una enorme sonrisa apareció sobre mis labios, miré el anillo en mi dedo y el de su mano, parecía todo demasiado increíble, pero era real, al fin estábamos casados.Un vuelco en el estómago, aquello fue lo que sentí al estar parada frente a Maxwell, escuchando las palabras del padre, que indicaban que iban a unirnos para toda la vida. No me aterraba la idea de pasar toda la vida acompañada de Maxwell, lo que verdaderamente me aterraba era la idea de lastimar a las personas que amo.Me había detenido a pensarlo por un momento, me había sumergido tanto en mis pensamientos que había dejado de escuchar al padre, incluso cuando había hecho la pregunta. Todo a nuestro alrededor se quedó en silencio y vi el pánico en el rostro de Maxwell.—Acepto —dije con rapidez, incluso sin saber si era eso lo que debía de responder.Vi que Maxwell recuperó el color en las mejillas y ahora debía de aguantar las ganas de reír. Una leve so