Aiden
No puedo siquiera imaginar que tendré que vivir con una omega comprada, solamente para poder sustentar y validar mi puesto como Alfa. Mientras no tenga una loba a mi lado seré el hazme reír de todos en la manada, no me tendrán respeto y para ellos seré el Alfa en la historia que más le ha costado conseguir a su omega. En eso he quedado… una generación de los mejores Alfas por siglos me precede y la he defraudado.
—Sabía que estarías aquí —escucho a mi lado a mi fiel amigo Dominico en su forma de lobo con su pelaje cobrizo.
—Al menos di la verdad; mi padre te lo dijo —Dominico vuelve a su forma humana y comienza a reír.
Mi padre sabe que cuando quiero estar solo, quiero pensar vengo al bosque cerca de las afueras del pueblo, me gusta estar aquí por su aroma, por el viento en mi pelaje, porque puedo ser yo, porque puedo correr y sentirme libre.
—Me atrapaste —contesta y al transformarme igualmente a mi forma humana, también río con él.
—Sé que no era la forma en la que querías validar tu puesto, pero sabes que es la única que hay en este momento —me dice un poco cabizbajo—, mírale el lado positivo; Alisson es bella.
—Pero no es mi omega, no he sentido ese cosquilleo en el estómago, ese ardor en el cuerpo, no le he sentido cuando la veo y no lo sentiré jamás… —contesto.
—Aún así es de una familia importante y ya se comprometieron, te casarás, Aiden, te guste o no.
—Sí, por qué compré ese matrimonio.
—No fue exactamente lo que pasó —contesta Dominico.
—¿Y cómo le llamas al hecho de que tuve que darle un buen puesto en el consejo al padre de ella solo para poder cansarme? No hubo una transacción de dinero, pero la compré, amigo, eso es evidente.
Hace dos años me convertí en el nuevo Alfa; mi padre, Aiden III me dio ese puesto, soy su sucesor, recuerdo que hicieron un festín ese día, incluso más grande que el día que me convertí por primera vez. Todo iba de maravilla hasta que los murmullos comenzaron, era el Alfa y en mis veintiocho años no había conseguido a mi omega, no la había encontrado, por lo que estaba fallando a la regla primordial de manada; el Alfa deberá tener siempre a su Omega, deberá engendrar un sucesor varón y deberá velar por el bienestar de su manada y ahora, cuando es imposible esperar más, mi padre ha hecho un trato con una familia importante; me casaré, al fin, pero ella no es mi Omega, es una farsa, todo es una farsa para poder mantener mi puesto.
Alisson es bella, tiene un pelaje blanco y ojos azules, en su forma humana es blanca como la nieve con un cabello negro como la noche, curvas que te hacen pensar miles y miles de formas de llevarla a tu cama, pero por muy bella que sea, en el fondo, yo sé que ella no es mi Omega, no es la compañera que nació para mí.
—¿Recuerdas cuando éramos niños y nuestro sentido del oído se estaba agudizando? —yo asiento ante la pregunta de Dominico—, recuerdas que nos gustaba acercarnos a la antigua gasolinera de la entrada del pueblo, poner atención y escuchar los corazones de los visitantes —yo río.
—Siempre te ganaba, siempre he tenido mejor oído.
—¿Una carrera? —pregunta arqueando una ceja.
—¿Por qué no vas por la camioneta? Ya no somos niños Dominico.
Él se ríe y en un segundo su pelaje vuelve a mostrarse me mira por un segundo y se pierde entre los árboles. Pocos minutos después el claxon de la enorme camioneta se escucha en la carretera, así que me encamino hasta allá, me subo en la parte trasera del auto y Dominico arranca.
En pocos minutos llegamos a la salida del pueblo, a la vieja estación de gasolina que amigo mencionó, él detiene el auto, se baja del asiento del piloto y llega hasta mi puerta la cual la abre al tiempo que yo niego con la cabeza.
—No quiero que te comportes como mi empleado si no es necesario.
—Técnicamente lo soy; soy parte de tu guardia, mi deber es protegerte —contesta.
Decido no decir más nada y bajar del vehículo, hasta que siento palmaditas de Dominico en el brazo.
—Cuando éramos niños no nos fijábamos en los buenos traseros y definitivamente chicas como ella no venían de visita.
En cuanto escucho a mi amigo, volteo la mirada hacia la chica de la cual habla y al verla a los ojos, es cuando todo a mi alrededor se paraliza, comienzo a sentir lo que siempre había soñado y de la manera en la que lo había soñado. El ardor en la boca del estomago aparece, el cosquilleo en mi entrepierna hace acto de presencia lo que me provoca una erección, mi instinto quiere correr hacia ella, convertirme en el gran lobo que soy y llevármela lejos, tanto que debo apretar los puños fuertemente para controlarme, siento que comienzo a sudar. Puedo escuchar su corazón, puedo olerla, incluso saborear esos labios rosados que tiene.
—Aiden… ¿qué te pasa?
No puedo contestarle, no puedo pronunciar palabra alguna, porque sus ojos, sus simples ojos, me hipnotizan….
—¡Aiden! —Dominico vuelve a hablarme y es solo cuando ella se muestra nerviosa y desvía la mirada que yo salgo de mi trance. Se sube al auto y es cuando puedo contestar.
—Es ella Dominico, es ella… ella es mi Omega —él frunce el ceño sin entender.
—Espera, ¿lo que estaba pasando es lo que creo que estaba pasando?
—Sí…. La encontré…
El auto arranca y ella vuelve a verme, nuestros ojos se encuentran de nuevo hasta que la pierdo de vista.
—No puede ser ella, Aiden, es humana.
—Créeme cuando te digo que es ella; esto no se equivoca, ella es mi Omega —respondo aun viendo el lugar por donde se fue.
—Entiendo, pero, Aiden tienes que respirar, sé que lo que estás sintiendo es una bomba de emociones, ya lo viví, pero escúchame, te vas a casar te acabas de comprometer, y además, ¿cómo le vas a decir a todos que es humana o peor, que Alisson nunca fue tu Omega?
Las palabras de Dominico son una bomba de realidad, no puedo creer que la haya encontrado justo dos días después de comprometerme con Alisson. Si fallo a mi palabra todo esto se convertiría en un campo de batalla, además conozco a la mujer con la que me comprometí, si se llegase a enterar de todo esto, no dudaría en desgarrarle la garganta a esa chica, la quitaría del camino inmediatamente.
—Sabes que consejo… Dios, ni siquiera el consejo, Alisson no va aceptar eso —Dominico vuelve a hablar.
—¡Pero yo soy el Alfa! —mi voz fuerte inunda el lugar en cuanto grito—, yo decido qué hacer.
—No puedes pasar por encima de reglas que existen mucho antes que tú.
—Averigua quién es, yo me encargo —me alejo de él y corro al bosque donde me convierto en mi animal interior y corro hacia casa.
Ella es la chica para mí, la que he esperado siempre; la quiero solo para mí, por encima de todo
VictoriaMientras bajo las escaleras inspecciono un poco más la estructura de la que ahora es mi nueva casa. Paredes viejas, algunos cuadros de Andrea cuando apenas era una bebé, un olor peculiar, como a viejo y una que otra telaraña, sin embargo, no puedo negar la tranquilidad que se siente en este lugar.El vecindario es callado, por lo que he podido notar, además Andrew parece no ser un pederasta en potencia, en cambio, la que se comportó muy mal fui yo, tampoco es alcohólico como el ultimo novio y nos preparó una cena hecha en casa la primera noche, no las sobras del día anterior como lo hizo Steven, el anterior al último.Al llegar a la primera planta de la casa me dirijo al comedor donde ya los tres me esperan con sus miradas espectadoras. Noto que hay mucha comida sobre la mesa y no puedo evitar sonreír. —Parece que ya sé cómo ganarte; con la comida —comenta Andrew mientras se sirve un poco de pasta.—No creo que sea la manera correcta, no la verás comiendo mucho, no quiere en
AidenVerla acostada en esa cama tan frágil, hace que me sienta protector, como un padre y yo nunca me había sentido así, pero al mismo tiempo, ella está atada a esa cama porque por alguna razón un miedo inexplicable entró en mí, miedo de que despierte y huya aun, con ese tobillo hinchado y morado. Sé que está mal, sé que no es la manera en la que ella deba conocerme, no es la primera impresión que debería darle, pero realmente necesitaba alejarla de todos, por su protección, por su integridad, por su vida. Ella no conoce nada de mi mundo, no sabe que el simple hecho de ser humana y ser mi luna, mi compañera, le ha dado un blanco en su espalda. Si no hubiera sentido lo mucho que ella estaba en peligro, ella definitivamente hubiera muerto.Y no solo eso, una guerra habría empezado, una guerra que no quiero siquiera mencionar, pero en la que definitivamente ella se vería envuelta de la manera más cruel posible y eso me rompería ya que puedo sentir su dolor, aunque ella no sienta el mía,
Victoria. Lo único que él quiere es que me quede en silencio, que no diga palabra alguna, pero no puede pedirme eso cuando tengo a un hombre fuerte, musculoso que solo he visto una vez en mi vida sobre mí haciéndome insinuaciones sexuales. Estoy asustada, atada y golpeada, recuerdo cada cosa que pasó en ese bosque, pero no logro recordar qué hice para llegar hasta aquí, cómo me trajo, cómo me raptó. Dice querer decirme toda la verdad, pero sinceramente no sé si creer palabra alguna que salga de su boca. Él se levanta de sobre mi cuerpo y vuelve a tomar aquella bandeja de comida con la que entró, se acerca de nuevo a la cama sentándose en ella, muy cerca de mi y me ofrece la comida. —No tengo mucha hambre —susurro y él sonríe de medio lado. —Eso es una mentira, Victoria y yo odio que me mientan. Él sabe mi nombre, probablemente ya sabe cada cosa de mí, ¿sabrá lo que hay en ese bosque? Intento seguir su juego y toma un poco de la fruta para luego mirarlo a los ojos y tragar en seco.
Aiden Cuando la tengo así justo ahora, temblosa, con su respiración agitada y esos ojos viéndome como borrego, simplemente pierdo el control de todo mi cuerpo y mis instintos salen a flote. Le quiero dar la vuelta bruscamente sobre esa puerta que está tras de ella, quitarle la ropa y cogerla aquí y ahora, pero no puedo hacerlo, aun ella no lo quiere con la misma intensidad que yo. Cuando parece que han pasado siglos desde que le dije aquello y ella solo estuvo viéndome a los ojos, se aleja, se aleja de mí porque se lo permito, —Lo que me estás diciendo es una locura —responde pasándome la mano por ese cabello que, aunque está sin lavar se ve hermoso. —¿A qué parte te refieres? ¿A la parte donde dije que naciste para mí o donde dije que te pongo loca? —No sé qué clase de película estúpida te estás inventando en tu cabeza retorcida, pero si crees que me pongo nerviosa frente a ti por el supuesto vinculo que tenemos, estás muy drogado. Estoy en una casa que desconozco, con un hombre
Victoria. Despierto por unos toques en la puerta, así que me levanto un poco adormecida aun y abro la puerta encontrándome al otro hombre que me tiene aquí cautiva. —Puedes bajar a cenar. Está todo en la mesa. —No tengo hambre —contesto intentando cerrarle la puerta en la cara, pero él es más rápido y fuerte que yo así que lo impide. —Tienes que comer. Te ves delgada, sé que no has comido bien, se nota. —¿Por qué no solo me matan ustedes dos y ya? Eso nos haría un favor a todos. —Yo no haría eso ni, aunque quisiera y Aiden mucho menos. Nunca te pondría la mano encima, nunca te haría daño. —¿Qué no entiendes que ya lo hace? Teniéndome aquí en contra de mi voluntad, ya me hace daño. —Por favor come, Victoria —me contesta luego de tiempo en silencio—. No tienes que comer en la misma mesa conmigo si no quieres, pero debes comer. Por cierto, soy Dominico. El hombre se retira y yo aprovecho para volver a cerrar la puerta y acercarme de nuevo a la cama, pero cuando estoy a punto de v
Aiden.Llego a casa totalmente cansado, físicamente es como si pudiera arrollar una ciudad entera, pero mentalmente me siento agotado. No dejo de pensar en Victoria, en su bienestar, en el peligro que puede estar corriendo si no estoy a su lado, pero sobre todo en ella y yo, en lo que tenemos y que eso solo está en mi cabeza. Frente a ella puedo mostrarme fuerte y duro, incluso salvaje, pero algo sucede en mí cuando ella solo me rechaza y me rechaza y no deja de hacerlo, creo que es dolor, creo que eso me duele y mucho porque la he estado esperando desde que tengo memoria y ella no me recibió cómo lo imaginé y por supuesto, no es su culpa, nunca será su culpa, eso no significa que sus palabras hirientes, bueno, no me hieran.Una soledad y un profundo silencio me reciben en cuanto abro la puerta de mi casa, a las afueras del pueblo donde también hay por todos lados letreros de Victoria. Lo primero que hago es deshacerme de mis zapatos dejándolos en el camino para luego ir hacia el refr
Aiden Mis patas golpean el suelo mientras corro a través del denso bosque, dejando que la luna llena guíe mi camino. Mi corazón late fuertemente en mi pecho, y el viento susurra entre mis orejas, alimentando mi espíritu salvaje. Soy un hombre lobo, condenado a vivir entre la dualidad de la bestia y el hombre y eso es algo que jamás podré cambiar, pero mientras mis sentidos se agudizan y mis instintos primarios se apoderan de mí, mi mente está dominada por un solo pensamiento: Victoria. Ella es mi verdadero amor, la dueña de mi corazón. Cada noche, cuando la luna se alza en el cielo, la llamo en silencio, esperando que mi amor sea lo suficientemente fuerte como para atravesar las barreras que nos separan. Aunque yo sienta la necesidad de desearme como lo hago yo, ella es mi luna y es la mujer que quiero en mi vida, que quiero a mi lado, que quiero en mi cama; es la mujer con la que quiero todo, aun cuando hace un rato yo estuve con Alisson. Sin embargo, hay otro obstáculo en mi camino
VictoriaMudarte a una nueva ciudad para todos, o al menos, la gran mayoría de personas siempre será un completo dolor de cabeza, y en mi caso, yo siempre he sido la nueva porque mi madre no puede mantener las piernas cerradas y el corazón frío, pero eso es algo que contaré más tarde.Como siempre soy la nueva, amigos no es una palabra que esté en mi vocabulario, solo idiotas que se meten debajo de mi falda dos veces por semana, bueno, tal vez no soy tan diferente a mi madre después de todo. Ahora mismo vamos en camino en nuestra vieja camioneta hacia la casa de su nuevo prometido, al cual no he visto nunca en mi vida, tampoco me tomé el tiempo de buscar en línea acerca de nuestro “nuevo hogar” ya que no pasaremos mucho tiempo aquí, de eso estoy segura.—Victoria, ¿podrías dejar de fumar en el auto? Llegaremos oliendo a humo —escuchar la voz de mi madre hace que me quiera meter el cigarro por el trasero, aún encendido.—No es nada diferente a lo que huele tu estúpido auto.—No estaría