— Creo que deberíamos pedir refuerzos… — su sexto sentido le decía que algo no iba bien, pero no pensaba dejar solo a su cuñado, pudiese ser que ya no fuese el líder de la daga roja, pero, aun así, Daki no abandonaba a los suyos, y ahora pertenecía más que solo a un clan mafioso, él era miembro de u
Hades jamás se atrevió a pedirle algo a Dios, sentía que no tenía derecho a hacer aquello, él, una persona que cada vez que tomaba su arma nunca fallaba, solo sentía la falla cuando de proteger a su familia se trataba, tantos años habían pasado del día que perdió a Dulce Ángel, la única que se negó
— Hades, amigo mío, dime que tienes algo bueno que contar. — se oía mal, pero, aun así, Hades debía ser honesto, Lucero era familia, no solo era la esposa de su primo Eros Zabet, ella era la cabeza de la familia más influyente de continente y tal vez del mundo.— Lamento no ser portador de buenas no
— Te tranquilizas o te golpeare hasta matarte. — no le importaba morir, incluso pensó que prefería que la golpeara hasta la muerte que, seguir ahogándose con su angustia, por lo que se sacudió una vez más, entonces Sergio puso una navaja en su barriga. — ¿Qué te parece esto? Te tranquilizas o te sac
Cielo estaba sentada en el borde de la cama, en sus manos la ecografía que el doctor le acababa de entregar se llevaba toda su atención.— Gabriel, ve que pequeño que es, y ya tiene piernitas y manitos. — el brillo en sus ojos cautivaba al tatuado, ¿paraíso? Quien lo necesitaba si la tenía a ella.—
— ¿Qué haces? Deja de atormentarlo. — su padre acababa de ingresar, quien sabe dónde, aunque si debía dejarse llevar por lo que Baltazar le acababa de decir, seguro estaba en un hospital.— No le he dicho nada de Cielo, ni de Pamela. — ¿Cielo, Pamela? ¿Qué tenía que decirle? O mejor dicho ¿Qué no te
— Claro oficial, aquí tiene.— Y necesito que abra el maletero. — el corazón se le acelero, tal vez se había equivocado, se dijo.— Sí, bueno, la cerradura se traba un poco. — objeto Sergio, y Cielo sintió como movía la puerta del maletero, tenía esperanzas.— Tómese el tiempo que quiera. — y esa fu
— ¿Quién te dijo? — era asqueroso que le recriminara como si fuese pareja o algo y a la vez que se enojara porque ella sabía la verdad.— Gabriel, cuando le pedí que te buscara en los hospitales, me dijo que no éramos hermanos y que tú lo sabias. — no podía creer que el idiota le creyera, pero así e