Mia Lennox—Amor, ¿te encuentras bien? —interrogo, ya que desde que salimos lo siento tenso y en el avión Enzo casi ni se me acerco, no era lo que esperaba en nuestro viaje hacia Francia. La sorpresa del país se vio arruinada por una azafata y por un momento pensé que Enzo la lanzaría del avión, pues tuve que sujetar su mano para calmarlo. —Yo… no te lo he dicho, pero hace horas que inicio mi celo y estoy tenso por eso, —expresa. —¿Qué? ¿Por qué no me dijiste? —pregunto—. Pude haberte ayudado, —añado, sé cómo funciona el celo y lo doloso que es. —No sabes cuánto lo deseo, pero quiero llegar a nuestro destino y hacerte el amor por primera vez como mi esposa, —es muy tierno, beso sus labios y gruñe—. Por favor, amor, sé que quieres mostrarme todo el afecto del mundo, pero reventara mi bóxer —suspiro. —¿Llevas todas esas horas con una erección? —asiente. —En el avión me masturbé, pero no logre venirme, —deja ir su cabeza hacia atrás—.
París sin duda es la ciudad del amor, Enzo sea encargado de demostrarle eso a su esposa llevándola a museos de arte y comprándole algunas pinturas que le gustaron a la futura reina. El príncipe le gusta pintar, ver obras de teatro y cosas anticuadas, con mucho entusiasmo le habla de algunas estatuas a su señora. Mia disfruta verlo tan animado, ya que parece un niño en una juguetería. Su celo no ha terminado, sin embargo, Enzo tiene más control ahora que sea vinculado y calmado el ardor en su cuerpo. Los dos primeros días y último resultan ser los más importantes en el apareamiento del alfa, por eso hoy exploran París. —Esta pintura es magnífica, —la observa con admiración. —Eres un hombre extraño, —expresa Mia—. Amante del arte, con un gaje de oficio particularmente rudo, —añade. —Que te digo, soy ese niño que decidió hacer todo lo que le gustaba, mis padres me enseñaron a que si quiero ser astronauta, doctor e ingeniero podía serlo sin problema, —m
Mia LennoxMe aferro a las colchas mientras mi esposo tortura mi centro con su lengua, el sexo sea vuelto más intenso que nunca. Gimo con cada roce a mi clítoris, Enzo sin duda en el celo se vuelve una bestia, lo escucho gruñir y aprieta mis piernas deseando tomar más de mí. —Dios… —jadeo durante mi llegada al clímax. Mi prometido lame mi sexo, besa la cara interna de mis piernas para luego repartir besos por todo mi abdomen y mirarme con sus ojos rojos llenos de lujuria. —Siempre exquisita, —ronronea. Lo siento rozarme con su miembro, mi piel se eriza y este no duda en llenarme con su grosor. Jadea enloquecido de placer, Enzo se mueve con firmeza, lo envuelvo con mis piernas y su hombro cerca de mi rostro me hace llevar mi boca hasta su piel. Beso la marca que dejo mi mordida, gruñe y embiste con fuerza, me mata de placer y este lo sabe. —Ah… amor… —gimo, busco sus labios con desesperación y no duda en besarme. Enzo muerd
La ceremonia de Donato y Adriano fue de las más sencillas posibles, no querían ostentosidad y que todo fuera en familia, por más que desearan unirse en una iglesia no fue capaz de hacerse por motivos de que son dos hombres y Dios jamás aceptaría una unión de ese tipo. Eso les dijo el sacerdote en pocas palabras, el alfa casi lo asesina, pero se controló con ayuda de su omega. Adriano no se mostró afectado por lo dicho, ya que era algo que esperaba que sucediera y, por lo tanto, se celebró su boda en la mansión de los Marchetti. El mal momento quedo en el olvido, la pasaron bien rodeados de su familia y luego celebraron su primera noche de casados en una lujosa casa de playa en Ibiza. No existe mejor opción que esa, ya que sería extraño un hombre embarazado, aunque fácilmente Adriano podría pasar por una chica, por el hecho de que su cabellera rojiza cae hasta sus hombros y su rostro se muestra muy femenino. —Con cuidado —susurra Donato cuando observa que su
Kendall MarchettiObservo a la expresión de Ashley mientras mira el apartamento, sé lo mucho que quiere a Mia y por eso me he comprado un pequeño departamento en Umbría, con un poco de la influencia de mi padre logre cambiarnos de universidad para que estudien en la misma. —Es hermoso —expresa llegando hasta a mí con una enorme sonrisa—. Tus hermanas amaran vivir en este apartamento, pero estuve mirando que solo tiene dos habitaciones, creo que deberían buscarse uno con tres aposentos, —comenta frunciendo el ceño. —Lo que pasa es que no es para ella este apartamento —sonrío de lado mientras coloco mis manos en su cintura—. Sorpresa, —murmuro. —¡Oh, Dios! —chilla feliz y se cuelga de mí, enredando sus piernas en mi cadera, con alegría recibo sus besos llenos de emoción y se detiene a mirarme sorprendida—¿Qué pasará con la universidad? —interroga, camino hacia el sofá. —Con ayuda de mi padre logré que nos acepten en la misma universidad que se encuent
Donato Marchetti Adriano sin duda es lo mejor que ha podido llegar a mi vida, es único e inigualable, me hace feliz verlo mostrar tanta buena vibra, mi esposo, es una palabra espectacular y ahora esperamos con ansias la llegada de nuestro hijo. —¿Qué piensas? —siento su vientre abultado pegarse a mi espalda mientras me abraza desde atrás. —En nosotros —murmuro, ya que el bebé está por nacer, nos traslade a una pequeña cabaña en territorio de la manada de mi padre. —¿Pensaste en el nombre para el bebé? —interroga. —Si… y no te lo voy a decir —de sus labios sale un gruñido. —Eres muy malo —protesta, me giro y sujeto su rostro. —Me gusta darte sorpresas, ¿No te agradan? —pregunto. —Sí, pero… —lo callo con un beso. —Nada de peros, —sonríe—. Ahora vamos a mostrarte una sorpresa —sujeto su mano para ir hasta nuestra habitación, lo libero y camino al closet en donde busco un pequeño conjunto azul—. Es lo que le colocare
Liam despierta primero que su padre, se sienta en la cama para mirarlo y luego recuesta su cabeza en el torso desnudo de Enzo. El pequeño cachorro ronronea esperando poder despertarlo, sin embargo, no tiene éxito y recurre a encajar sus dientes en el mismo pezón del mafioso. —¡Joder! —gruñe provocando que Liam se carcajee—. Estás endemoniado, —reprocha con su ceño fruncido. —Papá… —balbucea sonriente, Enzo se sienta en automático al escucharlo. —¿Qué? —interroga sin poder creerlo, Liam le ha dicho papá por primera vez. —Papá… ¡Papá! —grita alzando sus brazos, Enzo lo carga y sale de la cama. No puede contener su emoción y sigue el olor de Mia hasta la cocina. —¡Dijo papá! —suelta al ingresar a la cocina asustando a su esposa que prepara el desayuno. —Dios, me asustaste, —lleva su mano a su pecho. —Liam me dijo papá —dice de nuevo mientras que el cachorro se estira para que Mia lo cargue. —Me alegra mucho —
Enzo despierta con una sonrisa en su rostro al sentir los labios de su esposa sobre los suyos. Se aferra a su cintura y se estira provocando la risa de Mia, ellos se miran directo a los ojos sintiendo esa conexión latente entre ambos. —Buenos días, mi reina —murmura llevando un mechón de cabello de Mia detrás de su oreja. —Hola —besa su torso y deja una caricia en su abdomen. —¿Por qué estás despierta tan temprano? —interroga llevando su mirada al reloj digital de la mesa de noche. —Mi esposo ronca —él abre sus ojos, sorprendido. —Mentirosa —suelta enseguida provocando que Mia se carcajee. —Cierto, no roncas, desperté porque Liam lloro y fui a revisarlo. —¿Qué tenía? —El pañal lleno, se durmió de una vez y lo deje en su habitación —este asiente, Mia traza un camino hacia su polla y Enzo arquea sus cejas. —Eso si me gusta —ronronea provocando su risa, se coloca sobre ella y la besa mientras que sujeta su