En ese momento Mia se sentía muy herida por el rechazo de Don, el corazón de la joven humana late con fuerza en su pecho mientras que lleva su mano hasta esa zona tratando de calmar el dolor. Por las mejillas de la castaña ruedan las lágrimas de desilusión y muy en el fondo hasta llega a comprender como se siente Enzo cada vez que ella lo rechaza. Al principio era divertido para Mia rechazarlo y evitar cualquier contacto con el alfa, ella nunca pensó en las consecuencias, ya que es tan solo una joven humana de diecinueve años y es un dato no actualizado en el expediente que leyó el mayor. Es una joven inmadura para alguien con la edad de Enzo que es un hombre de cincuenta años, aunque su apariencia siga siendo la de un sujeto de veintiocho. La vida de ambos es muy diferente y sus mundos son totalmente opuestos, no es fácil para ninguno llegar a comprenderse, Mia se desliza por la puerta de su habitación mientras tiene su mirada fija en la nada. Ella también
Un año después… —Señor Marchetti, —el hombre deja de mirar su computadora para ver a la señorita Vitale ingresar a la oficina, ella era la secretaria de su hermano antes, le sonríe. —¿Sucede algo? —pregunta, ya que la mujer está a semanas de dar a luz, ella niega mientras toma asiento frente a su jefe, le entrega un informe. —Esta es la información de la persona que me reemplazara durante mis cuatro meses de licencia. —Juro que te voy a extrañar todo ese tiempo, —le dice. —Señor, volveré pronto, —murmuró. —Espero tenga un feliz parto y que todo salga bien, —confiesa. —Enzo también te envía felicitaciones por tu bebé. —Les agradezco mucho a ambos por ayudarme. Donato le sonríe y hace un ademán con su mano para restarle importancia al asunto. La señorita Vitale le dice que mañana a primera hora el reemplazo lo estará esperando y le confiesa que es muy joven, pero que hará un buen trabajo por la preparación que t
Donato MarchettiEl femboy tiembla bajo mi cuerpo cada vez que embisto su dilatada entrada, le gusta y me lo demuestra con sus gemidos, es satisfactorio y muy placentero, ni siquiera lo dejé tocarse e hice que se corra al rozar de manera intencional su punto G mientras lo penetro. Entro y salgo despacio, lo torturo con embestidas suaves sabiendo que no le gusta en lo absoluto, lloriquea mi nombre y abandono su interior, lo hago girar para que follarlo en cuatro y este sumiso eleva su cadera para ser tomado. Su entrada está muy dilatada, roja y sé que esto estará muy hinchado en un par de horas, si acepto seguro es porque no le molesta no poder caminar bien por unos días. Vuelvo a entrar en este y entierra su rostro en la almohada, sujeto su cadera y me muevo suave para enterrarme completo en su interior, siseo entr
Donato Marchetti Por la gran diferencia de horas llegamos a los Ángeles casi de noche, es un lugar bastante atractivo, Adriano y yo vamos en el auto hacia el hotel, se nota muy cansado. —Señor Marchetti, le informo que hay una habitación de las reservadas que no está lista, —alzo mis cejas con sorpresa. —Adriano, —lo llamo tratando de que me diga que sucede. —No sé qué paso señor, me encargué de hacer todo con tiempo, —informa. —Es nuestra culpa, hemos tenido un ingreso masivo y la habitación que solicito no se encuentra preparada, —suspiro. —¿Cuál está disponible? —pregunto, ya que requiero una ducha, comer y descansar un poco. —Una normal. —Bien, —me entrega la llave. Lo peor de todo es que esta habitación es pequeña y solo tiene una cama, la cual también es chiquita. Llevo mi mirada a Adriano sin comprender que clase de reserva fue que hizo. —Esta es la que reserve para mí, —confiesa.
Donato Marchetti —¿Seguro que esa es su casa? —cuestiono mientras observo desde el auto el lugar en el que vive Mia. —Si alfa, le tome esta fotografía aquí mismo, —no dejo de mirar la foto, ella no tiene hermanos. —Debe ser un niño que cuida, —susurro. —Señor, ese niño lleva la esencia de su hermano, —estoy muy sorprendido, Enzo nunca me dijo que durmió con Mia, no puede ser su hijo el cachorro que tiene cargado. —Es muy pequeño, no existen posibilidades de que sea hijo de mi hermano, te recuerdo que los cachorros de un alfa león nacen en menos de seis meses y si fuera el bebé de Enzo, ya tendría unos tres meses de nacido, —los cálculos son muy malos para ser honesto. El bebé que Mia tiene en sus brazos apenas debe tener como un mes de nacido, tal vez hasta unas tres semanas y la humana fue liberada hace un año, no concuerdan las fechas. —¿Qué quiere hacer? —pregunta. —No le digas nada a Enzo, me acercaré a Mia y averiguaré si el cachorro es de mi hermano, —le digo. —Entendido
Donato Marchetti La humana se mira muy asustada, me dejo pasar a su casa después de aclararle que soy Donato. Puedo escuchar el latido de su corazón, se nota que no le agrada el hecho de que este en su hogar, sin embargo, necesito saber si el cachorro es un Marchetti. —¿Qué haces aquí? —pregunta sentándose en el sofá individual. —Estoy por trabajo en el país y quise pasar a saludarte, —le digo, ella asiente y cruzo mis dedos—. Y me llevo la sorpresa de que tienes un hijo, —murmuro, se tensa—. De mi hermano, —añado, no estoy seguro de lo que afirmo, pero ya lo confirmaré. —No es de tu hermano, es mi hijo, —su entrecejo se frunce.
Mia LennoxDejo una caricia en la barriga de mi hijo, es un niño bastante tranquilo y nunca me da problemas, ya entiendo la razón por la que nunca sea enfermado, es igual que él, suspiro. —Nada en la vida sale como uno quiere pequeño, —susurro. No soy tonta como para dejar que mi bebé esté en peligro, pero tampoco quiero volver con Enzo, no merece tener a este ser tan especial en su vida. Es un idiota y un cretino que me utilizo, para luego dejarme tirada como si no valiera nada, suspiro, ya que en el fondo solo quiero vengarme y hacerlo sufrir. —Mia, llegue en cuanto pude, —mi mejor amiga ingresa a mi habitación, no pude quedarme callada mucho tiempo con ella, le conté toda la verdad sobre Enzo. —¿Qu&e
Mia Lennox Donato llega a mi casa y lo invito a ir a mi sala, se sienta y me hace entregarle a Liam, se nota que le gustan bastante los niños, le sonríe. —Es idéntico a ti, no tiene nada de su padre, —lo escucho decir. —Algo sacará de su padre, —le digo. —¿Qué debes decirme? —Volveré contigo a Venecia, sin embargo, me tienes que prometer que mi hijo, Ashely y yo, estaremos a salvo. —Los llevaré al lugar más seguro de todos, —puedo ver que su expresión es bastante entusiasmada. —¿Dónde? —A la mansión de los Marchetti, con mi padre, el rey Leonardo, —me mira y luego a