AlessioPor poco no le creí hasta que días después lo vi mirándome como un tonto, uno que parecía embobado y eso generaba que ella gozase con la situación, era de lo más hilarante, por no decir lo más loco. Así que me calmé lo suficiente como para mostrarle todo de forma calmada, metódica hasta que el punto que comprendiese todos y cada uno de los informes.Un hecho que captó enseguida y que demostró analizar muy rápido, tanto que a mí y al resto de los administradores dejó con la boca abierta. Ajustó cosas, dejó orientaciones para otras y fuimos finalmente al puerto deportivo de los Yagami. El sitio era modesto, con algo de clase y oficinas que debía renovarse, sin embargo, un hombre mayor fue el que nos recibió y cuando la vio a ella, no pudo hacer más que sonreír.—Dioses, eres la viva imagen de Kaori y tu abuelo hubiese estado encantado de conocer en persona —mencionó él mirando a mi mujer con completa felicidad—. Bienvenida a esta tierra, un rincón secreto que el señor fundó apar
AmayaSaber que yo tenía la oportunidad de hablar con mi tía Katsumi no era algo que esperaba ese día, en realidad, no estaba esperando absolutamente nada de nadie, ni siquiera tenía algún tipo de visión o perspectiva de lo que iba a suceder en el puerto. Para mí era otro sitio más para conocer, pero el hecho de llegar allí y que el señor Hani nos recibiera de esa forma tan pintoresca, en la que simplemente comenzó a derramar un montón de información que mi cerebro era incapaz de procesar en ese momento…Fue como una especie de déjà vu, uno que me espoleó por completo.No me malinterpreten, me gustaba saber mucho sobre la historia de mi familia, siempre me parecía algo intrigante, además de la importancia vital que radicaba para mí el saber cómo fue que las cosas se dieron para que yo finalme
Amaya—¿Por qué dirías algo como eso? Indistintamente de si los tuvo o no de una forma deseada, tiene otros tres hijos mayores, unos que creo, unos que cuidó, unos que representan todo lo que es él como persona y la organización que maneja —especifiqué la realidad más grande todas.—Y tienes toda la razón, pero estás olvidando un pequeño gran detalle, uno que desconoces por completo y que cambiará todas y cada una de las perspectivas que tienes respecto a tu padre y a la relación con Nyoko, unas que se verán muy diferentes —argumentó dejándome mucho más inquieta.—A ver, ¿y eso que sería?Me sonrió con ironía y no pude evitar pensar que ella y yo compartíamos demasiadas facciones, tantas que era un poco inquietante.—El hecho de que nunc
AlessioSabía que algo estaba molestando mucho a mi esposa, no sabía el qué o por qué, pero lo podía relacionar a lo que sea que le comentó su tía Katsumi en privado. Fue como si la hubiese desestabilizado, como si la hubiese puesto en una situación que la dejó hecha pedazos, así que mi plan de aliviar las penas con helado no sirvió, ni siquiera le estaba prestando atención al hecho de que le había comprado helado de pistacho como una mala broma porque a ella no le gustaba.Era como si hubiese quedado en una especie de modo automático que no sabía ni cómo diablos entender, solo la apoyé con cariño, diciéndole que estaba ahí para ella, con todo la buena vibra del mundo y luego la llevé a casa para que descansase. Lo mejor era que durmiese para poder reposar el cerebro que no paraba de pensar, lo que sea que estab
AlessioLuego de eso, las dejé solas, pero con la misión amplia de investigarla a fondo, al igual que con Hiroshi, quien no se iría liso de nada. Con eso serían varios frentes abiertos: los rusos, la camorra movilizándose en ese clan absurdo, los chechenos, las rutas usadas en favor de alguien que se burló, mi venganza, la Yakuza, la esposa de mi suegro… Tenía demasiado por canalizar, por cuestionar, tanto que no vi las cosas claras, las luces de neón que se anclaban directamente al resto.Fui a terminar de cotejar uno de los registros financieros del puerto deportivo cuando mi mejor amigo me llamó.—Te tengo noticias —dijo sin más—. Pero necesito que vengas a casa con urgencia para poder ponerte en el contexto completo de todo ello.—¿Es algo bueno o malo? —pregunté yendo directo al grano.—Dependi
AmayaNo esperé que pasar el día con mi tía resultaste ser algo divertido, después de todo, y al mismo tiempo algo clarificador. Ellatuvo la paciencia de contarme historias sobre mi padre,sobre los sueños que él tenía antes de ser quien es hoy en día,unos que iban más allá de ser el simple Oyabun de la Yakuza,sino de aquellos que estaban basados en ayudar a las demás personas de múltiples formas,en crear fuentes de empleos que ayudasen y en hacer qué el pueblo donde creció se volviese un lugar cómodo, un lugar seguro para los pobladores.Sonaba tan bien, tan bonito que era extraño de asimilar.Tanto, que una parte de mi cerebro no podía procesar del todo dicho detalle ciertamente impactante,era como si no computase del todo con la imagen que tenía de mi padre, de Hiroshi
Amaya—Pero, aunque no lo creas, no te lo dijo en ese plan, puedo asegurarlo —enfatizó sin problemas y supe que sería una fiel defensora del hombre—, te lo dijo para que fueras consciente de que siempre podía haber un momento de necesidad, no porque eras una muñeca que pudiese usar a su conveniencia.Esa última frase me alteró mucho más de lo que podía admitir.—Pero fue lo que hizo tía Katsumi, me uso a su conveniencia cuando se vio entre la espada y la pared, no titubeó para nada y aunque entiendo que, para él, el que yo terminase casada con Alessio significaba protección de esas organizaciones que parecen temerle a mi marido,el hecho es que las formas en las que manejó todo para conmigo y lo manipuló sin titubeos como si fuera otra pieza del ajedrez, fueron un completo desastre.Suspiramos como si es
AlessioNo esperé que ver a mi esposa caminar por el pasillo demarcado en la arena en que antorchas luminosas lo delimitaban de una forma muy bonita y vistosa, me tocaría el corazón de una manera tan profundo. Para mí costó mucho tener que escupirle mi visión a Hani, así como consultarle rituales adecuados para desarrollar lo que quería desarrollar después de todo y así fue como terminamos ahí.Con mi esposa con lágrimas de felicidad, ante unos desconocidos que iban a ser testigos de una ceremonia de promesa en la que le daría mi alma, en la que le daría una parte de mí en privado, sin testigos mayores que se burlasen de nosotros, sino con gente que creyese en el ciclo del amor, de los enamorados, de la magia increíble que significaba el romance.Un romance en el que yo no creía, uno en el que terminé envuelto hasta la m&