Capítulo 11
Al girar la mirada hacia el interior del automóvil, Aitana percibió inmediatamente que algo había cambiado. Sus pertenencias habían desaparecido por completo. A lo largo de sus tres años de matrimonio con Thiago, y especialmente durante los viajes con Maciel, había ido dejando pequeños rastros de su presencia. El peluche decorativo que solía adornar el auto, el ambientador con aroma a jazmín, todo había sido borrado, tal como ella misma parecía haber sido eliminada abruptamente de su vida.

Como si pudiera sentir la mirada escrutadora de Aitana, Yaritza habló con un tono que fingía compungirse:

—Aitana, lamento que mis acciones te afecten, pero no me gusta el aroma a jazmín. Le pedí a Thiago que lo cambiara.

—En cuanto al peluche... bueno, lo ensucié accidentalmente. No quedó más remedio que desecharlo.

—Espero que no te moleste. Después de todo, Thiago no puede conservar un muñeco sucio, ¿no es cierto?

Un detalle no pasó desapercibido para Aitana: Yaritza no solo había cambiado el ambi
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