Yo no soy de las que arañan y jalan cabellos. En lugar de eso, le lancé un derechazo que le volteó la cara, y un mechón de su cabello oscuro se escapó de su coleta desordenada, ondeando en el aire.—¡Alejate del hombre de mi amiga o te juro que te tumbare todos los dientes y te dejare calva de por vida! ¡Arrancaré tus cabellos uno por uno y haré que te los tragues todos! —amenacé con furia, sintiendo la adrenalina correr por mis venas, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, bombeando una mezcla de malicia y determinación.Brillante, una idea nueva para mi próxima novela, pensé sarcásticamente, notando el brillo metálico en sus ojos mientras sostenía su mirada desafiante.—Eres una... —intentó responder, pero no le di la oportunidad.Mis manos temblaban ligeramente por la emoción mientras la empujaba con fuerza, haciendo que cayera de trasero al suelo con un golpe sordo.La empujé contra el piso y cayó de trasero, mirándome con horror como si acabara de ver al diablo, luego comenzó a
★Marisol.Itzel actúa extraña últimamente, y su pregunta sobre Leonardo me ha dejado un poco inquieta.Quizás debería indagar más en su vida, pero después de salir de una relación tóxica, no estoy segura de querer meterme en más problemas.Después de unas horas, salimos juntas a la discoteca. Las otras dos locas ya estaban esperando en el lugar.—Hora de divertirnos —mencionó Angie, con su característica energía, mientras hacíamos fila para entrar al antro.Después de media hora, finalmente entramos. El lugar estaba abarrotado, como suele ser en estos antros.Pedimos una mesa y comenzamos a pedir bebidas. A mí me encanta todo lo que me haga sentir feliz.Pronto, nos encontramos cantando y bailando entre nosotras, sumergiéndonos en la música y la atmósfera festiva del lugar.★Leonardo.—¿Siempre irás con nosotros a pasarla bien? —preguntó John.—Sí, mi cachetitos pasará la noche con sus amigas, así que iré con ustedes, pero nada de mujeres, ¿quedó claro? No quiero problemas con mi novi
★Marisol.Mis amigas y yo estábamos inmersas en la música, bailando sin parar desde que llegamos a la discoteca. Al principio, me sentía algo incómoda con los movimientos y el ritmo, pero a medida que pasaba la noche, el disfrute fue creciendo hasta que, sorprendentemente, descubrí que nunca antes había gozado tanto de bailar como en esa ocasión.La pista vibraba con una música alegre y contagiosa, y aunque varios chicos intentaron unirse al grupo, mis amigas, siempre tan selectivas y un poco locas, los rechazaban amablemente uno tras otro. Nosotras estábamos en nuestro propio mundo, cantando con todas nuestras fuerzas y moviéndonos al son de la música, que parecía fusionarse con cada fibra de nuestro ser.Conforme la noche avanzaba, la atmósfera cambió ligeramente cuando el DJ decidió suavizar el ritmo y poner baladas. Aunque el cambio era palpable, no podía sacudirme la sensación de que alguien me observaba desde algún rincón oscuro del lugar. Sin embargo, decidí ignorarlo, no querí
★ Angie.—¿Por qué me arrestas? ¡Déjame ir! —grité, luchando contra la detención.—Señorita, tengo el deber de informarle que ha sido detenida por robar mi atención. Tiene derecho a guardar silencio, pero cualquier cosa linda que diga puede y será usada para invitarla a cenar. Tiene derecho a rechazar esta cita, pero tenga en cuenta que insistiré respetuosamente. Si decide aceptar mi invitación, le prometo una velada encantadora. ¿Desea ejercer alguno de estos derechos o seguir haciendo que este corazón siga acelerado con sólo verla?La situación era tan absurda como divertida. Me resistía a la "detención" de Jhon, que actuaba como un caballero moderno, pero un tanto persistente. Sus palabras, cargadas de romanticismo y humor, me hacían sonreír a pesar de mí misma.—Pero yo no quiero darle mi número de teléfono, señor oficial, ya déjeme —dije con firmeza, pero él simplemente me quitó las esposas y yo, en un gesto de rebeldía, me colgué de sus hombros.—Quiero agradecerte por dejarnos
Conquistar mujeres, seducirlas, llevarlas a la cama y luego simplemente hacer que las cosas nunca volvieran a pasara era tan fácil.Por supuesto, después de que falleció mi difunta esposa, las cosas cambiaron drásticamente.Ella era la mejor doctora del mundo: atenta, simpática. Me enamoré de ella a primera vista, nos casamos y teníamos una vida y un futuro juntos.Recuerdo la emoción que sentí cuando hablábamos sobre empezar una familia ese año. Después de cuatro años de matrimonio, creíamos que era el momento perfecto. Habíamos disfrutado al máximo, viajado y conocido muchos lugares juntos.Pero entonces, mi trabajo como detective dio un giro oscuro. Estaba inmerso en un caso encubierto para capturar al cabecilla de la mafia rusa, un hombre despiadado que disfrutaba torturando y eliminando a sus enemigos. Como responsable del operativo, mi tarea era crucial. Sin embargo, todo se complicó cuando descubrí que un peligroso hombre de la mafia estaba infiltrado en el FBI y conocía todos
★Andreina.—Espera, detente —le dije, intentando contener mi risa mientras lo apartaba suavemente.—Hola, me llamo Jonathan —pronunció él, con una sonrisa nerviosa.—Andreína. Es un placer conocerte. Deberíamos ir a comprar condones. ¿De qué talla eres? —pregunté, mientras él comenzaba a toser, evidentemente sorprendido por mi comentario.—¿Perdón? —inquirió, confundido.—Te perdono —respondí con una sonrisa traviesa.—No, me refiero a... ¿por qué haces esa pregunta, Andreína? —preguntó, tratando de entender mi actitud.—Quiero tener sexo contigo, ¿no es obvio? Deberías aprovechar esta oferta que se te presenta. Eres medio guapo y creo que debes ser medio bueno en la cama. Así que he decidido que serás mi aventura de esta noche. ¿Dónde quieres que lo hagamos, en tu casa o en la mía? —pregunté con toda naturalidad, mientras él se ponía colorado como un tomate.—Eres una mujer muy directa —murmuró él, aún visiblemente sorprendido.—Eso es lo que buscan los hombres: aventuras de una noch
★Itzel.—Deja de besarme, idiota —lo empujé con fuerza, tratando de apartarlo de mí, pero su agarre era firme, como si no quisiera soltarme nunca.—Ni quién quiera besarte, estás loca —respondió con desprecio, su tono sarcástico me irritaba aún más.—Entonces suéltame y vete con la cirquera —dije, tratando de mantener la compostura, aunque mi voz temblaba ligeramente por la rabia.—Eres tan insoportable, mujer. Deberías ir a un loquero, quizás tienes un daño irreversible —se burló, sin mostrar la más mínima empatía.—Para tu información, soy psicóloga —protesté, buscando imponerme con mi profesión, aunque dudaba de que eso lo hiciera cambiar de actitud.—Ja, ja, ja. Seguro, eso ni tú misma te lo crees —rió con cinismo, sin mostrarse impresionado.—¿Ya me vas a soltar o quieres que te dé un golpe que te haga soltarme? Tu beso ni siquiera me gustó —amenacé, tratando de mantener la calma, aunque la tensión estaba en aumento.—¿Así? —respondió desafiante, tomando mi cintura y volviendo a
—Gracias por traerme —le dije, intentando romper el hielo que se había formado entre nosotros.—¿Me darías tu número de teléfono? —preguntó con una mirada cautivadora.—¿Te gustan las locas? —repliqué con una sonrisa coqueta, desviando la conversación hacia un terreno más juguetón.—No me gustan las locas, solo me gusta una —respondió con un brillo peculiar en los ojos que me hizo sonreír.—¿Quieres entrar? —propuse, buscando prolongar nuestra compañía, mientras desataba la tensión con una sugerencia audaz.—¿Vamos a pelear adentro? —preguntó con una pizca de picardía en la voz.—¿Si pelear en la cama cuenta? —respondí, desafiante pero con un tono juguetón, dejando claro que estaba dispuesta a seguirle el juego.Una sonrisa juguetona se dibujó en sus labios antes de acercarse para besarme con ardor.—Prefiero esperar, salgamos mañana —dijo, sorprendiéndome con su propuesta, que no dejaba de ser encantadora.—¿Me estás rechazando? ¿Es por la cirquera? —inquirí, medio en broma, medio pr