Al abrir la puerta de la habitación. Julia yacía en la cama, con la mirada perdida en el techo, sin expresión alguna. El corazón de Emilia se encogió. Se acercó a la cama pero no se atrevió a tocarla, temiendo lastimarla. Con voz entrecortada preguntó:—Julia, ¿te duele algo?Al ver a Emilia, la mirada de Julia se aclaró un poco y negó con la cabeza. En realidad, todavía estaba muy débil, sentía frío, su cuerpo dolía y su corazón parecía estar siendo atravesado por un cuchillo, pero no quería preocupar a Emilia. Emilia le acarició el cabello, se acercó y tomó su delgada mano:—Bruno me contó que no quieres recibir tratamiento. Julia, no podemos hacer eso, el cuerpo es nuestro y debemos ser fuertes...—Piensa en tu padre, está en el centro de rehabilitación y te necesita...—Y nuestro estudio, es nuestro sueño, ¿recuerdas? Prometimos hacerlo crecer juntas.—Ah, y ayer el señor Ruiz me dijo que los nuevos diseños que presentamos para Estrella y Belleza ya están listos y en el mercado, y
Bruno, notando su tristeza por la pérdida del bebé, le dio una palmada en el hombro:—No te aflijas tanto, podrán tener más hijos.—¡Ni hablar! —Emilia, que acababa de dejar a Diego en la habitación, salió justo para escuchar el comentario de Bruno y replicó furiosa— ¿Este miserable cree que Julia volverá a tener hijos con él? ¡Que siga soñando!—¿Cómo está Julia? —preguntó Andrés, ignorando los comentarios de Emilia, sabiendo que hablaba así por defender a su amiga.Emilia respondió enfadada:—Ya está recibiendo tratamiento, pero te digo una cosa: si te queda algo de conciencia, cuando salga del hospital, aléjate de ella. Mantente bien lejos.—No seas así —Bruno, viendo el dolor en el rostro de Andrés, intentó calmar a Emilia—. Este embarazo ya presentaba complicaciones. Hablé con el doctor y me dijo que incluso manteniéndolo a la fuerza, habría tenido muchas complicaciones, y Julia tiene un tipo de sangre especial que la hace propensa a hemorragias graves.—Aun así, no debió ser tan
—Está bien, si lo odias no lo necesitamos, no volveremos a verlo —Diego consolaba a su hija con dolor.Andrés, parado afuera, al escucharla decir que lo odiaba, sintió cómo la sangre se le helaba, un frío que se extendía desde sus pies hasta su pecho, formando un dolor sordo... Sus ojos se enrojecieron y su cuerpo se tensó.Emilia, a su lado, lo miraba con frialdad:—¿Lo ves? Julia te odia, así que no te le acerques más. Déjala en paz, permite que el resto de su vida sea un poco más feliz.—Si hubiera sabido que mis palabras la llevarían a caerse, definitivamente lo habría hablado mejor con ella.—No hay "si hubiera". Lo que pasó, pasó, y no puedes remediarlo —Emilia había perdido toda paciencia con él.Andrés permaneció de pie, ausente. Era cierto, no había "si hubiera", nada de hipotéticos. Todo había sucedido ya, nada podía salvarse ni revertirse... Bruno se llevó a Emilia. Andrés seguía ahí, como si le hubieran arrancado el alma, parado en el pasillo como una lápida fuera de lugar.
Julia estaba bebiendo agua cuando levantó sus oscuras pestañas al escucharlo.—¿En serio?—Sí, causó bastante revuelo en el país. Cuando te recuperes, quiero que el director de diseño de NAS te lleve a la Semana de la Moda en París.Julia se quedó paralizada por un momento. Con esas palabras, la nube oscura que había estado sobre ella durante días finalmente se disipó. Este sueño, lo había estado esperando tanto tiempo. Desde el primer día que pisó la universidad hace cinco años, había estado esperando este momento. Nunca imaginó que esta oportunidad llegaría después de perder a su bebé. Era como si finalmente un rayo de luz atravesara su mundo sombrío.Julia pensó que estaba bien. Si no pudo conservar a su bebé, al menos conservaría la carrera que amaba. En cuanto a Andrés, ya había perdido toda esperanza. Desde el momento en que perdió al bebé, su destino juntos había terminado. Ya casi no lo veía. Con su padre y Emilia acompañándola todos los días, su estado de ánimo se mantenía rel
Después de decir esto, cerró los ojos. No quería volver a verlo nunca más. Andrés permaneció en la habitación, sintiendo como si miles de agujas se clavaran en su corazón, un dolor tan agudo que hasta respirar le costaba. Pero ella todavía estaba en periodo de recuperación y no quería alterarla. Miró su rostro pálido una última vez antes de marcharse.*Al mediodía, después de que Julia terminó de comer, Diego salió a tramitar el alta hospitalaria.Solo faltaba el último ultrasonido antes de poder irse. Pero Julia esperó mucho tiempo y Diego no regresaba. No podía ir sola al área de ultrasonido.Viendo que ya casi eran las once, Julia decidió salir a buscar a su padre.—Papá —llamó por el pasillo.Al pasar por la estación de enfermeras, una le dijo:—Señorita Gómez, creo que su padre está en la entrada de la escalera.—¿Qué está haciendo allí?—No estoy segura. Había una mujer joven con él, los vi conversando cuando subí.¿Una mujer joven?Julia se quedó intrigada. La enfermera ofreció
—¡No! ¡No fui yo...! —Cristina salió corriendo de entre la multitud, llorando y aparentando vulnerabilidad.Julia, al ver su rostro, recordó súbitamente la expresión que tenía cuando hablaba con su padre: una mirada fría, nada parecida a esta fragilidad que ahora fingía. Se levantó con esfuerzo y se abalanzó sobre Cristina, agarrándola por el cuello.—Cristina, ¿qué le hiciste a mi padre? ¿Por qué se cayó por las escaleras? Tú lo empujaste, ¿verdad?—No, ni siquiera lo toqué. ¡Tuvo un ataque y se cayó solo! —Cristina negaba con la cabeza.—¡Imposible! Mi padre ha estado muy saludable últimamente, ¿cómo va a enfermarse así de repente? ¿Por qué me pidió que no buscara venganza? ¿Qué fue lo que hiciste?Andrés se estremeció, pareciendo comprender lo que Cristina le había dicho a Diego. Dio un paso adelante y le dio una bofetada a Cristina, sus ojos oscurecidos por una amenazante sombra. Cristina cayó al suelo, con la marca roja de cinco dedos en su mejilla. Pareció quedar en shock y despu
Cristina se vio forzada a levantar la mirada hacia Andrés.—Con lágrimas en los ojos y un aire vulnerable, susurró: Tu padre fue muy bueno conmigo, y por él daré lo mejor de mí. Además, no quiero verte sufrir más, hermano. Deberías buscar otra mujer, alguien de buena familia. Hay muchas que te aman y merecen tu amor, no deberías estar con ella...—¿Hablas de ti misma? —Andrés soltó una risa sarcástica.Cristina tembló, mientras en sus ojos se reflejaba un amor tierno y obsesivo. —Sí, hermano, me gustas. Deberíamos estar juntos, seré una buena esposa... Su mano se deslizó lentamente hacia el rostro de Andrés.Pero él la apartó con desprecio y le dijo fríamente: —Nunca me has gustado, y nunca me gustarás.Cristina se estremeció, sus ojos se llenaron de tristeza y melancolía.En ese momento, la puerta se abrió. Un hombre apuesto entró y, al ver a Andrés sujetando a Cristina, su expresión cambió. Se apresuró hacia ellos, demandando: —¿Qué estás haciendo? ¡Suelta a Cristina ahora mismo!—Dy
Andrés se acercó para abrazarla, sintiendo claramente cómo temblaba su cuerpo.—¿Dónde está Cristina? —preguntó Julia con voz ronca.—Julia —Andrés le acarició el cabello—. Ya revisamos las cámaras de seguridad. Ella no tocó a tu padre, él se cayó solo.—¡No! —Julia se negó a creerlo, alzando su rostro aún húmedo por las lágrimas—. Antes de que mi padre cayera, Cristina debió decirle algo. Por eso me pidió que no buscara venganza. ¿Qué le dijo ella?Andrés se tensó ligeramente y respondió en voz baja: —No lo sé, no se escucha en las grabaciones. No se atrevía a revelar la verdad. Si lo hacía, ellos ya no tendrían ninguna posibilidad...El pánico en su corazón superaba todo lo demás. No se atrevía ni a pensarlo ni a decirlo, solo murmuró suavemente: —Tu padre superará esto. Si pudo despertar la última vez, también podrá hacerlo ahora.—¡Qué fácil es decirlo!Julia se apartó repentinamente de Andrés como una loca. Sentía que él solo estaba protegiendo a Cristina, negándose a tomar medida