Capítulo 396
Cuando Julia volvió a abrir los ojos, ya era de noche. Tenía mucha hambre. Al despertar, sintió que la abrazaban. El pecho musculoso de Andrés estaba pegado a ella y su voz tenía un tono alegre:

—¿Despertaste, señora Martín?

Julia, aún adormilada, se sorprendió al verlo.

—¿No fuiste a la oficina esta tarde?

Su voz sonaba suave y perezosa.

—Me tentaste tanto que decidí no ir a trabajar—bromeó Andrés, acercándose para besarle la mejilla. La abrazó por la cintura en un gesto posesivo.

Julia no se resistió y después de unos besos murmuró:

—Tengo hambre, quiero comer.

—De acuerdo—dijo él riendo y pellizcándole la mejilla antes de ayudarla a sentarse.

Al incorporarse, Julia notó que todo el cuerpo le dolía. Se recostó en la almohada y dijo:

—No tengo fuerzas, Andrés. Llévame abajo.

Su tono era mimoso y perezoso. Andrés arqueó una ceja mientras se vestía, luego la levantó en brazos como a una princesa. Julia, con los ojos entrecerrados y todavía adormilada, se dejó llevar escaleras abajo. Al
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