Capítulo 3

Xander Cohen

—Inés ¿Mi padre te informo acerca de lo que está pasando en la empresa? —Investigo cuando ya estamos solos en mi oficina después de la junta.

—Si señor Cohen, —responde, como siempre tan educada, ruedo los ojos y levanto una de mis cejas.

—Inés, ya estoy cansado de recordarte que me llame Xander, el señor Cohen es mi padre, —le digo mirándola serio y ella agacha la mirada.

Algunos humanos son tan sumisos.

—Es que lo admiró demasiado como para faltarle el respeto… usted ha hecho mucho por mí, —susurra y si no fuera porque soy hombre lobo no la hubiera escuchado.

—Eso no es nada, —murmuro haciendo un ademán con mi mano para restarle importancia al asunto. —Todo lo que he hecho por ti, es porque te lo mereces, eres una chica muy inteligente, —le digo provocando que se sonroje.

Le tengo mucho aprecio a Inés, pero no la veo como mujer para mí, sino como una hermana. También debo admitir que es una chica muy hermosa por eso trato de mantenerla alejada de esos viejos verdes que se encuentran en la empresa o en juntas a la que me acompaña.

—Gracias, —musita sacándome de mis pensamientos.

—No agradezcas, —pido. —Ahora quiero que me informe todo lo que ha pasado en estos cinco años que estuve fuera, —comento con expresión seria, pero al mismo tiempo relajado, me acomodo en mi asiento y observo que ella hace lo mismo para colocar una cara de toda una profesional.

(…)

Después de pasar dos horas hablando con Inés en mi oficina le digo que puede irse a almorzar mientras yo reviso el contrato que mandaron para que remodelemos el hospital central.

En estos cinco años la empresa ha tenido grandes contrataciones, pero el ingreso del dinero no ha llegado a nuestras cuentas bancarias lo que me deja claro que la persona que desfalca es el jefe de administración y hasta que no obtengamos las pruebas suficientes no podemos denunciarlo.

Tocan la puerta y yo levanto la mirada de los papeles, respiro profundo para sentir el olor de quien me interrumpe y enseguida se de quien se trata: Soledad.

—Adelanté, —anuncio con voz demandante mientras miro mi laptop y hago como que no sé quién es que está detrás de la puerta.

— ¡Precioso! —Chilla.

Hago una mueca por el dolor que me provoca su chillido, escucho sus tacones cuando chocan contra el piso, levanto la vista para ver a una Soledad con una falda corta negra y una camisa blanca desabotonada en los primeros botones a la vista su sostén de encaje, pongo los ojos en blanco y arqueo una de mis cejas.

— ¿Qué cree ella que esto es? ¿Un prostíbulo? —Cuestiona Bruno con sarcasmo provocando que me muerdo la lengua para no reír por lo que ha dicho, no soy de jugar a las personas por su forma de vestir, pero se debe recordar que cada lugar conlleva un estilo distinto.

Cállate —le reprendo y cierro el enlace, miro a soledad con aburrimiento y preguntó:

— ¿Qué quieres Soledad? —bajo la mirada a mi laptop en espera de su respuesta.

—¡¿Como que con que quiero?! —Chilla. —Pues he venido a darte la bienvenida a la empresa, —añade cuando no respondo su pregunta anterior como si fuera obvio mientras se sienta cruzando sus largas piernas casi mostrando su ropa interior, no debo de mirarla para saber que lo ha hecho.

—Ya la diste y ya te puedes ir, —pido mirándola a los ojos con cansancio mientras observo como ella relame sus labios como para provocarme, si no estuviera tan ocupado ya la hubiera puesto a darme un buen oral con esa boca «No suena tan mal la idea» Pienso, pero luego niego con la cabeza, demasiado trabajo y no me meto con mujeres casada.

Además de que Bruno no me dejara hacer algo como eso.

—Pero Xandiii, —suelta arrastrando la "I" que no lleva mi nombre.

—Señor Cohen para ti, —señalo. —Ahora retírate de mi oficina porque estoy demasiado ocupado, —ordeno a lo que ella indignada se levanta y camina hacia la puerta —Ah… y una cosa más —murmuro, ella se gira. —Esto no es un prostíbulo para que venga vestida así, recuerda que es una empresa y la vestimenta debe ser pulcra para todos los trabajadores, —añado provocando que se ponga roja de la rabia y salga casi azotando la puerta de la oficina, ya que sabe que si hace tal cosa conllevaría a un despido inmediato.

(…)

—Hasta mañana Inés, —anuncio saliendo de mi oficina observando como ella apaga la computadora y provocando que se asuste cuando escucha mi voz, le doy una mirada de arrepentimiento y esta no se contiene para poner los ojos en blanco.

—No cambia señor Cohen, —regaña a lo que sonrío y niego con la cabeza para después seguir mi camino hacia el ascensor.

Cuando estoy fuera de la empresa saludo el guardia quien es un hombre lobo, me hace una reverencia y yo desactivo la alarma de mi Audi, rápidamente subo a este dejando algunos documentos que me traje en el asiento del copiloto.

Enciendo el vehículo y salgo directo a la manada.

Cuarenta minutos y ya estoy parado frente a las grandes puerta del bosque que dan acceso a la manada. Las puertas se abren y entro mientras los guardias de la entrada hacen una reverencia, les toco la bocina como saludo y acelero para llegar a la mansión donde las verjas de hierro abren.

Directo al estacionamiento llevo el auto donde con el mando a distancia abro el portón, estaciono el Audi donde tiene que ir, salgo y entro a la casa guiándome por el olor de Mimy llego a la piscina.

La vislumbro dormida con su traje de baño en una de las sillas de playa que tenemos en la piscina, me acerco despacio pero su voz me detiene.

—Ni creas que me vas asustar, —suelta abriendo un ojo y eso me saca una sonrisa, me acerco a ella y me agacho para dejar un beso en su mejilla— ¿Cómo te fue en la empresa? —Pregunta señalando la silla que está a su lado, me siento.

—Bien, —es lo único que digo soltando un suspiro y aflojando la corbata, lo que llama la atención de Mimy la cual deja salir una carcajada.

—Lindo traje, —anuncia con burla, ella sabe perfectamente que odio colocarme este tipo de ropa.

La regaño con la mirada para que no diga nada más y decido cambiar de tema.

— ¿Dónde está el tonto de Parker? —Pregunto al no verlo a su lado como la garrapata posesiva que es.

—Anda con papá entrenado a los nuevos cachorros, —murmura y asiento. —Y antes de que los preguntes, mamá está de compra con Luisa, —añade levantándose de la silla y tomando la toalla, igual me levanto y camino junto a ella hasta la casa.

Cuando estamos en la segunda planta ella se va por un pasillo y yo por otro para entrar a mi habitación y comenzar a desvestirme para así poder una ducha. Estando en el baño decido llenar el jacuzzi para relajar todos los músculos de mi cuerpo.

La lleno con agua tibia y agrego algunas sales que coloco mi nana en el baño. En la casa hay tres personas que se encargan de la limpieza, pero mi nana es la única que tiene acceso a mi habitación, ya a que me conoce muy bien y sabe lo que me gusta y lo que no también.

Cuando el jacuzzi está lleno de espuma, retiro mi ropa interior y entro en el agua soltando un suspiro cuando esta toca mi piel, con un solo toque a un botón en la esquina hago que las cortinas se abran dejando una espléndida vista del bosque de la manada donde se puede apreciar una hermosa luna.

— ¿Crees que la encontremos pronto? —Cuestiona Bruno refiriéndose a nuestra luna, suspiro.

Solo la Diosa luna tiene esa respuesta, —le respondo mientras miro la luna y cierro los ojos pensando en cómo será nuestra luna.

«De seguro una hermosa mujer que me hará gruñir cada vez que un idiota la mire» pienso.

Nadie la mirara, es nuestra, —gruñe Bruno a lo que solo asiento aprobando sus palabras, ya que no dejare que otros se acerquen a mi luna.

Treinta minutos después salgo del baño envuelto en una toalla y entro directo a mi closet donde tomó un bóxer negro, seco mi cuerpo y me coloco la ropa interior para luego entrar a la cama y tomar el control remoto de la TV para colocar mi serie favorita de Netflix.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo