Camila Albora
Un dolor atraviesa mi pecho mientras me estoy retocando el maquillaje en el baño. Dejo salir un grito y llevo mi mano al lugar donde siento como si un objeto filoso lo estuviera atravesando. Trato de regularizar mi respiración y veo algunas imágenes pasar por unos segundos, es como si mirara a través de los ojos de alguien cuando cierro los míos.
Un enorme lobo blanco, Bruno, está siendo atravesado por una flecha y parte de su pelaje se mancha de su sangre. Todo vuelve hacer como antes, me miro con horror en el espejo al salir del trance en el que entre, no, esto no puede estar pasando.
—Xander, —susurro, salgo rápido del baño y empujo a todo el que se a traviesa en mi camino hasta que puedo llegar fuera de la casa. Observo por todos los lugares buscando a mi seguridad hasta que los veo en una esquina—¡Samuel!—Grito y este enseguida esta adelante de mí con una expresión de preocupación.
—Luna ¿Qué pasa?—Preguntan preocup
Omnisciente El alfa rey Xander lucha contra los efectos de la adelfa, el cual es un veneno mortal para la raza humana, pero este fue modificado para poder atacar a los alfas mientras que por otro lado la mejor amiga de la mimada no ha dado cuenta de que desde la distancia el líder Kaner de la manadablanca lunala observa y disfruta del fabuloso aroma que desprende su luna, Valeria eleva sus brazos y contonea sus caderas al ritmo de la música electrónica que suelta el Dj. —Está cerca, —susurro la loba de la joven provocando que esta detenga sus movimientos confundida por lo que acaba de decir su parte animal. —Nara¿Quién está cerca?— Cuestiona por el enlace mirando a todo lado sin ver nada fuera de lo común, pero Nara no le responde y luego unos brazos tatuados la atrapan por la cadera. —Mía, —gruñe el alfa Kaner en el cuello de la joven chica provoca
Camila Albora Calor, calor y más calor, es lo que siento en este momento, trato de moverme para la parte fría de la cama, pero algo me lo impide y esa persona gruñe provocando que abra mis ojos. Gimo de dolor al mover mi cuello y sentir un pequeño ardor en esa parte que lo conecta con mi hombro, con mucho cuidado me giro hasta quedar frente a frente con el culpable de mi calor y de mi malestar, Xander que duerme plácidamente con su rostro relajado y sin duda parece un hermoso angelito. Todos los recuerdo de lo que paso anoche llegan de golpe, provocando que lleve una mano a mi cuello a ese lugar donde Xander me mordió. Duele y siento una pequeña palpitación allí. —No lo toques, —escucho la voz ronca de este y observo como me mira con sus ojos dorados. Aun no entiendo por qué lo tiene de esa manera. —¿Por qué me marcaste?—Pregunto en un susurro mirando sus ojos, no me creo que allá echo eso. —Eres mía Camila y n
Camila Albora Levanto los brazos porque Xander se empeña en colocarme la toalla, no puedo evitar poner los ojos en blanco y luego libero un suspiro cuando ya estoy cubierta, coloco una en mi cabello para poder secarlo más rápido. —No me gusta que lo tiñas, —reprocha Xander después de mirar las puntas rosadas de mi cabello, alzo mis hombros. —Es mi cabello, no es una decisión en la que debas intervenir lobito, —anuncio acercándome al espejo y abro los ojos enorme al ver el tatuaje que tengo en mi cuello—¿Qué es esto?—Le pregunto a Xander mirándolo por el espejo y observando como él envuelve una toalla en su cadera para cubrir su desnudez. —Mi marca, —murmura colocándose detrás de mí y pasando sus dedos por ella, eso provoca que un escalofrío me recorra de pies a cabeza. Observo la marca y es una X.C. entrelazada con algunas flores y estrellas, extraño, pero me encanta. —¿Tú también tienes una?—Pregunto girándome y él se gira.
Omnisciente Mientras Camila va a reclamarle a Xander, el cual está en su oficina en la mansión. En el territorio neutro donde estuvo la luna están llegando unos cazadores a buscar explicación de por qué su colega no ha dado un reporte de su misión que fue vigilar las fronteras y aprenderse la estructura de vigilancia. —Ahí está la cabaña, preparen arma, recuerden que a unos kilómetros de aquí está la manda del perro real, —alerta el jefe de misión sacando dos dagas de plata con hojas envenenadas. —Sí señor, —responde al unísono sus acompañantes sacando uno una catana y el otro dos pistolas con balas de platas las cuales en su interior llevan cápsulas con ese veneno que tenía la flecha lanzada a Xander, con mucho cuidado entran a la casa y encuentran el cuerpo del cazador en un estado de descomposición. —Revisen todo y busquen el libro, —pide acercándose al cuerpo del cazador y observando la daga clavada en la frente de este. —Extraño,
Xander CohenLevanto la mira y observo a mi luna la cual camina de un lado a otro como león enjaulado, cosa que me pone bastante nervioso porque cuando una mujer dice ‘‘Tenemos que hablar’’ es porque nada bueno puede salir de esa conversación y siempre el más perjudicado es el hombre.—Vamos princesa solo dilo, —la animo a hablar tratando de no entrar en sus pensamientos, pero después de marcarla me es inevitable poder dejar de escucharlos y a un no sé si ella lee los míos.—¿Me puedes explicar eso de que los hombres lobos entrando en celos?—Interroga a lo que relajo mis facciones, pero luego frunzo el ceño.—¿Quién...? Mi madre, —murmuro soltando un suspiro, para luego pasar mi mano por mi rostro. —Toma asiento, —pido por qué sé que esta charla será larga y no tengo idea de que
Camila Albora Xander se viste en la otra habitación por órdenes mía mientras me visto en la nuestra o más de mi propiedad que de él, ya que desde que se fue del país comencé a utilizar su aposento, ya que su olor estaba por todos lados. Ahora me estoy preparando para ir a la cita que me propuso cuando fui a su oficina. Tomó un vestido largo azul celeste, sencillo de tiros, Xander me dijo que no utilizará nada elegante y por eso decidí ir con este, ya es sencillo. También me encargué de colocarme una lencería blanca por si llega suceder algo entre nosotros. Estoy lista para hacer el amor con Xander desde hace mucho tiempo y el que no se está preparado es él y todavía es algo que no entiendo. Tengo días que me pregunto si será que no me encuentra atractiva o tal vez no soy lo que esperaba. Según Valeria las parejas destinada son la mitad del otro y para mi Xander es el hombre correcto, ya que es inteligente, guapo, trabajador, responsable y sob
Camila Albora Tomó la camiseta que tenía Xander puesta y me la colocó, observo en la mesa de noche donde descansa el libro que le quite al cazador, me acerco a este, lo abro encontrando todas sus páginas en blanco, me sorprende y a la vez me parece extraño. —¿Qué clase de libro es este?—Cuestiono en un murmullo para luego cerrarlo y de esa manera poder mirar la tapa de este, pero nada interesante en ella. Solo es una simple tapa de cuero, suspiro y lo coloco en la mesa de nuevo haciendo nota mental de que mañana buscaré información sobre este. Observo la puerta del baño y frunzo el ceño al solo escuchar el agua de la ducha caer desde hace rato, Xander no es de los hombres que duran mucho tiempo duchándose. La curiosidad es muy grande por lo que salgo de la cama y oculto mi olor. Esto provoca que mis ojos cambien a uno más miel demostrando que soy una cazadora y como tal camino de manera sigilosa hasta entrar al baño donde puedo observ
Camila Albora Despierto sintiendo un pequeño dolor en mi entrepierna el cual me provoca que suelte un pequeño jadeo por la molestia. Despacio abro mis ojos, pero lo vuelvo a cerrar porque la luz que se filtra por el ventanal pega de lleno en mis retinas «¿Quién dejo la ventana abierta?» interrogo en mi mente. Nuevamente los abro hasta acostumbrarme a la luz que entra por ella, observo como Xander me mira desde un pequeño sofá que tiene en su habitación, sus ojos están rojos, con cuidado me siento en la cama y cubro mis pechos con la colcha para mirarlo sin entender que sucede. —Xander, ¿Qué pasa?—cuestiono muy preocupada porque este me observa con sus ojos rojos y puedo sentir a través de nuestra conexión su enojo y dolor por lo que no comprendo nada «¿Por qué se siente de esa manera?» pienso. —Lobito, por favor dime que pasa, me estás preocupando, —añado mientras miro su rostro inexpresivo. —¿No te das cuenta de que te lastime Camila